Hacer hoy en día un artículo defendiendo a ‘La Noria’ es lo más parecido a un suicidio bloguero que puede cometer cualquiera que escriba sobre televisión. Pero cuando reflexiono sobre lo que está ocurriendo con el programa de Telecinco aparece en mi mente ese sabio consejo que afirma que la razón no está en los extremos, sino en el punto intermedio del problema. En la actualidad, el programa presentado por Jordi González se ha visto contra la espada y la pared en tan solo dos semanas. Hoy ‘La Noria’ ha perdido todos sus anunciantes, lo que ha provocado una profunda reflexión en Telecinco sobre qué se debe hacer en el futuro con el programa en particular y con su modelo televisivo en general. Parece que ‘La Noria‘ seguirá girando, al menos una semana más, aunque en esta ocasión se convertirá en un espacio más propio de La 1 que de una cadena privada.
Antes de nada creo que es recomendable mostrar mi postura acerca de lo que ocurrió en ‘La Noria’ la noche en la que se decidió entrevistar a la madre de El Cuco. Creo que el principal error que cometieron los responsables del programa fue pagar a la entrevistada, algo que Telecinco ya ha hecho en otras ocasiones con otros condenados por la justicia. La madre de El Cuco no está condenada, es cierto, pero el mensaje que se envía con este acto es el mismo: estamos dispuestos a beneficiar económicamente a delincuentes y a su entorno más cercano para que vengan a contar su versión de los hechos, algo que en la mayoría de los casos incluso va a servir para limpiar su imagen.
Es una de las actitudes más despreciables que podemos encontrar en la televisión hoy en día, al menos para mí. No estoy de acuerdo con esa forma de actuar, ni de la cadena, ni de todos aquellos programas de la competencia que sigan ese camino, con el que muestran la punta más dañina del iceberg de lo que hoy consideramos telebasura. Por eso entiendo el enfado de gran parte de los espectadores que, motivados por su indignación, tienen la necesidad de hacerle ver al programa su descontento.
Pero, para ser realistas, tenemos que reconocer el juego de hipocresía que se ha establecido en torno a ‘La Noria’, un programa que ha sufrido la campaña de publicidad más dañina de los últimos años. No voy a seguir en el terreno de si el programa se lo merece o no, ya que ese no es el objetivo de este artículo, si no que pretendo reflexionar sobre las consecuencias que pueden derivarse si los anunciantes consiguen la victoria en esta particular cruzada que se ha establecido contra el programa de Telecinco.
Y es que si ‘La Noria’ finalmente es cancelada, se dará un paso hacia delante en el condicionamiento que tiene la publicidad en televisión. Informativos que maquillan noticias o dan minutos a productos culturales en beneficio de empresas afines, series de ficción en el que las marcas de publicidad están más que presentes y que consiguen influir en algunas de las tramas… Son sólo dos ejemplos de la influencia que tiene la publicidad en nuestra televisión y, con el boicot a la ‘La Noria’, podemos estar presenciando un nuevo tipo: el que lleva directamente a condicionar la presencia de un programa de televisión en la programación de una cadena.
No seré yo el que defienda a ‘La noria’ ni el modelo de televisión que actualmente nos ofrece Telecinco. Pero tampoco defenderé que los anunciantes tengan la capacidad de presionar a un programa de televisión hasta el punto de hacerlo desaparecer. En internet se ha hablado estos días de lo que sucedió con ‘Salvados’ hace unos años, después de que Jordi Évole hiciera un programa crítico con la iglesia. Entonces hubo marcas que, motivadas por las quejas de algunos espectadores, decidieron retirar su publicidad del programa de laSexta, un programa que ha sabido mejorar con los años y convertirse en un referente en nuestra televisión.
‘Salvados’ no es ‘La Noria’, es cierto, ni creo que consiga nunca parecerse lo más mínimo, pero si la presión de los anunciantes hubiera surtido efecto entonces, hoy no disfrutaríamos del buen programa de televisión en el que se ha transformado ‘Salvados’. En la actualidad nos encontramos con otro programa de televisión sufriendo las consecuencias de las presiones de los anunciantes, no por la audiencia cosechada (sigue siendo líder en su franja mal que nos pese) sino porque las marcas han decidido, después de valorar las críticas de los espectadores, que los contenidos de ese programa no son actos para la televisión.
La parte positiva de este asunto se encuentra en la reflexión a la que parece que se ha sumado Telecinco sobre los contenidos que se emiten en la cadena. Si de aquí vamos a conseguir limpiar realmente parte de la basura de nuestra televisión, bienvenida sea la iniciativa. Pero si a lo que estamos asistiendo es a una nueva forma de influencia sobre los contenidos de televisión, creo que la reflexión no sólo debe llevarla a cabo Telecinco, sino también todos aquellos que apoyan a la ligera que las marcas boicoteen a una cadena, aunque sea una de las que peor imagen tenga en la actualidad. Y, si la actitud de los anunciantes se repite en el futuro, (quizá de nuevo por un programa crítico con la iglesia o con cualquier otro sector de la sociedad) lo que hoy puede ser considerado como una victoria, mañana podría convertirse en un problema peliagudo. En la actualidad no me preocupa que ‘La noria’ desaparezca, sino la repercusión que este acto puede tener en el futuro en otros programas de televisión.
En ¡Vaya tele! | ¿Los anunciantes dejan ‘La Noria’? No importa: la telebasura está de sobre legitimada