Durante sus más de 90 años de historia, Disney ha producido algunas de las películas animadas más importantes y populares de la historia. Empezando por 'Blancanieves y los siete enanitos' (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937) hasta 'Frozen 2' (2019), sus películas representan el cine familiar por excelencia. Sin embargo, gracias Disney+ podemos ver que en su extenso archivo hay algunas películas que no son lo que consideramos Disney en estado puro.
La casa del ratón también ha tenido un estudio que va más allá de las versiones en acción real de sus clásicos. Algunas de ellas, son famosas por haber asustado a niños de todas las generaciones. Otras han sido poco promocionadas u olvidadas por esa misma razón. Especialmente a principios de la década de 1980, una época en la que Disney estaba experimentando con la diversificación de su contenido y material, y como resultado quedaron algunas piezas de culto. Repasamos su historia oscura a través de 13 clásicos y vemos si están o no disponibles en Disney+.
El cuarto deseo (Darby O'Gill and the Little People, 1959)
Una película familiar de Disney clásica, con fantasía, enanitos simpáticos y mitos irlandeses. Pero claro, dentro estos también están el banshee y la carreta de la muerte. Ambos hacen aparición en dos escenas que podrían estar perfectamente en algún clásico Hammer de la época. Especialmente espeluznante es el clímax, cuando el viejo Darby debe enfrentarse a su destino, subir en la carreta que se lleva las almas al más allá, y terrorífico espectro verde del Banshee, un alma en pena que aparece como un espíritu encubierto resplandeciente.
No sería tan chocante si por lo demás no fuera un film luminoso y agradable pensado para niños, pero el shock aparece cuando vemos que las leyendas de miedo también son ciertas. Tiene muchos estereotipos irlandeses, pero es una pequeña maravilla que incluye a un joven Sean Connery pre-Bond. Su director, Robert Stevenson, dirigiría otros clásicos como ‘Mary Poppins’ (1964) y ‘La bruja novata’ (Bedknobs and Broomsticks, 1971), cuyo clímax con un ejército fantasma también subía el oscurómetro de forma significativa.
El bosque sin retorno (Babes in Toyland, 1961)
En el mundo en el que transcurre ‘El bosque sin retorno’ los cuentos de hadas y las canciones de cuna son parte de la vida cotidiana, los muñecos cobran vida y lo mágico está a la orden del día. Una pareja de recién casados desprevenidos es separado por un trío espeluznante que buscan robar la herencia de la esposa obligándola a casarse con un repugnante primo del babadook o el robaniños de ‘Chitty Chitty Bang Bang’ (1968).
La película es como tomar un caramelo de colores lleno de ácido. Ha habido otras versiones del film con momentos no menos inquietantes, pero el colorido saturado y los muñecos omnipresentes hacen que parezca un sueño raro. El momento más pesadillesco es el propio ‘bosque sin retorno’ del título español, en donde los árboles tienen vida propia pero no son bonachones como los Ents, sino que son diabólicos sin razón aparente.
La isla del fin del mundo (The Island at the Top of the World, 1974)
Muchos fans de Disney probablemente nunca hayan oído hablar de esta película, cuyo fracaso taquilla se cita como la razón por la que el proyecto Discovery Bay de Tony Baxter no fue construido en Disneyland. Sin embargo, dentro de las rarezas de Disney es muy recuperable. Basada en un libro de Ian Cameron, es una entretenida aventura steampunk que podría ir de la mano de los films de Kevin Connor y adaptaciones británicas de Edgar Rice Burrough llenas de monstruos.
Sin estar tan llena de criaturas y elementos violentos como aquellas, es un film extraño y no completamente para niños, pese a que se presenta con la ingenuidad típica de las películas de Disney. Hay una isla mítica de vikingos que parece el infierno y la presentación de su líder es como un sumo sacerdote de un culto mágico, propio de un folk horror paranormal. Pero el grueso de sus elementos más oscuros es un cementerio de ballenas casi gótico y un ataque de orcas rodado con música inquietante y animatronics muy impactantes para su época.
El abismo negro (The Black Hole, 1979)
Antes de poseer la mayor franquicia galáctica de la historia, Disney fue otro de los muchos que probaron suerte con la space opera a rebufo del éxito de George Lucas. Sin embargo, en algunos momentos tenía más que ver con el terror espacial de ‘Alien, el octavo pasajero’ (Alien 1979) Se establece en el futuro y sigue a la tripulación de una nave espacial llamada USS Palomino y van en busca de Kate McCrae que está en una nave desaparecida.
La tripulación se entera de que la nave está ocupada por el Dr. Reindhardt y un extraño ejército sin rostro que planea explorar un agujero negro. Hay algunas detalles de humor infantil —el típico robot— y ahora los efectos están bastante anticuados, pero, a veces, la película es realmente aterradora, con muchas imágenes espaciales y diseños que podrían haber salido del Ken Russell más delirante.
