Nacido entre un ambiente de ira y renovación también en el paisaje cinematográfico de género estadounidense de los años 70, el cine blaxploitation peleó como pudo y con sus propias armas entre un género claramente dominado por otro color. Hoy, dentro de este estilo (o género) ya existe una ramificación mucho más sutil: la blaxploitation fantástica de terror elegante surgida a raíz de 'Déjame salir'.
Etiqueta negra
Jordan Peele decidió que tras la finalización de su espectacular programa de sketches con su amigo Keegan-Michael Key, donde por supuesto hubo espacio para la crítica social, tocaba despertar a un pueblo hipócrita que pensaba que tras haber tenido al primer presidente negro de su historia había finiquitado sus problemas con el racismo.
En 1968, dos años después de la formación de los Panteras Negras y seis meses más tarde del asesinato de Martin Luther King Jr, George A. Romero estrenaba la seminal 'La noche de los muertos vivientes' y plantaba delante de las narices del público americano (y mundial) a un héroe y protagonista negro.
A pesar del directo al mentón, no sería hasta que Melvin Van Peebles entrase en guerra contra el dominio caucásico a través de 'Sweet Sweetback's Baadasssss Song', un frenético thriller lleno de ideas rompedoras y de ganas de cambiar el rumbo predestinado del cine, cuando el movimiento comenzó a hacerse un hueco en el panorama. Sin ella posiblemente no habría llegado, pocos meses después, el detective Shaft de 'Las noches rojas de Harlem'.
Una cuestión de explotación
Pero no solo de acción vive el hombre, así que fue cuestión de tiempo que algún productor avispado cayera en cuenta: era hora de teñir de azabache algunos de los convencionalismos del género. Uno de los primeros en llegar ahí fue Samuel Z. Arkoff, compañero de armas de Roger Corman y productor de 'Drácula negro', un clásico que supo moverse con salero entre el aire funk blacksploitation y la Hammer. Su secuela, 'Grita Blácula grita', además añadía unas gotas de vudú y a la mítica Pam Grier.
De la otra criatura mítica y monstruo universal por antonomasia dispuesta para el nuevo espectador negro, como 'Blackenstein', o 'Dr. Black, Mr. Hyde' mejor no hablamos y si preferís os dejo algún vídeo.
Lo cierto es que la segunda, si bien no se sostiene desde ningún ángulo (y mucho menos con un clímax a la 'King Kong'), no deja de resultar reaccionaria desde su punto de partida: un médico prueba en su cuerpo una nueva fórmula que lo transforma en una mole invencible llena de malas pulgas y de piel blanca.
Por supuesto que el género no iba a quedarse en las criaturas míticas tradicionales surgidas de literaturas de siglos pasados, así que Arkoff y William Girdler, director de la divertida 'Retorno desde la quinta dimensión' se pusieron manos a la obra y tunearon 'El exorcista'. El resultado responde al nombre de 'Abby'.
Otro título interesante de la época es 'J.D.'s Revenge', estrenado en Francia con el título de 'Vengeance d'outre-tombe' y que contaba la venganza de un hombre negro a través de la posesión de otro joven 30 años después de su muerte.
Un punto de inflexión
En 1973, Bill Gunn haría su única incursión en el género con la alucinante y alucinada 'Ganja y Hess', una película absolutamente rompedora y una de las más originales de los primeros años setenta estadounidenses. Protagonizada por Duane Jones, el héroe de ls película de Romero con la que empezamos este artículo, cuenta cómo un arqueólogo que supervisa una excavación es traicionado y apuñalado con una daga antigua. Cuando Hess despierte, descubrirá que tiene una insaciable sed de sangre.
'Ganja y Hess' es una obra única, desconcertante, que elevaba el concepto y subía el nivel. La explotación encontró una autoría y un estilo que no volverían a verse en muchos años. Diálogos chocantes, montaje moderno y rompedor y con una banda sonora alucinante, es un desconcertante y extraordinario ejemplo de cómo cambiar el cine de género y aún hoy ser olvidada.
Y eso que Spike Lee intentó (re)resucitarla hace unos años con 'Da Sweet Blood of Jesus' a través de kickstarter y con una impoluta fotografía digital con la que marcaba el antes, el después y el lugar ocupa en el mundo cada una de las dos versiones. Por cierto, ahora que hay millones de fans de Queen encantados con los resultados de su edulcorado biopic, mencionar que Rami Malek se deja ver por la versión de Lee.
