Uno de los motivos que me incitaban a redactar este post es la llegada de una nueva plataforma de televisión por satélite, Starmax HD, que aunque sea muy pronto para hacer una valoración ya que su presentación fue hace tan sólo unas semanas, al parecer ni ha gustado al gran público, ni augura grandes expectativas. Son muchos ya los que ven como un impedimento la instalación de una parabólica, una infraestructura técnica que se queda cada vez más obsoleta a la hora de transmitir televisión. Pero, ¿por qué? La llegada del video IP a internet revolucionó absolutamente toda la industria audiovisual, tanto técnica como de contenido, dos de los grandes pilares sobre los que sustenta sus bases.
¿Tiene sentido por tanto emprender un negocio audiovisual hoy en día basado en este modelo? Si es a la antigua usanza, mi respuesta quizás sería negativa, aunque los estudios de mercado pronuncien algo diferente. Pasan los meses, pasan los años, y los responsables de la gestión de derechos y explotación de contenido andan aún con pánico cuando les comentan que hay que cambiar radicalmente el modelo de negocio del audiovisual en nuestro país y deben mirar hacia internet. Las audiencias en pantalla siguen bajando, la segmentación de públicos sigue creciendo y día a día, los espectadores somos más libres a la hora de poder elegir que ver sin que un programador decida el cómo, el cuándo y el qué por nosotros.
Si está claro que internet es el mejor amigo de la televisión respecto a distribución y disposición de contenido, ¿por qué muchas cosas en el panorama televisivo (principalmente español) siguen fallando? ¿Qué es lo que necesita la otra parte de la industria televisiva? Es decir, los espectadores. Analistas y expertos del sector dicen que el pilar de la industria televisiva es y será el contenido. Pero, ¿qué elementos claros tiene que tener la televisión para continuar desarrollándose con éxito durante los próximos años? Algunos pueden ser los siguientes:
Llevar implícito el sentido de internet
La aparición del IPTV y el video por internet revolucionó definitivamente el mercado audiovisual. ¿Qué gran valor añadido tienen ahora las redes de fibra óptica o los satélites para transmitir televisión? ¿Por qué dejarse el dinero en una instalación u adaptación en el hogar para recibir televisión de pago? Internet, al igual que el teléfono, es un básico hoy en la mayoría de los hogares españoles. El par de cobre, a día de hoy, es nuestra vía de comunicación principal en casa, seguida por las redes móviles.
¿Por qué internet? No sólo por ser un gran canal de distribución presente en la mayoría de núcleos urbanos con suficiente cobertura (aunque unas infraestructuras de red IPTV requieren también una alta inversión tecnológica), si no por llevar implícito el sentido de la interactividad con el usuario, el canal de retorno y todas las opciones de acceso a contenido que añade valor a la experiencia televisiva que para determinados públicos podría quedarse obsoleta. Internet es el pilar base por el que se sustentan servicios tan distintos como pueden ser Boxee hasta Imagenio.
Un catálogo audiovisual prácticamente completo
En internet está disponible casi todo lo que desees. En televisión convencional estamos limitados a hacer un zapping para encontrar algo que nos interese. En la red buscamos un contenido y lo visionamos. En el fondo, funciona de forma parecida a ese principio de la televisión de encender y ya funciona. Hemos encontrado la mejor infraestructura de servidor de contenido posible. El catálogo es millonario y cuenta con todas las ventajas de la interactividad con el contenido: comunicación entre personas que están viendo lo mismo, recomendación entre espectadores, control total sobre el contenido y decisión propia del momento del visionado. Cosas que se han convertido en básicas.
Para luchar contra esto sólo hay dos vías: Ofrecer una alternativa igual o superior. Lo que no tiene sentido es ofrecer una alternativa inferior, en la que el contenido esté limitado o incompleto, puesto que como espectadores con opciones libres seguiremos buscándonos la vida para encontrar lo que realmente buscamos, lo que nos interesa y no lo que un determinado grupo de gente quiere que se vea. Servicios como Netflix son el gran ejemplo a seguir, aunque su implantación en España esté aún lejos por la cantidad de barreras que se encuentra en su camino, como la gestión de derechos de autor patria, canon, ...
Apostar por el contenido de calidad
Las series norteamericanas tuvieron su boom a principio de la década del 2000 y parece que las británicas lo están teniendo ahora, así como desde hace algunos años nuestra ficción nacional ha subido notablemente de calidad tanto técnica como de contenido, aunque no para todos comparable a las producciones británicas y/o norteamericanas. Como hemos comentado, son muchos los analistas que siguen pensando que el futuro de esta industria sigue y seguirá siendo el contenido.
La tecnología que rodea a la televisión no es más que la forma que tenemos para recibirla e interactuar un mínimo con ella. Pero el principio que mantiene a este invento activo desde hace medio siglo sigue siendo el contenido, el rey del entretenimiento. Apostar por nuevas ficciones, nuevos programas, vueltas de tuerca, formatos basados en la utilidad, temáticas particulares y menos masivas son la clave de la nueva gran audiencia televisiva.
La reconversión de la parrilla programática
A nadie le gusta que decidan por nosotros en determinadas situaciones, y menos en nuestro tiempo de ocio, donde queremos y merecemos ser los reyes extremos y absolutos si no tenemos que lidiar con alguien más. En esas casi tres horas diarias de media en la que los españoles nos exponemos a este tipo de ocio que es la televisión, necesitamos la máxima agilidad en la forma de consumir el contenido.
Los discos duros multimedia puede que lleguen a ser ciertamente tediosos en algún momento en los próximos años porque necesitaremos un servicio en el que todo el contenido esté disponible en la modalidad “aquí y ahora”, así como las descargas (el streaming es la tecnología que triunfa por su inmediatez) y lo que más saldrían perdiendo, los PVR. La industria televisiva necesita un servicio interactivo de muy fácil acceso, bajo modalidad de pago tarifa plana o gratuito sustentado por publicidad en el que poder elegir el contenido a disfrutar vía streaming con el mínimo de limitaciones posibles, principalmente las horarias.
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