Las 22 mejores películas de brujas de todos los tiempos

Como todos los monstruos, las brujas tienen un subtexto que enriquece su mitologia. El vampiro es pulsión sexual y carnívora desatada, el monstruo de Frankenstein es nuestra ansia de trascender más allá de la muerte, el hombre-lobo es la bestia que llevamos dentro y el zombi, la despersonalización a la que nos somete la sociedad moderna. La bruja es una mujer diciendo que te metas tus puñeteras reglas que la obligan a someterse a las convenciones de género y las expectativas sociales por donde te quepan.

Las brujas han sido siempre iconos de una especie de feminidad exacerbada, de cosas que asustan a los hombres: se agrupan en contubernios prohibidos y obscenos; tienen conocimientos de magia y medicina que rivalizan con los de los más sabios (y son más efectivos); son viejas, de nariz ganchuda y joroba, pero si quieren también son mujeres de belleza cautivadora e hipnótica; son celestinas y matronas, es decir, que conocen los secretos del sexo, la vida y la muerte mejor que cualquier hombre. Y por eso hay que perseguirlas, torturarlas y quemarlas.

Películas de y con brujas ha habido desde el principio de la historia del cine, en títulos tan esenciales (y esotéricos) como 'Häxan'. Pero han tenido múltiples encarnaciones: desde los vejestorios pop de 'El mago de Oz' y Disney a las aventuras de cazadores de hechiceras, pasando por la reivindicación feminista agresiva que permea películas tan distintas como 'Las brujas de Eastwick' o la reciente 'La bruja'.

Hemos querido recopilar aquí las mejores películas de brujas: de las brujas más convencionales a las más aterradoras y viscerales, pero hemos intentado cubrir todas las posibilidades que nos da el mito. Hay unas cuantas rarezas que quizás no conozcáis y los clásicos inevitables. Estas son nuestras brujas del cine predilectas. ¡A la salud de Black Phillip!

Häxan - La brujería a través de los tiempos (1922)

Solo por estar inspirada en Malleus Maleficarum, el mítico manual alemán del siglo XV para cazar brujas ya debería estar en esta lista, pero es que este clásico silente de Benjamin Christensen es mucho más: una especie de docudrama que mezcla alta cultura sobre historia medieval y pura explotación de desnudos y torturas. La película es perturbadora por la potencia evocadora de sus imágenes, por su poesía erótica sin ningún tipo de cortapisas, y también porque cuando se pone en plan monstruos dementes y Satanás zampando gente, tampoco tiene parangón.

Blancanieves y los siete enanitos (1937)

La bruja que asentó el patrón por el que se cortaron todas las brujas de cuento de hadas posteriores, desde Úrsula de 'La sirenita' a la Bruja del Oeste de 'El mago de Oz'. El porte aristocrático de la reina lo imitó la propia Disney en la Maléfica de 'La Bella Durmiente', pero es su encarnación como anciana terorífica y de eterna sonrisa desdentada la que pasaría a la historia. Un clásico icónico y, aún hoy, profundamente inquietante.

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El mago de Oz (1939)

Quizás, junto a las de Disney, la bruja de cuento de hadas más icónica de todas. Buena parte de la culpa la tiene la brillante, odiosa y aterradora interpretación de Margaret Hamilton y su soberbia caracterización con todo lo que caracteriza a una buena bruja (gorro puntiagudo, escoba, verruga). Al principio iba a ser una bruja glamourosa y menos estridente, acorde a la descripción del libro donde sale mucho menos, pero se decidió dar un giro en ese sentido. Al fin y al cabo, quien quiere parecerse a esa boba remilgada de Glinda.

De entre las secuelas y ampliaciones del mundo de Oz, mucho ojo a la Princesa del Norte de la oscurísima secuela que rodó Disney en los ochenta, 'Oz, un mundo fantástico' (con Fairuza Balk, más tarde brujita gótica en 'Jóvenes y brujas' dando vida a Dorothy). La encarnaba Jean Marsh, que también interpretó a una hechicera de espada y fantasía paradigmática de los ochenta, la reina Bavmorda de 'Willow'.

