Actor, director, autor. Buster Keaton fue todo eso y más. Un especialista sin frenos, un sofisticado antecesor del Johnny Knoxville más cinemático, pero también un poeta y un visionario. Un pionero que protagonizó una deslumbrante y breve carrera para la eternidad.
El genio sin voz
Decía Chaplin, a propósito de la tremenda hecatombe que supuso para el cine mudo la llegada del sonido, que "justo cuando empezábamos a dominarlo, se acabó". Aún resulta duro de asimilar, y no sabemos cuántas revoluciones ha vivido ya el séptimo arte.
Pero no solo fue la llegada del sonido, ni la del color, la que terminó con la fulgurante carrera del heredero del imperio de Roscoe Arbuckle. Los problemas con la bebida y, sobre todo, el maltrato al que fue sometido por los grandes estudios (hola, MGM), hicieron que Keaton pasase de súper hombre a pobre diablo.
A propósito del documental de Peter Bogdanovich que llega ahora a nuestras salas, vamos a complementar ese trabajo con siete títulos indispensables, tanto en formato cortometraje como largometraje, de uno de los más grandes de todos los tiempos.
Niños, no lo intentéis en casa.
Una semana (One Week, 1920)
Entre 1920 y 1923, Keaton realizó diecinueve cortometrajes bajo la producción de Joseph M. Schenck. 'Una semana' está considerado como el primer cortometraje en solitario de Keaton. En cierto modo es un hecho, porque fue el primero en estrenarse. Sin embargo, antes había rodado 'El guardaespaldas', trabajo que consideró que no era lo suficientemente fuerte para su debut en solitario. Y Keaton estaba en lo cierto. 'One Week' es una gran película (corta) para debutar.
La película trata de una pareja de recién casados a quienes se les da un kit de "construye tu propia casa" y una parcela de tierra. Ese tipo de vivienda prefabricada estaba de moda entonces, y la película parodia no deja títere con cabeza en su sátira, algo que Keaton realizó en más de una ocasión.
Una cómica pesadilla con aires de M.C. Escher y una planificación que ya advertía que detrás (y delante) de la cámara había un talento con un pie en los dibujos animados y otro en el cementerio de los valientes.
La mudanza (Cops, 1922)
Si te preguntabas la razón por la que nunca encontrabas 'Cops' en las (aceptables) ediciones españolas de los cortometrajes de Keaton, la razón era su título en español. 'La mudanza' es una de las más famosas historias cortas de Keaton, con la secuencia del protagonista perseguido por docenas de policías (un truco que replicaría años más tarde en 'Siete ocasiones'), y por la famosa y totalmente imposible huida agarrando un coche con una mano.
Cualquier día vemos una entrega de 'Misión Imposible' donde Tom Cruise se atreva a replicar este movimiento imposible, pero de momento, casi cien años después, no lo hemos vuelto a ver.
La ley de la hospitalidad (Our Hospitality, 1923)
Tras debutar en el mundo del largometraje con 'Las tres edades ', donde parodiaba a Griffith (¿lo veis?), Keaton crea su primer largometraje sobresaliente con su clásico "pez fuera del agua" dentro de una premisa que daría para una excelente comedia negra ahora mismo.
El neoyorquino Willie McKay recibe una carta que dice que debe viajar al sur para reclamar la herencia de su padre. Su euforia se esfumará cuando descubra la oscura historia de la familia. Una comedia negra llena de maldad.
El navegante (The Navigator, 1924)
Hablemos de perfeccionismo: vale la pena destacar un par de detalles sobre la producción de la película. A Keaton a menudo le gustaba dar a sus películas un entorno atmosférico, para que la naturaleza jugase un papel importante en la narración. En el caso de 'El navegante', el equipo de producción de Keaton adquirió un trasatlántico de 150 metros que estaba a punto de ser chatarra, y la mayor parte de la película se encuentra a bordo de este barco.
Y el barco es un personaje clave en la historia. El otro dato de la producción corresponde a Donald Crisp, que figura oficialmente como co-director de la película. La relación entre ellos era nefasta y Keaton trabajó prácticamente en solitario. Con esos polvos se marcó un clásico. Así de grande era.
El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Jr., 1924)
Aunque 'The General' sea la "mejor película" de Keaton, somos legión los que opinamos que la obra cumbre de su filmografía es esta extraordinaria odisea onírica llena de trucajes inauditos que abrieron un sinfín de posibilidades aún hoy explotadas.
Cine dentro de cine dentro de sueños y un guiño constante a la creación de Conan Doyle hacen de sus escasos tres cuartos de hora la que probablemente sea la película ideal para iniciarse en la filmografía de Keaton.
El maquinista de La General (The General, 1926)
La considerada obra maestra de Keaton lo es por una buena razón. Toda su idiosincrasia está expuesta al más alto nivel, y además a toda máquina: su ingeniosa fusión drama real y acción cinemática evasiva, su diseño narrativo clásico de "hombre en una misión", todos los obstáculos físicos y emocionales posibles y la maldita guerra de fondo.
Los obstáculos físicos son, por supuesto, proporcionados por una locomotora a la que ni siquiera los Hermanos Marx pudieron hacer sombra. Ese tren es uno de los grandes personajes de todos los tiempos, que duda cabe.
El héroe del río (Steamboat Bill, Jr.1928)
La peli de catástrofes de Buster Keaton apuesta todo a un tercer acto demencial que aún no ha sido superado un maldito siglo después.
No queda ni una sola variante del entretenimiento absoluto sin pasar por la pantalla. Imposible ofrecer más en setenta minutos.
La última película clásica y personal de Keaton antes de llegar a los estudios que comenzarían a dinamitar y limitar su ingenio en una prueba que nunca pudo superar.
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