Algo más rezagado de lo normal. Así volvió 'Salvados' al presente curso televisivo, aprovechando el último domingo de octubre para arrancar la emisión de una nueva tanda de reportajes que pretende seguir la senda interrumpida con la llegada de las vacaciones de verano. La cadena decidió que Jordi Évolve continuara formando parte del tándem con Ana Pastor, iniciado el pasado curso y que ha creado una noche de los domingos centrada en la actualidad. Este día de la semana estaba cojo sin 'Salvados', un programa que muchos empezábamos a echar en falta y que se ha creado un hueco imprescindible en la televisión actual, a través de un periodismo con nombre propio que ha conseguido todas las críticas favorables posibles.
No creo que este artículo pueda añadir algo nuevo a todo lo que se ha dicho ya sobre 'Salvados', ya que el programa de laSexta ha vuelto como se despidió, sacando punta a los asuntos que nos rodean como sociedad y creando con cada reportaje un nuevo espejo con el que descubrir una parte fea de nosotros, que sabíamos que existía pero que quizá no nos habíamos detenido a examinarla con el sosiego que ofrece 'Salvados'. Tampoco en audiencias ha ofrecido algo nuevo a la constante que siguió el curso pasado, ya que 'Salvados' ha vuelto demostrando la fortaleza como programa líder de la noche del domingo, un hito en nuestra televisión del que solo podemos alegrarnos.
Porque Jordi Évole y su equipo dan una bofetada a todos esos que afirman que solo un tipo de televisión tiene éxito en la pequeña pantalla de nuestros días. 'Salvados' ha demostrado que con tiempo, confianza y trabajo bien hecho también se puede conseguir el respaldo de la audiencia, que se ha rendido ante el trato de la información que se presenta en cada uno de los reportajes. Las mejores cualidades de 'Salvados' han estado presentes en los dos programas con los que ha iniciado la nueva temporada, jugando las cartas que mejor sabe poner sobre la mesa para seguir desarrollando esa radiografía de la sociedad en la que vivimos.
En esa evolución hay programas que consiguen tocar la gloria, como el reportaje emitido ayer en el que se realizó una aproximación al mundo de la corrupción que tanta presencia tiene en la información de nuestros días. Son programas como estos los que se erigen como esenciales y con los que tenemos la sensación de que en unos años tendrán todavía valor para comprobar cómo fue la época en la que ahora nos encontramos, como una especie de enciclopedia televisiva que recoge tomos en forma de reportajes sobre los casos más turbios de nuestra sociedad y el mundo de la política. Esa es una de las razones por las que las reposiciones de 'Salvados' funcionaron tan bien el año pasado, aunque este año parece que han perdido seguimiento al estar situadas tras 'El objetivo'.
El trabajo de 'Salvados' continúa estando cuidado al detalle, desde los vídeos de introducción que se utilizan como cabecera hasta el impacto que el programa tiene en las redes sociales, comentado por el propio Jordi Évole cada semana. Y es que nada ha cambiado en un formato que funciona ofreciendo una televisión que cumple con su función crítica y social y de la que no podemos sentirnos más que orgullosos. Es curioso el contrasentido al que 'Salvados' nos somete cada semana, ofreciéndonos una visión de lo que nos rodea que nos deja enfadados pero de la que al mismo tiempo nos sentimos satisfechos. Una televisión necesaria al servicio del ciudadano.
En ¡Vaya tele! | 'Salvados', el programa más necesaria de la televisión española
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