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Me enamoré de una bruja (1958)

Una comedia romántica con Kim Novak y James Stewart (curiosamente, seis meses tan solo después de 'Vértigo', una película que no puede ser más distinta a todos los niveles) en la que una bruja hechiza a su vecino para fastifiar a una rival. Muy divertida e inocentona, con excelentes papeles secundarios de Elsa Lanchester (¡la novia de Frankenstein!) y Jack Lemmon y, junto con la magnífica screwball comedy con Veronica Lake 'Me casé con una bruja', gran responsable de la implantación en la cultura pop de una idea romántica y doméstica de las hechiceras que cristalizaría en esa obra maestra del humor televisivo que es 'Embrujada'

La máscara del demonio (1958)

Rodada en un atmosférico y tenebroso blanco y negro por Mario Bava, estamos ante uno de los grandes clásicos del horror de todos los tiempos y una de las brujas que claman venganza ante los descendientes de quienes le ajusticiaron más justamente populares de la historia. Con una atmósfera gótica única, llena de ataúdes, murciélagos y castillos que se caen a cachos, posee una violencia iconográfica asombrosa para los años sesenta, y el rostro de Barbara Steele marcado horriblemente por la máscara del título y por donde se pasean campantes unos cuantos escorpiones sigue helando la sangre.

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La Bella Durmiente (1959)

De todas las brujas Disney, Maléfica es sin duda la más elegante y magnética. Se distancia del tópico de la vieja maquiavélica y eso la hace más temible e insidiosa: va de frente y no oculta su maldad. Diseñada además con un gusto estético absolutamente legendario, obra de Marc Davis, su presencia cautivadora justificó la versión en imagen real 'Maléfica', que si bien no cumplió las expectativas, aprovechó con acierto la indiscutible prestancia visual del personaje.

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Arde, bruja, arde (1962)

Basada en un libro clásico de Fritz Leiber, y adaptada por un par de expertos de la categoría de Charles Beaumont y Richard Matheson, estamos ante una bella y y atmosférica película de brujería que coloca los hechizos y los tejemanejes arcanos en un contexto cotidiano: una mujer (Janet Blair) usa la brujería para hacer prosperar la carrera de su marido. Cuando éste lo descubre, colérico, destruye todos los instrumentos de brujería, pero no es tan sencillo huir de la magia... ni de una rival de su mujer. Un clásico menor con detalles en común, por su enfoque racionalista, con 'La noche del demonio' de Tourneur.

Mary Poppins (1964)

El epítome de la bruja buena Disney, también apuntalada por la memorable 'La bruja novata'. Se trata de brujas que prescinden de cualquier elemento demoniaco en la caracterización de sus brujas, y que hasta sustituyen elementos típicos como la escoba por, en este caso, un paraguas. La historia de la bruja-ángel de la guarda de 'Mary Poppins', en cualquier caso, es deliciosa y está llena de momentos gloriosos, y pavimenta el camino para la actual moda de brujas limpias, que aprenden sus tejemanejes en asépticas academias y cuya principal representante actual es la Hermione de 'Harry Potter'.

Y por supuestísimo que 'Mary Poppins' ha tenido versiones oscuras. La mejor de todas es Jenny Seagrove en 'La tutora', de William Friedkin, una niñera druida que mantiene una relación íntima con un árbol milenario. Esta bruja capaz de volar y controlar a una manada de lobos sacrifica bebés a un ser vegetal. Nada más brujeril y tradicional, por mucho que rinda tributo a las fuerzas de la Naturaleza más que al viejo y bueno Satán.

Las brujas (1966)

Única incursión de la Hammer en el tema de la brujería (aunque no en el de los rituales oscuros o los cultos paganos), que se beneficia de dos nombres muy clásicos: Joan Fontaine -'Rebeca'- como protagonista y Nigel Kneale -creador de Quatermass- como guionista. Ambos dieron pie a una intriga sosegada, pero con una dosificación del suspense infartante, en la que una profesora de escuela empieza a sospechar, tras volver de un viaje por África, que la rodean una encarnación moderna de las clásicas brujas. Una de las muestras más interesantes de folk horror pre-'Hombre de mimbre'

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La estación de la bruja (1973)

Junto a la inclasificable 'Los caballeros de la moto', la película de culto por excelencia de George A. Romero, una especie de versión esotérica y macabra de 'Las mujeres de Stepford'. Aquí, una mujer insatisfecha (Jan White) empieza a usar la magia negra para seducir al novio de su hija. Su falta de presupuesto (100.000 dólares, 16 mm., actores casi aficionados) puede resultar algo agresiva hoy día, pero eso es lo que le da, precisamente, una atmósfera oscura y densa, casi de akelarre suburbial auténtico.