Los ojos del bosque (Watcher in the Woods, 1980)
De todas las películas en la lista, esta es la que es puramente y de forma decidida de terror sin excusas ni concesiones. Un thriller paranormal con solo un cierto toque de ciencia ficción dirigida nada menos que por John Hough, realizador de ‘La leyenda de la casa del infierno’ (The Legend of Hell House, 1973) y cuenta con Bette Davis en su época de dama del cine de género en otra nueva película de casa embrujada con una historia terrible, una niña desaparecida y una presencia o entidad que acecha a los personajes principales.
Realmente, pese a no ser para adultos, 'Los ojos del bosque' es una muy buena película de terror que supera en atmósfera y puesta en escena a películas recientes como ‘Terror en Amityville’ (The Amityville Horror, 1979), con detalles de otros films de terror gótico británicos con más clase. A menudo inquietante es uno de los raros filmes Disney de género sin excusas. El final original mostraba claramente a un ser casi lovecraftiano pero los efectos no convencieron a un público que se echó a reír, lo que provocó que Hough volviera a filmar la escena final culminante imaginando todo como un vago desenfoque de luz. En realidad la aparición era bizarra y bastante memorable.
El dragón del lago de fuego (Dragonslayer, 1981)
Con el film anterior, se selló el cambio de la producción de películas de acción en vivo hacia algo menos agradable y puede que 'El dragón del lago de fuego' sea el ejemplo menos Disney que Disney haya producido nunca. Rodada en los picos escarpados de Gales, trataba de aprovechar la popularidad del juego de rol ‘Dragones y mazmorras’ convirtiéndose, probablemente, en una de las mejores películas de fantasía de su época, con el dragón más imponente que haya aparecido en el género, cortesía de Phil Tippet y su técnica personal de stop-motion.
Pese a estar teóricamente dirigida para adolescentes, está llena de sacrificios de vírgenes, personas quemadas vivas, travestidos en un reino sucio y oscuro en el que el malévolo dragón Vermithrax Peyorative aterroriza a la población. Podemos ver dragones bebés que comen carne de muertos, magia negra y un tono casi de terror gótico que creó una confusión entre la crítica importante y creó un rechazo esperable entre los niños asustados que la iban a ver.
El carnaval de las tinieblas (Something Wicked This Way Comes, 1983)
Las obras de Ray Bradbury se han adaptado en muchas películas y algunas de ellas fueron escritas por el propio autor. El último largometraje que el creador de ‘Fahrenheit 451’ escribió para el cine fue ‘El carnaval de las tinieblas', una fantasía oscura que seguramente inspiró a Stephen King para muchas de sus obras, claramente en ‘La tienda’ (Needful Things, 1993) yen muchas en las que describe la vida en el medio rural americano.
Precisamente, en su primer acto el film es un drama típico, cálido, aunque algo oscuro, sobre dos niños que crecen en un pequeño pueblo del Medio Oeste. Luego, una feria llega a la ciudad, y las cosas se vuelven extrañas. El director de la feria es el Sr. Dark (Jonathan Pryce), quien concede los deseos de la gente del pueblo de una manera con segunda intención, algo así como una variación del clásico relato de la pata de mono. Pese a que tiene escenas bastante turbias —un niño decapitado— la película de Jack Clayton tenía un montaje original mucho más terrorífico y una banda sonora de terror reemplazada.
Oz, un mundo fantástico (Return to Oz, 1985)
Cuando esta secuela del mítico film de Victor Fleming se estrenó por primera vez, tuvo todo tipo de críticas por ser demasiado aterradora. Y no, no estaban equivocados, es una película infantil imaginativa y creativa, pero también funciona como un viaje onírico casi surrealista o una pesadilla retorcida. Protagonizada por una joven Fairuza Balk le da la vuelta al cuento de hadas, optando por adoptar un enfoque oscuro, del material del autor L. Frank Baum. Aunque siendo justos, las novelas originales son bastante más turbias de lo que hace parecer el film de 1939.
Esta vez, Dorothy escapa de un manicomio —a punto de recibir un tratamiento de shock, lo típico en una película infantil— en Kansas y es transportada de regreso a Oz por un río, encontrando la tierra mágica en ruinas. En ese paraje apocalíptico se enfrenta a terroríficos monstruos de roca, una bruja sin cabeza (con cabezas vivientes almacenadas) y personajes conocidos como Wheelies que dan bastante miedo. Aunque si su amigo es el prototipo de Jack Skeleton con cabeza de calabaza, qué no serán los monstruos. Es, en cierta forma, un ensayo del famoso ‘Dentro del laberinto’ (Labyrinth, 1986) de Jim Henson.
Mr Boogedy (1986)
Esta desconocida película de los años 80 fue hecha directamente para la televisión. Trata sobre un vendedor de regalos y su familia que se mudan a una mansión en ruinas de una ciudad llamada Lucifer Falls, por lo que nadie debería esperar nada bueno de la mansión, que está atormentada por no uno sino tres espíritus: una viuda, su hijo y el mismo Sr. Boogedy, quien en la época colonial vendió su alma a Satanás por una capa que le otorga poderes mágicos.
