Las mejores películas de terror de Sitges 2024, un recorrido por los grandes descubrimientos y rarezas de la última edición del festival

Desde 'La sustancia' a 'Exhuma', pasando por la flamante ganadora 'El baño del diablo'

Otro año más, el Festival de Cine Fantástico Internacional de Sitges nos ha dado una cosecha interesante de cine de género, aunque, a diferencia de otras ediciones, el nivel ha estado por debajo de la media y, lo que es menos habitual, se ha quedado corta en la programación de terror, en un año en el que precisamente ha habido una cantidad inusual de estrenos comerciales que han mostrado su buena salud.

Sin embargo, esto no significa que no haya habido un poco representación de escalofríos y variantes. Si quieres explorar algunas de las mejores películas del festival en general, tocando todos los palos, tenemos un listado de los rescates más interesantes del fantástico en su término más amplio, pero si te interesa qué ha habido dentro de las secciones satélite a la sección oficial, donde se encuentran las pequeñas pepitas de oro del escalofrío y el gore, entramos en una crónica algo más minuciosa dentro de los títulos más siniestros de la edición.

Variaciones y derivaciones del Folk Horror

El folclore ha dado pie a que distintos países muestren su mitología particular y cómo se relaciona con sus zonas ancestrales, y esta tendencia no ha estado oculta en los pases de la muestra, con lo que se empezaba pronto con ‘Witte Wietten’ un folk horror neerlandés de solo una hora que bascula entre ‘La bruja’ y la historia sobre lesbianas de ‘Field Guide to Evil’, con elementos góticos, feéricos y poco recato en mostrar gore con FX artesanales, al tiempo, como viene siendo habitual en estos esfuerzos independientes, que denuncia el patriarcado bajo una gran atmósfera de horror sobrenatural.

Tras otros títulos que quedaron en fiasco como ‘Basileia’ llegó el turno de la irlandesa ‘Fréwaka’, que puso los pelos de punta en el Auditori con una nueva inmersión en la mitología irlandesa. Hablada en gaélico, su temática de fantasmas de la represión y mujeres en el limbo de la locura representa bien el movimiento de directoras británicas de terror que están asentándose en el género con atmósferas siniestras. Probablemente el descubrimiento de terror de este Sitges, que tuvo como ganadora otro título codirigido por una mujer como es la soberbia ‘El baño del diablo’.

Un justo reconocimiento a una película que, bajo su apariencia de drama histórico, bebe de distintas tradiciones del cine de terror, convirtiéndose en la gran película de género del festival. Con mimbres de un tenebroso true crime en la Austria rural del siglo XVIII, sus ecos de Robert Eggers van incorporando sangrientos rituales de cristianismo atávico, es decir folk horror histórico invirtiendo el punto de vista. La nota opuesta fue ‘Get Away’, una parodia de ‘El hombre de mimbre’ y ‘Midsommar’ en clave comedia escatológica y ramplona que compensa su falta de gracia con litros de sangre. Pese a Nick Frost y sus giros, era más material de maratón que una sección oficial.

Thriller criminal de pesadilla

Entre las secciones paralelas hubo algunos títulos sobre policías investigando asesinatos que llegaron a tocar zonas oscuras y rodearse de elementos de terror, como ‘The Soul Eater’ lo nuevo de los directores de ‘Al interior’, que prueban en el thriller criminal con elementos de mitología local y bastantes parecidos a ‘Longlegs’. Una especie de ‘Los ríos de color púrpura’ dirigida por Lucio Fulci, con muertes muy gore y un misterio tangente a redes de abuso infantil desde una perspectiva sensacionalista, bastante diferente al enfoque de ‘Maldoror’, la mejor película del Festival.

Puede que la obra maestra de Fabrice Du Welz, este monumental thriller criminal está inspirado en el turbio caso de Marc Dutroux, lo que utiliza como lienzo para exponer la trampa del sistema policial y la peligrosa red de pederastia alrededor. Una obra dura, perturbadora, con escenas de verdadero horror propio de una novela de Thomas Harris, y a la altura de ‘Memories of murder’. Más lírica, pero con detalles gráficos fuertes fue ‘L’orto americano’ de Pupi Avati, un noir en blanco y negro al estilo años 40 envuelto en la fantasmagoria de Poe y el giallo.