Suspiria (1977)

Quizás la película más bella de la historia del cine de terror y la obra maestra de Dario Argento, que también se dice pronto. Esta hiperestética, onírica y violentísima historia de una joven bailarina (Jessica Harper) atrapada en una academia de danza que en realidad esconde un akelarre art-déco es el arranque de la trilogía de las Tres Madres, tres perversas brujas que dominan el mundo a través del dolor, las lágrimas y la oscuridad, y que en las películas de Argento no se personifican (únicamente) como ancianas contrahechas, sino como símbolos esotéricos, edificios de siniestra belleza y terror en estado puro.

La trilogía de las Tres Madres de Argento continuaría con 'Inferno' en 1980 y, mucho después, con 'La madre del mal', en 2007. Las películas van perdiendo interés según las brujas adquieren más presencia tangible, pero ambas son dignísimas continuaciones de la primigenia 'Suspiria'. Sobre todo 'Inferno', una maravilla aún más siniestra y violenta, donde se nombra por primera vez a las Tres Madres y que está llena, debido a las lecturas ocultistas de Argento por entonces, de pistas esotéricas y teorías malignas.

Las brujas de Eastwick (1987)

Esta comedia negra no solo tiene un historia de fondo modernísima (un trío de mujeres -Michelle Pfeiffer, Susan Sarandon, Cher- forman involuntariamente un akelarre e invocan a un demonio -Jack Nicholson-, con quien inician una relación lúbrica y concupiscente) sino que su humor, feminista y muy oscuro, resulta pasmosamente actual. Rarísima y única, se beneficia no solo de un póker de interpretaciones sensacionales, sino de un George Miller en plena forma, recién salido de la Cúpula del Trueno y con el excéntrico subido.

La maldición de las brujas (1990)

Esta adaptación de Roald Dahl es... bueno, puro Roald Dahl: humor negro, misantropía generalizada, fantasía desbordante y todo envuelto y dispuesto para que sea consumido perfectamente y sin traumas por niños de cuerpo y mente. Esta historia de una convención de brujas horribles, crueles y con acento de la Europa del Este cuenta con un par de bazas imbatibles: una Anjelica Huston desfasadísima y aterradora y el Jim Henson más macabro y aterrador. La escena en la que las brujas desvelan su auténtico aspecto es una pesadilla perfecta de los días de gloria del látex.

Nicky la aprendiz de bruja (1993)

Una de las primeras producciones de Studio Ghibli es esta aventura familiar que reformula los códigos más amables del mito de la brujería: escobas voladoras y mascotas parlantes dan la réplica a esta jovencísima hechicera de 13 años que monta un servicio de mensajería. Por supuesto, al final lo que menos importa es el componente de hechicería y lo que nos queda es una deliciosa historia, cien por cien Miyazaki, de maduración, crecimiento y descubrimiento de uno mismo.

El retorno de las brujas (1993)

El paso del tiempo la ha llevado de convertirse de comedia infantil a película de culto amable gracias a su simpático punto de partida (un trío de hermanas brujas ajusticiadas hace trescientos años, resucitan en el Salem actual en la noche de Halloween). Adorables interpretaciones del trío de novias de Satán (Bette Midler, Sarah Jessica Parker y Kathy Najimy), humor de tebeo para todos los públicos (casi un 'Archie' especial Halloween) y estrellato total para un gato que habla, idea que alcanzaría la gloria absoluta en la serie de televisión de 'Sabrina'.

Jóvenes y brujas (1996)

Una película que respira "años noventa" tanto o más que su tremendo título español, y que hizo por la wicca y demás neobrujerías del siglo XX más que cualquier necronomicón. En realidad, una pieza de horror teen bastante oscura, que trata temas como el suicidio o la violación en una época en la que el aséptico cine de género estaba a otras cosas y que tiene como principal activo a una Fairuza Balk increíble como jefaza de un akelarre adolescente por el que también anda Neve Campbell.