Los chicos del barrio
No sería justo ni para Wes Craven ni para Eddie Murphy, ni tampoco para el género, mencionar su descalabro vampírico porque no estamos aquí para eso. En cambio sí me gustaría romper una lanza (ojalá haber escrito esto a propósito) de la película anterior) a favor de otros títulos mucho más modestos y menos pretenciosos, como 'El sótano del miedo', también de Craven, con sus ladrones protagonistas negros convertidos en héroes de la función o 'Tales from the hood', un clásico de culto de mediados de los 90 que acaba de recibir una decepcionante secuela.
Brutalidad policial, violencia urbana, corrupción, racismo... es alucinante (y aterrador) comprobar cómo una película a simple viste tan plana y tonta sigue tan vigente. Además, como antología terrorífica, la película (con producción ejecutiva de Spike Lee) funciona muy por encima de la media del sub-género. Cuatro historias a cada cual más interesante con unas soluciones narrativas de todo tipo y mucha mala uva hacen de ella uno de esos títulos olvidados a recuperar lo antes posible.
El lanzamiento directo a vod de una secuela tardía y excesivamente digital a finales del año pasado no parece que vaya a hacerle ningún favor a pesar de contar con los mismos responsables.
Pero antes de todos esos títulos, el siempre interesante Bernard Rose había adaptado con éxito a Clive Barker en la muy recordada 'Candyman, el dominio de la mente', un título que curiosamente Jordan Peele, el principal responsable de esta sofisticación del horror negro, resucitará produciendo una nueva secuela de la misma.
Acompañada de una banda sonora de Philip Glass que no sale de las cabezas de nadie desde los noventa, la película de Rose se adelantó a su tiempo, y vista hoy se siente mucho más actual, dolorosa y cercana que entonces. La nueva secuela espiritual de la cinta original servirá para devolver aquella cruel figura icónica a la actualidad.
El milenio negro
En el año 2001, Ernest R. Dickerson, un tipo muy divertido, con algún crédito como director harto recomendable ('Caballero del diablo', 'Juego de supervivencia') y una interesantísima carrera como director de fotografía (del Raw de Eddie Murphy a los primeros títulos de Spike Lee), estrenaba de tapadillo una de esas películas que arrasaban en los videoclubs.
Parte "casa encantada", parte slasher y con unas gotas de drama gangsteril racial, la película contaba con una estupenda fotografía del español Flavio Martínez Labiano, director de fotografía ya consagrado y que acaba de rodar la esperada 'Jungle Cruise' de Jaume Collet-Serra. Snoop Dogg en su salsa en una historia que, tal vez, pudiera ser rescatada del injusto limbo en que se encuentra.
La sofisticación llegó a su momento álgido con la irrupción de la flamante ganadora al Oscar al mejor guión, 'Déjame salir', una película 100% terror y 100% comedia, lo que la hace un 200% perfecta. La delirante, imposible historia de Peele supo ganarse a crítica y público haciendo condenadamente sencillo algo terriblemente complicado.
Esta semana llega a las pantallas 'Nosotros', la esperadísima nueva invención de Peele, un thriller de terror que empieza como un home invasion y que guarda un puñado de secretos estupendos. Con un arranque parecido, al menos en cuanto a composición, al de la decepcionente 'Clímax' de Gaspar Noe, Peele utiliza las mismas herramientas de puesta en escena para llegar a la honestidad total desde el primer minuto.
No tardarán en salir voces que critiquen alguna de las decisiones de Peele, pero no hay nada que reprochar a una producción que bebe tanto del Spielberg de los 80, manejando el encuadre y convirtiendo el género en una fiesta, como de alguno de esos títulos que se apoyan al lado del VHS. 'Nosotros' es la confirmación del nuevo talento del cine de terror que ha llegado para hacernos felices.
Para cuadrar el círculo, el éxito de Peele comenzó a explotarse rápido y cerca. Los propios Blumhouse lo hicieron en parte vía la franquicia de 'La noche de las bestias' ideada en el estudio Blumhouse. Con la última entrega se apuntan al carro a través de una precuela con un reparto principalmente afroamericano y una historia de corte mucho más político. 'La primera purga' se adentraba en el asunto racial y algunas de sus imágenes evocan el movimiento Black Lives Matter.
El estreno de 'Nosotros' y la inminente llegada de 'The Twilight Zone' a las pantallas con lo que debería ser el reboot definitivo demuestran con creces que la explotación ha dejado paso a una sofisticación y depuración del género fantástico como nadie en su sano juicio habría imaginado cuando la Blaxploitation empezó los disturbios cinematográficos. Ahora esos navajazos oxidados se han convertido en tijeretazos de oro.
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