En el verano de 1994, la selección de Colombia partía como una de las grandes favoritas para hacer un buen papel en el Mundial de fútbol, que se disputaba en Estados Unidos. Había completado una gran fase de clasificación y, apoyada en un irrepetible grupo de jugadores, se encontraba ante la mejor oportunidad para asaltar el cetro del fútbol mundial. Dirigidos por Pacho Maturana, gente como Valderrama, Valencia, Freddy Rincón, Asprilla o su capitán, Andrés Escobar, estaban haciendo soñar a todo un país que se encontraba viviendo una de sus peores épocas de violencia asociada al narcotráfico. El año anterior había caído el gran capo, Pablo Escobar, y lo que poca gente sospechaba es que el destino de esos dos Escobar, que no tenían ninguna relación, acabaría tan unido.
Todos los aficionados al fútbol recuerdan lo mal que terminó ese sueño de Colombia. En medio de terribles presiones por lo que ocurría en su país, con las familias de los jugadores amenazadas por los narcos que habían apostado por la victoria en el Mundial, el equipo cayó eliminado en la fase de grupos y, peor aún, su eliminación fue certificada por un gol en propia puerta de Andrés Escobar. Meses después, el defensa moría de un disparo a la salida de un bar en Medellín, consumando una tragedia que los hermanos Zimbalist usan como trama principal en ‘Los dos Escobar’, un documental de la serie ‘30 for 30‘ de ESPN que da dimensión humana a la relación entre el dinero del tráfico de cocaína y el fútbol colombiano en los 80 y los 90, y que Canal+ estrena esta noche, a las 22:00.
La película nos cuenta en paralelo las historias de esos dos hombres que compartían apellido y pasión por el fútbol, pero nada más. Vemos el brutal ascenso al poder de Pablo y cómo su influencia se extendía a la política, y cómo su afición a ese deporte le llevaba a estar escuchando partidos por la radio en medio de persecuciones policiales, a financiar el equipo Atlético Nacional de Medellín, que ganó una Copa Libertadores en 1989, y a construir campos de fútbol para los jóvenes de los barrios pobres de su ciudad. A la vez, asistimos a los primeros pasos de Andrés como jugador, a su fichaje y éxito precisamente en el Atlético Nacional, a su convocatoria para la selección colombiana y cómo su carácter tranquilo y digno le lleva a convertirse en el capitán y a ser muy apreciado por los hinchas y por sus compañeros.
Los hermanos Zimbalist se sirven de entrevistas con los familiares de Andrés, con colaboradores de Pablo que están en prisión, con algunos de los futbolistas que vivieron aquel Mundial y con autoridades colombianas y estadounidenses implicadas entonces en la guerra contra el narcotráfico para ofrecernos un panorama lo más amplio posible de la situación social del país y de la relación que los narcos fraguaron con el fútbol. Maturana dice en un momento del documental que el deporte no es una isla, que no podía mantenerse alejado de la realidad de Colombia, pero del mismo modo que los jugadores podían disfrutar de la buena vida que proporcionaba, aunque fuera indirectamente, el dinero de los carteles, también podían convertirse en víctimas de las maniobras de los capos.
‘Los dos Escobar’ resulta muy recomendable y muy efectiva por poner en el centro a la figura de Andrés, que termina siendo trágica, y no olvidar la dimensión humana de toda aquella historia. Muestra que el deporte no puede verse como algo aislado del resto de la sociedad, y logra pintar un cuadro muy interesante de cómo era Colombia en aquella época, otorgándole un interés universal que puede aplicarse a otros lugares en otras épocas. El documental llegó a verse en los festivales de Tribeca y de Cannes de 2010, donde fue acogido con buenas críticas.
Vía | Twitter (@canalplusespana)
En ¡Vaya Tele! | ‘Hermanos y enemigos’, la difícil relación entre Divac y Petrovic