Hace un par de días Nielsen publicó un informe sobre el crecimiento de los canales que los estadounidenses suscritos al cable tienen disponibles. En los últimos seis años, la cantidad de canales ofertados en los paquetes de cable ha aumentado de 129.3 a 189.1 y, sin embargo, el consumo real medio apenas se ha movido en el mismo periodo, manteniéndose en 17 canales. Como dato aislado no sorprende demasiado, pero sí es útil para confirmar con números hacia dónde se dirigen las tendencias de consumo de los espectadores además de reafirmar que más contenido no equivale necesariamente a más consumo.
Primero es una cuestión de lógica. El tiempo es finito y el espectador sabe lo que busca; con un cable tan segregado en perfiles específicos como el americano es coherente que cada espectador tenga sus preferencias claras y tras un rápido zapeo acabe siempre en los mismos canales. Es una realidad que también se refleja en el crecimiento exponencial que el uso de DVR ha tenido en los últimos años –y en la importancia que le dan las cadenas a los ratings relacionados; el mismo tiempo disponible frente a más oferta es una ecuación que favorece el incremento del visionado en diferido.
Ya no es sólo que haya más canales, sino que algunos que hace unos años apenas producían contenido original están aprovechando este patrón de conducta para intentar sumarse a la fiesta. Todo este asunto siempre levanta debate en torno a la política de los proveedores de cable y si estos deberían ajustarse a las tendencias actuales y abandonar el modelo de paquetes por un cable a la carta.
¿Cable a la carta?
Muchos espectadores demandan tener la oportunidad de elegir qué canales ver en su paquete de cable en lugar de verse obligados a ceñirse a un puñado de packs estándar, o directamente abogan por eliminar el formato suscripción y abonar por canal. De base podría parecer sencillo dejar que el cliente elija qué ver y aplicar tarifas en consecuencia, pero el asunto es mucho más peliagudo de lo que aparenta. Voy a intentar resumirlo.
El universo de las comunicaciones está gobernado por un puñado de grandes compañías con decenas de subsidiarias y asociados que producen contenido; estos conglomerados venden los derechos de emisión de sus canales a los proveedores de cable en paquete, como es lógico, para proteger sus canales/contenido menos demandados y sacar beneficios apoyándose en aquello que tiene éxito; si no me compras canal encaje-de-bolillos, no te doy ESPN (uso este ejemplo porque los canales deportivos son lo que más encarece las suscripciones y levanta más quejas).
Si fuesen los espectadores los que pagasen ese contenido, los canales más consumidos acabarían costando sumas similares a las que actualmente hay que abonar por ver canal premium (HBO, por ejemplo, cuesta al mes de 15$ a 19$ dependiendo del proveedor, aunque con paquetes suele reducirse el precio) y el resultado final acabaría siendo incluso más caro que por paquete. El cable se beneficia de ofrecer esos canales menos vistos porque los ingresos publicitarios ayudan a compensar el pago de derechos para emitir los más costosos. Si esos canales pequeños tuviesen que reclamar suscriptores por su cuenta, probablemente la mayoría acabaría desapareciendo.
Pago al por menor
El binomio oferta/demanda podría funcionar en dos sentidos; los canales más vistos podrían reducir sus tarifas dado el volumen de clientela, sin embargo parece poco probable que los proveedores no intentasen obtener el margen de beneficio más alto, mientras los minoritarios se verían forzados a reducir el precio al mínimo y acabarían desapareciendo, algo que los conglomerados probablemente no quieran (por motivos mucho menos nobles que la variedad y diversidad de la oferta).
Y de todo esto se aprovechan (y seguirán haciéndolo y cambiando el mercado) servicios como Netflix, iTunes o Hulu. Ya no es sólo el hecho de que la mayoría del contenido de esos ciento y pico canales sea basura; ahora existen estos proveedores de contenido a la carta y a bajo coste que permiten ver temporadas enteras, pagar sólo por los episodios que deseas e incluso disfrutar de contenido original de calidad y competitivo. Hay tanta oferta de televisión que fuerza al espectador a aplicar un filtro cada vez mayor, y en este entorno el pago al por menor (y a la carta) cobra cada vez más sentido.
En ¡Vaya Tele! | ¿Está Netflix quitando negocio a HBO y otras cadenas de cable premium?
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