Probablemente, Avati sea el maestro italiano del horror con una etapa final tan digna, dentro su sencillez. Y la polémica llegó con ‘Strange Darling’, un estupendo psycho-thriller noventero lleno de giros, tiros y fugas eróticas que ofrece una dinámica experiencia pulp que, si bien es bastantemás predecible de lo que parece, usa su coartada de thriller para ofrecer prácticamente un slasher lleno de muchas y sangrientas muertes, solo que contadas con cronología alterna. Por otro lado, no está de más recapitular sobre lo que significa la psicopatía antes de suponer agravios ideológicos en esta película.

Horror geriátrico y asilos terroríficos

Otro de los sorprendentes temas comunes en muchos de los proyectos presentados fue la vejez, pero en lugar de afrontar sus miedos a través de una clásica aparición de abuelos desnudos amenazantes, tuvimos las residencias como lugares favoritos para esconder el mal. Así, ‘Night Silence’, una rareza triste y oscura que se propone como una versión polaca de ‘Bubba ho-tep’, solo que cambia las momias y a Bruce Campbell por monstruos bastante bizarros y bien hechos, que simbolizan un rito de paso no diferente a los que aparecían en ‘El laberinto del fauno’, pero aquí el paso no es a la adolescencia, sino a la muerte.

Más realista fue la melancólica ‘The Rule of Jenny Penn’, que con razón ha gustado a Stephen King, puesto que parece la adaptación de uno de sus relatos. Un duelo artrítico en el geriátrico con un terrorífico John Lithgow firmando otro de sus memorables villanos junto a marioneta que da mucho mal rollo. Por su parte, el creador de ‘Historia de lo oculto’ vuelve al horror cósmico en ‘A mother’s Embrace’, cuya mayor parte del metraje ocurre en un asilo en la que hay varios ancianos en medio de una gran tormenta, una especie de respuesta flemática a ‘Venus’ con dirección sólida y cierto déficit de intensidad.

Terror en castellano

El cine español y latinoamericano estuvo muy presente en la edición, dejando algunos títulos sorprendentes como ‘Una Ballena’, un estupendo noir nacional contado a fuego lento, en la que su trama de contrabandistas y sicarios esconde criaturas cósmicas y viajes astrales. Un atmósferico thriller fantástico cuya devoción por ‘Under the Skin’ le resta enteros, que al menos equilibra tener a un Ramón Barea en estado de gracia. Merece atención ‘Apocalipsis Z’, una sólida adaptación de la importante novela zombie española que abraza el lado aventurero del subgénero con una dirección quizá no a la altura de su bien construido guion. Francisco Ortiz es una joya nacional que deberíamos poner en un altar.

No decepcionó ‘El llanto’, debut de Pedro Martín-Calero que en realidad interesaba por su guion de Isabel Peña, en su primera incursión en el terror puro, aquí a través de fantasmas de realidad aumentada y tormento intergeneracional femenino que viene a ser una mezcla entre el tono de Kiyoshi Kurosawa y la idea principal de ‘El ente’. Insólita en el cine español, es sorprendente su recepción tibia, cuando sigue una estructura casi experimental y antológica con la que parece que Peña sigue experimentando con las cronologías y lo volantazos narrativos que se conectan deformas sutiles y temáticas. No estamos para descartar propuestas como esta.

La mexicana ‘Un cuento de pescadores’ proponía una realista tragedia rural salpicada de superstición también como una especie de antología oscura conectada por pasiones orquestadas por la siniestra presencia de una leyenda acuática maléfica local. Tiene dos escenas realmente potentes, una inspirada en ‘Saturno devorando a sus hijos’. Hubo tiempo para una simpática antología con Javier Botet, ‘Historias de Halloween’ y ver la flamante restauración del film de culto ‘The Birthday’ en la que Corey Feldman se enfrenta a una conspiración lovecraftiana mientras sale con una duplicante de Paris Hilton.

