Ana Mato pide adelantar el Prime Time pero ¿es el primer paso lógico de la racionalización de horarios?

El pasado viernes se celebró un Consejo de Ministros en el que se aprobó el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades. En éste plan se contempla el estudio de medidas en aras de modificar los horarios en la sociedad española a un esquema más racional y cercano al resto de Europa. Durante la rueda de prensa posterior, la ministra de Sanidad Ana Mato ha pedido un esfuerzo a las televisiones por adelantar la programación de la franja de más audiencia. Hace unos meses preguntaron sobre el mismo tema al presidente de RTVE Leopoldo González-Echenique y su respuesta estuvo a favor de la propuesta siempre y cuando hubiese consenso al respecto.

Los medios de comunicación tienen que hacer un esfuerzo con nosotros, se lo vamos a pedir para colaborar conjuntamente, para ver si podemos acabar un poco antes las emisiones estelares de las cadenas, las series y las películas importantes, para que también las familias puedan acostarse y descansar un poco antes.

Una normalización de los horarios es absolutamente necesaria; es una locura que los arranques de prime time se planteen ya para más allá de las 22:30h, lo que alarga la noche televisiva hasta pasada la una de la madrugada. Sin embargo, pedir que las televisiones retrasen el prime time es, a mi parecer, empezar la casa sobre el tejado. Estos horarios no son más que un reflejo del ritmo vital que lleva la sociedad española durante el resto de la jornada y es por esto que muchos consideran el cambio poco menos que una utopía.

La curva de audiencia

La programación de las televisiones es resultado de un análisis exhaustivo del comportamiento de la audiencia. Cada día, los operadores de televisión reciben unos datos detallados al minuto que reflejan cuándo encienden el televisor los españoles. Las curvas de datos son muy ilustrativos de cómo es el flujo de espectadores; cuándo entran, cuándo salen, cuándo cambian de canal. El problema es que estos datos están lejos de aquel tiempo en el que a las 21:30h estábamos cenando frente a la sitcom de turno de La 2.

Es curioso porque los horarios de mañana y tarde no han evolucionado mucho a lo largo del tiempo; hemos visto un retraso en la programación de informativos del medio día pero en general la franja matutina y de sobremesa se mantiene similar con el transcurso de los años. Es el access y el prime time lo que han ido poco a poco retrasándose hasta entrar en unas horas tan intempestivas que prácticamente han hecho desaparecer al late night como franja horaria válida.

Leopoldo González se apresuraba en su momento a quitar hierro a RTVE afirmando que Televisión Española siempre acaba antes de medianoche; claro, la ausencia de anuncios facilita mucho el mantener la emisión dentro de unas horas racionales pero, ¿qué pasa con las cadenas privadas? La jornada laboral se ha alargado tanto que es materialmente imposible que una familia esté en casa lista para sentarse frente al televisor a las 21:30h, cuando a las 20h aún hay muchos atrapados en los atascos de las grandes ciudades.

La jornada laboral

Por supuesto que la modificación de horarios ha de ir de la mano en todos los aspectos sociales que influyan en ello, pero ¿cómo pedirle a una televisión privada que meta sus programas más competitivos –y más caros por norma general- en un horario en el que los españoles no sólo no están frente al televisor sino que no pueden estarlo? Es lo de siempre, una pescadilla que se muerde la cola, un qué fue primero ¿el huevo o la gallina? ¿Por dónde empezar? ¿Cómo modificar la jornada laboral con la cantidad de parados actual, que ha cargado de más tarea a muchos trabajadores que han de compensar las ausencias haciendo horas extras en demasía? ¿Cómo combatir con esa contradicción nuestra que es que hacer más horas de las que corresponden es ser un buen trabajador? Algo que cuentas fuera y se echan las manos a la cabeza.

También podríamos hablar de la otra cara de la moneda; de aquellos trabajadores que han de estar en pie a las seis de la mañana y se convierten en espectadores perdidos en prime time, condenados por los horarios de las televisiones a elegir entre descansar o ver el final de su serie favorita. En fin, tampoco queremos entrar en temas demasiado políticos porque aquí lo que nos ocupa es la televisión, pero en este asunto del cambio de los horarios de la programación está sin duda ligado y es dependiente de muchos factores relacionados con la política y la sociedad. Ojalá un cambio de tiempos en el prime time fuese empuje suficiente para modificar los hábitos de los españoles y forzar el timing social a algo más normalizado y racional. A vosotros, ¿os parece que este tipo de medida tendría la fuerza suficiente para catalizar el cambio?

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