'Atlas' desafía la mala prensa con un triunfo que solo parece beneficiar al algoritmo
Con su gran presupuesto de 100 millones de dólares, 'Atlas', la gran apuesta de Netflix por la ciencia ficción ha debutado en primera posición en la plataforma, alcanzando 28.2 millones de visionados los primeros tres días. La que previsiblemente iba a ser una de las últimas cintas de alto presupuesto para la marca podría animar a la plataforma tras unos resultados que, aunque positivos, no han andado faltos de polémica.
Aunque la audiencia habitual de la plataforma haya abrazado este contenido, quizás disfrutado por algunos como gran estreno de la semana o quizás como mera película de sobremesa (la opción fácil que estaba disponible cuando uno ponía la aplicación), lo cierto es que la crítica está muy lejos de ser benévola con ella. Con un desastroso 19% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, un 37 de media en Metacritic y un 2,1 sobre 5 tras más de 14.200 valoraciones de los usuarios en Letterboxd, estos números también se explican solos.
Aunque hay alguna crítica halagueña por ahí, la conclusión es que es genuinamente difícil encontrar a alguien diciendo algo bueno de la cinta. El discurso general es el de encontrarse con un film de acción genérico y pobre en su ejecución que ni siquiera una entregada interpretación de Jennifer López puede salvar. Por debajo subyace otro discurso quizás más relevante. Varias de las críticas no se achantan al llamar a la cinta "propaganda IA", y es algo que encontramos también en la opinión de muchos usuarios, que cuestionan si hay una intención añadida por detrás de esto.
El poder del algoritmo
Este tema ha pasado de puntillas en la promoción de la película. López se ha posicionado cauta contra la tecnología, afirmando que le ha causado "mucho miedo" descubrir su uso no consentido en casos como el de su cara cubierta de arrugas falsas en anuncios antiedad. El discurso ha sido más ambiguo por parte del equipo de la película, con su director queriendo desquitarse de polémicas comentando que no quería dar como mensaje maniqueo que "toda la IA es mala" y un Ted Sarandos quitándole hierro al asunto en polémicas declaraciones en las que afirma que "La IA no va a quitarte el trabajo, la persona que la usa bien podría".
Esta ambigüedad no resulta demasiado convincente en una época en la que la tecnología no solo está en el centro del zeitgeist cultural, sino que ha salpicado muy de cerca a la compañía. Recientemente, Netflix fue acusada de manipular imágenes con IA en un documental true crime, y cuestionada por introducir concursantes hechos por inteligencia artificial en uno de sus realities. Otras plataformas de streaming están colaborando en aumentar el cinismo hacia la tecnología, con Prime Video intentando colar en secreto a miles de espectadores hispanohablantes un doblaje hecho con voces sintéticas.
Todo esto no hace más que enaltecer un sentimiento de antipatía al encontrarse con una película que, lejos de sutilezas, sí resulta tener un mensaje muy maniqueo en el centro de su guion. Ante la imposibilidad de resolver los conflictos sola, la inicialmente reticente protagonista (interpretada por Jennifer López) debe aliarse con la IA para poder salvar el mundo, abrazando un futuro en el que humanos e inteligencia artificial conviven.
Los mensaje que transmiten las películas tiene un impacto importante en la percepción de los espectadores sobre las mismas y sobre la marca en general. Y en la época en la que la inteligencia artificial está dando verdaderos momentos 'Black Mirror', los mensajes que las grandes corporaciones tratan de dar sobre ella se miran con lupa. A pesar de la mayor transparencia de Netflix con sus números de un tiempo a esta parte, su marketing sigue siendo algo misterioso, con contenidos específicamente diseñados para ocupar la portada de la plataforma mientras otros quedan enterrados sin justificación aparente para los usuarios.
Viendo la poca influencia que ha tenido la mala crítica y el boca a boca en redes en el éxito de la película, es difícil no preguntarse si este marketing de no fricción donde la propia plataforma sugiere directamente al usuario qué es lo que debería ver no es otra cuestionable estrategia de marca que crea por sí misma un discurso, y que en última instancia no hace más que beneficiar al algoritmo.
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