‘Historias para no dormir’ es un remake en el sentido más estricto de la serie de terror más importante que se haya rodado en castellano. La obra de Chicho Ibáñez Serrador economizaba el formato casi teatral de la televisión de una España en plena dictadura para ofrecer un vórtice de creatividad que funcionaba tanto en las adaptaciones de clásicos como en sus originales historias surrealistas. Un hito que ha tenido diferentes etapas y revisiones a lo largo del tiempo.
En su primer recorrido, de 1966 a 1968 consistió en dos temporadas que fueron rodadas en el blanco y negro característico que define el tono gótico con el que se recuerda la serie. En 1974 hubo un especial considerado uno de sus mejores episodios, ‘El televisor’, y en 1982 una frustrada temporada que se quedó en 4 entregas con capítulos rodados en vídeo pero no menos importantes. Ya en 2006 Chicho recuperó la marca haciendo una variación con otros directores. Las magníficas 'Películas para no dormir’ que incluyeron hitos como ‘La habitación del niño’.
Ahora la cabecera ha regresado como homenaje a un ya fallecido Chicho, una recopilación de cuatro episodios míticos de ‘Historias para no dormir’ a los que se les da la vuelta y se convierten en distintas formas de ver el género fantástico hoy en día, quizá eligiendo episodios más por la diversidad de enfoques que en el contenido que hace honor a su título, que dan como resultado un conjunto decente, algo desigual y que evidencia una aproximación de bajo perfil por parte de Amazon, ya que no parece que los presupuestos hayan estado acordes al desafío de resucitar la serie en un escenario competitivo. Repasemos cada uno.
El doble (2021)
Rodrigo Sorogoyen hace la versión más alejada del original de este nuevo paquete de episodios y ofrece una lectura de ciencia ficción pura, donde su particular estilo se toma una valeriana y trata de acercarse al Denis Villeneuve de ‘Enemy’ con una variación distópica que recuerda demasiado, y para mal, a la sobrevalorada ‘Black Mirror’. Tiene el habitual control del espacio visual del director pero resulta pesado y no engancha en su juego de giros, personajes que no son lo que parecen y revelaciones sorpresa que suelen llegar tarde. Lo peor es que no conecta en absoluto con el espíritu de la serie original.
La broma (2021)
Rodrigo Cortés afronta uno de los episodios más ‘La hora de Alfred Hitchcock’ de la serie original y recoge el espíritu de los thrillers de suspense de las viejas antologías, adaptándolo bien al carácter patrio más miserable. Un trío de actores excelente compuesto por Eduard Fernández, Nathalie Poza y Raúl Arévalo entra en un juego de engaños a tres bandas al que no se le puede achacar oficio, pero su falta de originalidad le hace menos trepidante que los demás, aunque está muchos escalones por encima de ‘El doble’.
El asfalto (2021)
La adaptación del relato de Carlos Buiza aparece con una inteligente actualización del contexto social del episodio clásico sin romper nada de su poder abstracto, en el que la gran dirección de Paula Ortiz maneja la sensación de extrañamiento apoyada en su capacidad de distorsionar el espacio alrededor, con esos pósters cotidianos mutando en algo inquietante, de un repartidor de Deliveroo tragado por el suelo. Pese a quien le pese, un estupendo Dani Rovira sostiene el episodio en sus hombros mostrando una gran acierto en el casting, puesto que es una cara perfecta para unir el horror y la tragedia con un aura triste y desoladora.
Freddy (2021)
Paco Plaza sigue creciendo como el gran nombre del cine de terror español contemporáneo y mientras presenta su aterradora ‘La abuela’, da un giro en tono y es capaz de adaptarse a un tono mucho más festivo sin condicionar su madurez a una solemnidad impostada. Así, en esta gran reformulación del episodio original cruza 'La sombra del vampiro' con 'Muertos de risa' en un divertido neogiallo en plena era del destape que revive al propio Chicho Ibáñez Serrador para ejecutar la obra meta definitiva de la serie, dándole verdadero sentido a la idea del reboot.
Lucio Fulci charla con Mariano Ozores y Dario Argento con José Luis Moreno y su monchito para desgranar la eterna relación entre ventrílocuo y el muñeco Charlie, que tiene algo de 'Magic' , pero también se aprovecha la porcelana para dotarle de un sabor a lo 'Rojo Oscuro' y su variación de 'Silencio desde el mal' que se completa con algunos asesinatos planificados como una de aquellas películas de la era, adornado además con un precioso uso surrealista de los colores mientras la psique del protagonista se derrumba a golpe de cuchillo y los divertidos exabruptos de un muñeco que rivaliza en irreverencia a Chucky. Chicho estaría orgulloso.
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