El divorcio es un gran invento. Y si no que se lo digan a los abogados de los protagonistas de la última obra maestra de Noah Baumbach. Con 'Historia de un matrimonio' recién llegada a Netflix, es un buen momento para recordar que esos golpes que nos da la vida también pueden convertirse en excelentes películas. Y no siempre se trata de lacrimógenos melodramas bigger than life.
Le divorce
No hay lugar a la duda respecto a la última película de Baumbach, un tipo que solamente se ha preocupado de retratar la ruptura constante desde que llamase la atención de todo el mundo con su muy personal y excelente 'Una historia de Brooklyn', bastante aleatorio título nacional para 'The Squid and the Whale', la película de la que todo el mundo (cinéfilo) habló hace ya quince años.
A pesar de tener un trío de títulos anteriores que pasaron sin pena ni gloria, Baumbach "comenzó" para casi todo el mundo con la película protagonizada por Jeff Daniels, Laura Linney y Jesse Eisenberg, donde dos hermanos de padres escritores y profesores debían afrontar el fin del matrimonio de sus progenitores. Todas las señas de identidad de la excelente filmografía que estaba por venir estaba aquí, floreciendo, esperando nuestro odio y resquemor visceral. Sus odiosas caricaturas llenas de verdad y sus personajes detestables saludaban desde sus muy neoyorquinos ochenta y tantos minutos.
No tardó mucho Baumbach en volver a sus personajes malévolos, cercanos pero imposibles, con 'Margot y la boda', poco menos que una historia de horror gótico sobre la maldad que reside en todos nosotros (pero siempre en el mundo de los culturetas de éxito). Sus pausas más o menos agradables, pero siempre pendientes de una relación, se movieron entre la fascinante estética de 'Frances Ha', uno de sus grandes éxitos, o la diversión aparentemente sin pretensiones de 'Mientras seamos jóvenes', hasta decidirse a poner un par de clavos más en el ataúd de la felicidad familiar con sus dos últimos y soberbios trabajos para Netflix, 'The Meyerowitz Stories' e 'Historia de un matrimonio'. Será por historias.
Separados por el miedo
Pero como decía al comienzo de este texto, no todos los procesos de divorcio sirven de base a profundos dramas íntimos. Fue Robert Benton el que "popularizó" los divorcios cinematográficos con su éxito, 'Kramer contra Kramer', que sentó las bases y puso las reglas del juego que repite Baumbach cuarenta años después, pero su película también abrió unas puertas "separatistas" que además de rompernos el corazón también lograron helarnos la sangre.
El mismo año que la película de Benton arrasaba con todos los premios que se ponían a tiro, David Cronenberg presentaba su 'Cromosoma 3', una de las películas más incómodas y de peor gusto posible para cualquier espectador despistado que se pusiera a tiro. Y eso que su película sobre el terror a la paternidad ya había vivido un episodio glorioso cinco años antes, cortesía de un Larry Cohen que se hizo famoso con su horror anticonceptivo 'Estoy vivo'.
Puede que la cima de esta primera etapa se encuentre en la excelsa, insuperable, 'La Posesión', de Andrzej Korzynski. Tal vez nos encontremos ante el proceso de separación más aterrador, angustioso y crítico del siglo XX cinematográficamente hablando. No hay ni un solo resquicio de cualquier tipo de crisis que no asome y supure bilis, cuanto menos. La crisis de identidad, de pareja, de salud mental o física, de fe... el terror era el túnel de Isabelle Adjani o la relación de una pareja rota en el Berlín dividido. Si no has visto 'La Posesión', aún no sabes hasta dónde puede llegar el dolor de una ruptura.
Por supuesto, David Lynch o Lars von Trier tienen su hueco aquí. 'Carretera perdida' y (sobre todo) 'Anticristo' son dos películas sobre el fin de la armonía de una relación catastrófica. Hace nada teníamos en cartel una de las más aterradoras y reales aproximaciones al proceso de separación más extremo con la excelente 'Custodia compartida', una película que durante su tercer acto muta en horror extremo. Ingmar Bergman y sus 'Secretos de un matrimonio' o 'Nader y Simin, una separación', son también, a su manera, diferentes tratados del horror de la despedida.
Pero no todo va a ser dolor y terror. Efthymis Filippou y Yorgos Lanthimos hicieron de 'Langosta' una de las mejores (si no la mejor) películas del cineasta griego desde la tragedia cómica y el miedo a morir solo... o mal acompañado. Lo que nos lleva a un clásico (sub)género de toda la vida.
El divorcio guay
'Mentiroso compulsivo', 'Señora Doubtfire, papá de por vida' o algunos éxitos de Tim Allen provienen de padres que en algún momento de sus vidas algo no debieron hacer bien, pero viven un momento de superación que tal vez pueda devolverlos a su hogar y, de paso, presentar alguna comedia más o menos clásica, más o menos acertada.
Alejados de esa vertiente tan habitual en los noventa nos encontramos con 'Nuestro último verano en Escocia', donde los niños toman las riendas y las decisiones que en aquellos años anteriormente mencionados no pudieron llevar a cabo.
Pero tal vez sea 'La guerra de los Rose' la película que más certeramente ha dado de lleno en el corazón del alegre divorciado. La comedia negra de Danny DeVito protagonizada por Michael Douglas y Kathleen Turner ofrece un caos y un resquemor nunca superado, probablemente por jugar a las comedias negras con conocimiento de causa.
Narrada como una advertencia por parte del personaje de Danny DeVito, sus altas cotas de desprecio y materialismo matrimonial en busca de algo más que una ruptura. Y es que DeVito en estado de gracia, con carta blanca, es un despilfarro de talento. A medida que el matrimonio de los Rose se pudre, el delirio se apodera de la cámara, llevando al director a uno terreno donde De Palma y Tex Avery se fusionan en un único ente bastante retorcido y malévolo.
Si el guión de Michael Leeson se encuentra con un agujero negro, la cámara de Danny DeVito trabajará una maniobra evasiva abrumadora e inesperada. Incluso ahora, treinta años después, es la extraordinaria narrativa visual lo que deja sin aliento. Tal vez por eso mismo, y a pesar de la genialidad de Baumbach, siga siendo la mejor película sobre la separación de una pareja de pijos insoportables jamás rodada. Increíble que vaya a terminar este artículo sin mencionar a Woody Allen. Oh, vaya.
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