El film es más una comedia que otra cosa, pero juega con todos los tropos del cine de terror de esos años, y el diseño del personaje del Sr. Boogedy —a lo lejos podría ser el Babadook— le da a la película elementos de horror gracias al maquillaje de Rick Stratton, ganador dos premios Emmy. Tuvo una secuela y marca el pulso para otras películas especiales para Halloween como ‘Tower of terror’ (1997) que se convierten el un buen paso preparatorio para el género en edades tempranas.
El retorno de las brujas (Hocus Pocus, 1993)
Más una comedia que una película de terror, pero una que juega con todos los elementos del género. Las hermanas Sanderson son brujas que se aprovechan de los infantes, y al secuestrar a una niña pequeña las ahorcan y luego las queman vivas, por lo que su plan es la venganza pura. Pese a su clasificación PG, equilibrar bien el horror con el humor, pero siempre macabro y en la onda de filmes como ‘La familia Addams’ (The Addams Family, 1990).
Aunque no llegue a ser como ‘La maldición de las brujas’ (The Witches, 1990), sí que tiene zombies, y es que no hay que olvidar que está escrita por el pope de las cenas de los maestros del terror Mick Garris, cuya obra incluye muchas adaptaciones de Stephen King. Tiene un diseño de producción tan gótico como los films más siniestros de Tim Burton, libros con ojos, y niños vagando encantados por el pueblo. El tiempo la ha ido convirtiendo en un título de culto para los niños crecidos en los 90.
‘No mires bajo la cama’ (Don’t Look Under the Bed, 1999)
Una de las películas originales de Disney Channel más extrañas que el canal emitió. Una joven llamada Frances, vive en un pequeño pueblo idílico que es es blanco de un hombre del saco que causa estragos y hace que sucedan cosas extrañas. Se le une un amigo imaginario llamado Larry, y junto con su hermano menor Darwin, son transportados a una dimensión de sueños que existe debajo de la cama de Frances para vencer al malo.
Aunque es una especie de copia de ‘Chicos monsters’ (Little Monsters, 1989) —a la que Disney copiaría de nuevo, vía Pixar en ‘Monstruos S.A.’—la dimensión Boogey es un reino aterrador sacado de malos sueños infantiles infantil. Larry se transforma en una versión del hombre del saco bastante monstruosa. En general podría ser un episodio de ‘Pesadillas’ de R.L. Stine para chicos algo mayores, pero que Disney no vuelva a hacer nada similar significa que no están del todo convencidos de que este tipo del film vaya ahora con su marca.
La mansión encantada (The Haunted Mansion, 2003)
Uno de los intentos más extraños de extraer todo lo posible del imperio de Disney: películas basadas en las atracciones de sus parques temáticos. Rob Minkoff, un ex animador de Disney que codirigió ‘El rey león’ (The Lion King, 1994) filma un clásico film de fantasmas, con algunos cadáveres revividos y algunas impactos de banda sonora al estilo Scooby Doo, llevado al terreno de la comedia segura a través de la presencia de Eddie Murphy.
Sin embargo, cuenta con el maestro de efectos especiales Rick Baker, para el diseño de la mansión y crea una atmósfera algo más tangible dentro de un lógico uso digital que mejora, eso sí, al de ‘La guarida' (The Haunting, 1999). Hay unos cuantos esqueletos a lo Harryhausen, con aspecto de zombies de ‘Walking Dead’ y enjambres de arañas amenazantes, paredes que respiran al estilo de ‘Videodrome’, y referencias visuales al suicidio. En general es más divertida de lo que se dijo y debería estar citada como una pieza importante en el “horror noire” comercial antes de que llegara Jordan Peele.
El cascanueces y los cuatro reinos (The Nutcracker and the Four Realms, 2018)
Un híbrido entre cuento de Navidad de Dickens y remake estilizado de 'El bosque sin retorno' como si estuviera rodado por un Michael Powell tras empacho de animación rusa de los años 40. Muy alejado del tono de otros live action Disney, es una muestra íntegra de cine fantástico, preciosista y extraño. Ignorado un poco en su promoción, quizá por tener a Morgan Freeman, es aventura bizarra, vintage y creepy de colores alucinados que integra música, danza y diseño de producción en una obra casi teatral.
Sorprende en muchos momentos, como la recreación del rey de los ratones. En vez de 7 cabezas, como el descrito en el texto, se plantea como una amalgama humanoide de roedores, casi un homenaje directo al 'Drácula de Bram Stoker’ (1992) de Coppola. No desaprovecha la oportunidad para describir el reino abandonado de los juguetes como un parque de atracciones maldito, lleno de escalofriantes marionetas sin vida y silenciosos payasos matrioska que podrían aparecer en la cinta que James Wan nunca tuvo presupuesto para crear.
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