La religión es una cosa muy seria, y precisamente por eso es tan jugosa a la hora de hacer humor a través de su prisma. Aunque eso en realidad no quiere decir nada, puesto que comedias religiosas memorables no nos salen demasiadas. De todos modos, la figura de Dios, sea cuál sea la encarnación elegida, sí que ha dado alguna alegría en cine o televisión. Veamos por qué y por dónde.
Ay señor, señor
No es fácil encontrar el lado divertido de la espiritualidad oficial de millones de fieles sin herir alguna sensibilidad, pero de eso saben un rato Trey Parker y Matt Stone, genios, dueños y señores de cada decisión detrás de 'South Park'. ¿Y sabéis qué? Que todas son acertadas. Ya sea la visión del paraíso, del infierno o de ese Jesucristo radical, en la serie o en los videojuegos, su personaje es un arma de destrucción masiva dentro y fuera del contexto del episodio que reclame su presencia.
Otro que no se casa con nadie, ni siquiera ahora entre toneladas de dinero y contratos con las compañías más importantes del mundo, es James Gunn. El cineasta de 'Guardianes de la galaxia' también realizó un sorprendente casting divino en su obra maestra (otra más) 'Super', la verdadera película sobre los verdaderos héroes que necesitamos. Este año cumple 10, nada menos.
Pero las comedias también pueden incluir trasfondos religiosos algo más amables, como en 'El alucinante viaje de Bill y Ted' las dos entregas de 'Como Dios'. En 'La vida de Brian', los miembros de Monty Python se jugaron la carrera y la vida, y unos cuantos años más tarde, la divertida 'Dogma' de Kevin Smith demostró que el fanatismo no entiende de alta comedia. De elevada comedia.
Nuestro querido (y ateo) Ricky Gervais se burló de los Mandamientos, el cielo y demás parafernalia religiosa en su (mediocre) 'Increíble pero falso' ('The Invention of Lying'). 'Juerga hasta el fin' ('This is the End') o el documental 'Religulous', de Larry Charles, también metieron el dedo en la llaga, aunque con diferentes intenciones y resultados.
En 2021 se cumplirá el 20 aniversario de 'Jesucristo, cazador de vampiros', un divertimento campy a medio camino del cine de Pedro Temboury o Jesús Franco, pero con ese aire cutresco digno de las producciones más infrahumanas del cine de explotación filipino. Eso sí, es mucho más amigable y soleada que cualquier producción de ese tipo. Aunque seamos fans de 'Kárate a muerte en Torremolinos' y 'Ellos robaron la picha de Hitler'.
Nosotros también supimos aprovechar en algún momento las corrientes divinas y celestiales. 'Año Mariano', la película con la que Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo intentaron continuar el legado del 'Airbag' de Juanma Bajo Ulloa, no funcionó como esperaban y se convirtió rápidamente en un título de culto. Por otra parte, también de culto pero con una corriente de opinión mucho más positiva, el salto a la gloria de Javier Ambrossi y Javier Calvo, 'La llamada', fue un soplo de aire fresco.
No se me ocurre una película de terror, exorcismo y muerte más optimista y bienintencionada en toda la historia del cine español. Lo que debería haber sido 'Camino', la película aquella con la que Fesser se alejó temporalmente de las ganas seguir viviendo, lo empaquetan en papel biodegradable cuqui bien fluorescente.
Dos de las últimas adiciones al movimiento vienen de sitios inesperados y con muy diferentes tradiciones. 'El nuevo Nuevo Testamento', del belga Jaco Van Dormael. Llevo siete años viviendo en Bruselas y tengo un par de cosas que decir sobre ella: Dios no vive allí y la película funciona y tiene sentido del humor. Aunque a ratos peque de belga. Benoît Poelvoorde es un fuera de serie.
La última en llegar y no por ello menos polémica ha sido la comedia brasileña 'Especial de Natal: Se Beber, Não Ceie', un mediometraje paródico sobre las consecuencias de una última cena un tanto pasada de rosca. Obviamente, ha sido la última en encender los fuegos protestantes de los más fieles. Bueno, en realidad todos sabemos que la última, lo que se dice la última, no será.
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