El crisol (1996)

No vamos a entrar en las películas sobre cazas de brujas históricas, porque como sabemos, son películas que hablan de cosas bien distintas a la hechicería: tratan sobre todo el acoso y la persecución de las mujeres en épocas no tan sumergidas en el pasado remoto como nos gustaría, y también de herramientas gubernamentales de opresión y de luchas de poder político y sexual. Ponemos este ejemplo, la estupenda adaptación de su propia obra que hizo Arthur Miller, y recordamos que la figura del cazador de brujas ha inspirado innumerables obras, de corte fantástico o no: de 'El inquisidor' a 'El último cazador de brujas'

Mención aparte merece también 'I am not a witch', donde la presencia de una hechicera es meramente circunstancial para una película que ha sido elogiada por la crítica y multipremiada en premios como los BAFTA, donde ganó al Mejor Debut para su guionista y director Rungano Nyoni. Cuenta cómo en Zambia una niña de ocho años es acusada de brujería y repudiada de su aldea. Una denuncia del fanatismo y la ignorancia que no prescinde de cierto realismo mágico folclórico y un sentido del humor muy peculiar.

Prácticamente magia (1998)

Los códigos de la comedia romántica, un par de actrices que en 1998 encajaban en ella como un guante (Sandra Bullock y Nicole Kidman) y una reformulación amable de la idea de las brujas, aquí dos hermanas hechiceras que matan al novio abusador de una de ellas y despliegan todos sus encantos en una nueva comunidad. Otro potente vehículo de propaganda involuntaria de esa empalagosa brujería new age que es la wicca en un producto prefabricado pero con gancho gracias al carisma de sus dos protagonistas y de secundarias adorables como Dianne West y Stockard Channing.

El proyecto de la bruja de Blair (1999)

Aún hoy inquietante y enigmática, 'El proyecto de la bruja de Blair' supuso un éxito descomunal que desató todo tipo de secuelas (un par propias que, de hecho, no están tan mal como se dice aunque carezcan de la demencial frescura de su predecesora) y que no tiene una bruja con presencia física (aunque se alude a menudo a su escalofriante historia), pero sí una serie de códigos que ya son parte del género. Entre ellos, la cabaña abandonada que emite malas vibraciones o los signos de advertencia rústico-esotéricos que las potenciales víctimas se van encontrando.

Mención especial para otra bruja de serie Z y que también conecta con la estética teen y punk de 'Jóvenes y brujas': LeeAnne Baker en 'Necrópolis'. ¿Te acuerdas de 'Turbo Girl', el videojuego español de los ochenta? Pues se basa en esta pizpireta y cruel hechicera que organiza aquelarres en cloacas y amamanta con sus seis tetas a unos monjes del averno. Una aberración magnífica de Empire, la productora de Charles Band en la etapa post-'Re-Animator', cuando ya caía en barrena en los productos más dementes.

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The Lords of Salem (2012)

Una de las películas que más ha polarizado a los fans del cine de terror de los últimos tiempos, aunque de un tiempo a esta parte está ganándose un justo reconocimiento como obra maestra perversísima y oscura. Dotada de una imaginería absolutamente impía y con un trío de brujas (Judy Geeson, Dee Wallace y Patricia Quinn) de auténtica antología y que sirven como detonadoras de una de las mejores historias de corrupción de un inocente de los últimos años, 'Lords of Salem' recupera con gran fortuna la concepción clásica de bruja discípula de Satán.

La bruja (2016)

La primera película de Robert Eggers tuvo un impacto doble: confirmó la curiosa y muy estimulante edad de oro del cine de terror que vivimos actualmente y rubricó el interés del género por una nueva visión de la mujer en general y de las brujas en particular. Aquí, la historia de una adolescente (Anya Taylor-Joy) bajo sospecha y su turbia relación con su propia familia sirve como alegoría de ciertas dinámicas sociales represivas... sin renunciar a las cabras que hablan, los sustos excelentemente planificados, una estética opresiva y estudiadísima y un final épico.

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The Love Witch (2017)

Huyendo de la investigación por la sospechosa muerte de su marido, una joven y romántica bruja llega a California donde se instala en un coqueto apartamento desde donde empieza a disparar conjuros de seducción a los hombres de la zona. Una peculiarísima y nada complaciente sátira feminista, que usa el cine de explotación de los sesenta como código estético y a las brujas como reformulación de la idea de las mujeres poderosas y sin ataduras, y que supone una obra total (guion, dirección, producción, montaje, diseño de producción, vestuario y música) de Anna Biller, una cineasta interesantísima a quien conviene seguir de cerca.

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Por supuesto, hemos señalado nuestras 22 favoritas, pero nos hemos dejado decenas de obras en el tintero. ¿Con qué otros títulos ampliarías la lista de las mejores películas de brujas de todos los tiempos?

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