Streaming Horror en pantalla grande

Sitges no solo sirve para descubrir pequeñas joyas, sino que también nos permite poder ver el estreno en salas arrebatado a muchas películas destinadas directamente en plataformas, algunas, que ni siquiera han llegado a España como ‘Apartment 7A’, la esperada precuela de ‘La semilla del diablo’ que no aspira llegar a tocar a Polanski, una absoluta falta de ambición que le sienta bien, pero también le impide tener una mayor osadía. Una pena, porque en detalles como su parentesco con ‘Las zapatillas rojas’ había potencial, pero queda muy lejos de ‘La primera profecía’, porque Natalie Erika James tampoco es Arkasha Stevenson.

También se pudo ver ‘Mr Crocket’, que ahora se aparece en Disney+, un muy modesto horror noire lleno de ideas horror noire que convierte a Bill Cosby en una especi Freddy Krueger para la era de la nostalgia de los 90 y los VHS malditos, Es como un episodio largo de ‘Pesadillas’ turbio y gore que podría formar parte de ‘Ellos’ de Amazon. Muy incomprendida resultó la nueva ‘El misterio de Salem’s Lot’ que renuncia a la adaptación canónica del clásico de Stephen King y lo reformula en forma de cómic de la Warren, casi como manifiesto de la idea de que todas las buenas películas de vampiros con espíritu de serie B de los 80, como ‘Noche de miedo’ o ‘Jóvenes ocultos’, le deben todo a la novela y su primera adaptación.

La presencia de Shudder en el festival es constante, pero no se habló lo que debería de ‘Oddity’, una pequeña y simpática visita al pasado del horror británico con onda Amicus que introduce un muñeco de madera escalofriante en medio de un siniestro misterio. También se pudo ver la ‘The Bear’ del terror de este año, ‘House of Spoils’ y la última entrega de la saga V/H/S/, que lleva por título ‘Beyond’, una antología found footage que basa su impacto en el gore y que en su idea de mirada subjetiva contiene ideas de planificación y uso de efectos especiales de los que muchos grandes blockbusters podrían aprender

Asia escalofriante

Aunque no viva una etapa de gloria como a principios de los 2010, el cine coreano sigue dando sorpresas, y tuvimos la oportunidad de ver ‘Exhuma’, probablemente la mejor película de terror coreana desdeEl extraño’ (2016), una espectacular odisea macabra de rituales funerarios prohibidos, maldiciones ancestrales y chamanismo pop que aúna espantos y trasfondo histórico con convicción y épica. Indonesia no tuvo su momento, y apenas vimos la flojita ‘Respati’ cuya idea de convertir a los dream warriors del Elm Street en superhéroes juveniles dentro de un mundo de pesadilla se quedaba algo corta.

Japón tampoco vive su gran momento en el terror, y parece que ‘Dead Talents Society’ lo sabe, una comedia sangrienta y tontorrona que toma la idea de ‘Monstruos S.A.’ para reírse de todos los tópicos del kaidan eiga, un exorcismo definitivo a todos los tropos y clichés del terror japonés, satirizando la nueva obsesión social media por el éxito. Sin embargo, las islas también nos trajeron la pequeña ‘Coffession’, un potente thriller con dos amigos encerrados en la nieve junto a un oscuro secreto que convertirá la velada en una especie de adaptación en acción real del episodio de los Simpson de la cabaña de Homer y el Sr. Burns.

Más desde Corea del Sur en ‘Noise’, sobre una joven con problemas de oído que decide investigar la inexplicable desaparición de su hermana. Ruidos raros y presencias malignas donde el diseño de sonido es clave. Más exótica resultaba ‘Tenement’, horror camboyano que apuesta por la contención y el diseño de los espacios para desarrollar atmósferas sobre arquitecturas decrépitas, una revisión lo-fi de ‘La centinela’ que se queda corta en escenas de impacto pero sabe surfear la moda de posesiones asiática con una dirección elegante.

