Que sí, que vale, que la televisión norteamericana lleva ya unos cuantos años ofreciéndonos productos de altísimas calidad, no sólo a un nivel técnico o interpretativo (cómo me gustan los actores americanos…) sino también en lo que se refiere a sus guiones, que tienen un nivel medio no ya aceptable, sino bastante alto. Pero dentro de las numerosas series que nos llegan de Estados Unidos para disfrutar de ellas, yo creo que se pueden establecer jerarquías.
En el tema de ‘Caso Abierto’, aún admitiendo que aquí en España no hacemos una serie como esta ni en los próximos veinte años, pues no vamos a echar las campanas al vuelo y decir que es una gran serie, porque no lo es. Está en la media, una media alta, pero comparándolo con las maravillas que podemos ver, incluso dentro del género policiaco, si nos ponemos exigentes se queda en normalita.
Aún recuerdo uno de los primeros episodios que ví en en canal Fox, y que me gustó mucho. Se titulaba ‘A dollar, a Dream’ (no recuerdo, o no quiero recordar, qué titulo tenía en castellano), y que era el episodio número dieciocho de la cuarta temporada. Me impresionó la sobriedad de la historia, su tono descarnado, casi lírico. Y me impresionó la dignidad y la belleza conque la actriz Paula Malcomson se adueñaba de su trágico personaje.
Creo que ahí estaban resumidas todas las virtudes y posibilidades de una serie que se ha estirado demasiado y que tiene demasiados capítulos al año (más de veinte) para la escasa variedad que ofrece. Al menos, mantiene una línea estable y es competente, no olvidemos que ese gran episodio era del cuarto año.
Porque lo malo de esta serie es que no tiene una personalidad propia muy destacada (como tampoco la tiene otra serie más que digna que muchos matarían por hacer igual de bien en España: ‘Sin rastro’), no tiene un estilo que la diferencie de otras series parecidas, y al final acaba recurriendo a las mismas formalizaciones visuales y emotivas una y otra vez.
Por mucho que las historias tengan su interés, al final siempre tenemos el giro de los primeros quince minutos, el giro de los segundos quince minutos, los dos o tres interrogatorios y la cancioncita final (generalmente, un éxito pop lacrimógeno) con la que se cierra la historia y en la que vemos a los culpables ingresar en prisión y a los héroes regresar a su vida cotidiana (con la prota imaginando a la víctima despidiéndose de sus seres queridos). Todo ello con una recalcitrante cámara lenta.
Y todo esto pasa… ¡en todos los episodios! Tampoco puedo dejar pasar por alto que no hay quien se crea que en Estados Unidos haya una unidad que se dedique a estas cosas. Ahora me saldrá un lector que haya estado toda su vida en ese país y que sepa que es cierto (no dispares a matar), pero todo suena a lavado de cara, a somos fantásticos y geniales y resolvemos hasta los casos de hace 25 años que nadie resolvió, y vamos a dejar el pasado criminal de Estados Unidos bien limpito.
En fin, que no sé lo que opinará el lector, pero aunque tiene algunos episodios muy interesantes, no se trata de una gran serie.
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