El auge de las redes sociales no pasa inadvertido para nadie a estas alturas, eso es evidente, y la televisión es un claro reflejo de ello. Lo lamentable del caso es que las redes sociales están sirviendo para cosas bien distintas: por un lado, todas las cadenas tienen sus perfiles y cada vez hay más emisiones que se pueden comentar en directo; cada vez son más abundantes las noticias chorras de grupos, páginas y demás; al mismo tiempo, nunca faltan en los informativos la demonización de las redes sociales; y los perfiles se hacen públicos a diestro y siniestro como si el hecho de que una información esté en Internet signifique inmediatamente que es pública.
Hoy ha saltado la noticia de que la Fiscalía va a pedir una indemnización de 3.000 euros para nueve jóvenes cuyos perfiles se publicaron en televisión. Las cadenas estarán partiéndose de risa y la hipocresía campa a sus anchas. La cantidad es de broma si la comparamos con el negocio que habrán hecho las cadenas. No manejo los datos pero no es difícil imaginar que cada vez que se publica una información de una red social relacionada con un hecho luctuoso, dramático o criminal, la audiencia sube.
A mí me llega a parecer dramático que no haya ningún tipo de límite cuando se trata de gestionar la información ajena. Eso sí, que a nadie se le ocurra subir a YouTube un vídeo de una cadena porque entonces sacan a relucir los derechos de las imágenes y puede pasar cualquier cosa. Por un lado son capaces de montar programas morbosos y macabros con información privada de otras personas, y por otro se enzarzan en polémicas con las distintas cadenas apelando a su derecho a defender su buena imagen.
En cualquier caso el asunto irá a peor porque, pese a todo, sigue primando la idea de que las redes sociales son un peligro público y en realidad poca gente, además de los propios usuarios, está realmente interesado en que se generalice un uso racional, mesurado y respetuoso de lo que se publica en los perfiles y en Internet en general. Las televisiones, como siempre, a la vanguardia de la explotación de lo privado para convertirlo en público, en noticia, sin pensar en las consecuencias. Las leyes, por su parte, siguen sin tomarse en serio el problema. Y mientras los que pagan las consecuencias son los usuarios pero también los espectadores, que cada vez nos merecemos menos la televisión que tenemos.
Vía | Las provincias
En ¡Vaya Tele! | El sentido de integrar chats entre usuarios en una emisión
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