Miedo sin fantasmas ni demonios

Poca repercusión tuvo la estupenda ‘Push’, de los directores de ‘The Boy Behind the Door’, que siguen perfeccionando sus juegos del gato y el ratón, esta vez en una mansión que impregna su home invasion arquetípico con ribetes góticos, citando ‘Il telefono’ de Mario Bava y ‘Al interior’. Otra de las muy agradables sorpresas fue ‘Dead Mail’ que reescribe ‘Misery’ con estética retro, simpatías por el true crime viejuno y el mundo de los ingenieros de sintetizadores de los 70.

Sus detectives funcionarios de correos parecen salidos de páginas de ‘American Splendor’ y su estética post-vaporwave utiliza las texturas como broma interna, dejando la sensación de que hay sonrisas congeladas en cada momento absurdo. Una curiosidad quizá para cafeteros del mumblegore. Otra rareza fue ‘Body Odissey’ que podría describirse como ‘Whiplash’ si la dirigiera Eduardo Casanova, pero en vez de batería y Jazz tenemos músculos de plástico y culturismo. Etiquetada como una película de body horror, tan solo es una muestra de las exigencias irreales en ese deporte y la deriva mental y de la salud que puede conllevar, lo que la hace más empática y genuina que la cínica ‘Sangre en los labios’.

Hits de taquilla

Adelantos, pases especiales y preestrenos, en Sitges hay una oportunidad de oro para ir catando algunas de las películas que luego triunfan en los cines, y es el caso de la sesión de clausura ‘Nunca te sueltes’, que se estrena el 31 de octubre en España. En ella, Alexandre Aja propone una especie de temporada completa de ‘From’ en menos de dos horas, cambiando el pueblo por una cabaña en el bosque. Halle Berry es un equivalente evangélico de ‘La mesías’, solo que aquí hay monstruos y algunas vueltas de guion que dejan sorpresas y giros más perversos de lo que parece.

También en Halloween llegará ‘Terrifier 3’, el fenómeno de taquilla actual en Estados Unidos con el que el director Damien Leone se consagra como verdadero ingeniero técnico en gore artesanal de vieja escuela. Una pena que Art The Clown esté un poco repetitivo y cargante como un niño haciendo el tonto cuando ya ha pasado su hora de dormir. Buen puñado, eso sí, de muertes muy burras. Y el actual tema de conversación en redes, ‘La sustancia, se coronó en sus pases con su potente híbrido de terror, ciencia ficción y cuento de hadas sobre el edadismo y la trampa de la belleza a través de la nueva carne.

Curiosidades inclasificables

Entre asesinos, fantasmas, posesiones y monstruos ancestrales, en Sitges siempre acaban filtrándose películas atrevidas, de difícil clasificación y a menudo tan en tierra de nadie que pasan completamente incomprendidas, como es el caso de la estupenda ‘Animale’, un horror ganadero que parte de la premisa de un toro asesino suelto entre fincas de una explotación vacuna en la Francia rural actual. En realidad, usa la idea del fantástico para acercarnos a la experiencia de una mujer en plena lucha por ser recortadora en un mundo de hombres, con un tono que parece la mezcla perfecta de ‘As Bestas’ y ‘Crudo’. Resulta sintomático que no hayamos sido capaces de hacer esta película en España.

Los fans de Crispin Glover están de suerte con ‘Mr K’, un sueño kafkiano con elementos casi lovecraftianos en forma de comedia absurda de horrores surrealistas y laberínticos pasillos, llenos de opresivos papeles pintados, como telón de fondo para personajes pintorescos encerrados como si estuviera inspirada en ‘Sanatorium Under the Sign of the Hourglass’, el clásico de Bruno Schulz que, curiosamente también se presentó en sección oficial con el estilo único de los Quay Bros. Una hipnótica mezcla de stop motion y otras técnicas que colorean un hermoso y tétrico viaje al fondo de los recuerdos, lejos, eso sí, de la obra maestra de Wojciech Has.

Otra pequeña joya despreciada por su público supuestamente potencial fue ‘She Love Blossoms More’, que parece el episodio perdido de ‘Big Bang Theory’ que hubiera dirigido Panos Cosmatos en sus años de universidad. Ciencia ficción de terror que reformula la teletransportación de ‘La mosca’ con cameos de mutaciones cósmicas caseras que parecen diseñadas por Shintaro Kago. Otro refresco inesperado fue ‘Ick’ que usa el cine de monstruos de los 50 como ‘The Blob’ a modo de lienzo para su corrosivo comentario sobre el desencanto y la decadencia del sueño americano, usando la nostalgia de los 2000 como arma de dos filos.

Hypes que quedaron en Bluff

No hay festival sin sus decepciones y este año empezaron pronto, la inauguración con ‘Presence’ fue un fiasco bastante generalizado, su supuesto punto de vista de un fantasma parece un vídeo de presentación de un piso de Idealista en el que Soderberg usa el ojo de pez por encima de sus posibilidades para contar una peli de tarde con guion bochornoso. La premisa de ‘The Damned’ apetecía, una especie de cuento moral irlandés que se mueve entre el survival marítimo y la historia de fantasmas arquetípica, pero se ahoga pronto en un desarrollo demasiado tedioso y predecible decorado por algunos sustos facilones.

El subtexto sobre la maternidad deja otra interpretación digna de Óscar de Amy Adams en ‘Canina’, pero todo queda arruinado por el juego de trilero con el fantástico para colar una dramedita indie sobre empoderamiento dentro del matrimonio que en realidad lleva un mensaje ultraconservador que podría pasar por panfleto del foro de la familia. Otra promesa del terror de 2024 fue ‘Cuckoo’, cuya escena de la bicicleta parecía responder a las expectativas gracias a una estilosa dirección, pero acababa derrumbándose sobre sí misma demasiado pronto, con extravagancias para la galería y trama de drama alemán de sobremesa.

Había un runrún inusitado alrededor de ‘MadS’ por algún motivo, quizá porque hay algo que llama en las experiencias de jóvenes drogados franceses rodadas en un solo plano secuencia, sin embargo, lo nuevo del director de ‘Ellos’ se aleja teóricamente de la idea de ‘Climax’ para reformular de nuevo ‘The Crazies’ en una carrera frenética con bastantes virguerías técnicas que, sin embargo, dejan un continuo Déjà vu. También se había venido ‘Azrael’ como una de las grandes apuestas del terror de este año, narrando una persecución sin diálogos supuestamente frenética, lo que quedaba anulado por la losa de su innecesaria (y muy tramposa) subtrama "romántica" y una perezosa estética de temporada 17 de ‘The Walking Dead’ que sí se corregía algo en su tercer acto.

Documentales fantásticos

Pero no debemos despedirnos con una capa amarga de decepción, y merece la pena rescatar también la no ficción que brilló en el festival con grandes trabajos como ‘Chain Reactions’ otro éxito del director A. O. Philippe, que sacando oro de entrevistas alrededor del impacto de ‘La matanza de Texas’ en su cincuenta aniversario, rescatando ideas a través del montaje y material de archivo sobre las reflexiones de invitados como Stephen King o Karyn Kusama, que da una verdadera masterclass de cine.

Otra cita imprescindible fue el potente “Exorcismo: The Transgressive Legacy of Clasificada 'S'” un detallado estudio del cine de explotación español de la transición que baja a las entrañas del franquismo para analizar cómo el erotismo, la violencia y el terror fueron sinónimo de transgresión en una era en la que “el destape” y “la españolada” también definían la industria y el sentir de un pueblo reprimido y liberado. Pero la joya de la corona fue ‘The Last Sacrifice’, el verdadero eslabón perdido del folk horror y uno de los mejores documentales de terror en años, tratando el crimen real que cautivó la cultura pop británica de los 60 y que terminó dando la novela ‘The Ritual’ que adaptaba ‘El hombre de mimbre’.

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