La magia del cine nos ha llevado a imaginar que lo imposible era posible, que podíamos llegar a observar mundos más allá de los rincones de la imaginación o incluso creer que un hombre podía volar. Otras veces no está presente la magia, pero siguen habiendo películas tratando de venderte espectáculos exagerados que terminan siendo entretenidos, como ‘Fast & Furious: Hobbs & Shaw’.
Dos cabezones bien duros
Con el notable artesano David Leitch encargado de ensamblar este vehículo para Dwayne Johnson y Jason Statham, con Idris Elba y especialmente Vanessa Kirby sumándose a la fiesta, este spin-off de la saga Fast & Furious fue un éxito de taquilla bastante notable. Y también una de las más sólidas entregas de la franquicia, cosa que se puede comprobar hoy en televisión a través de La Sexta a partir de las 22:30 (y en streaming a través de Amazon Prime Video a cualquier hora).
Un terrorista con ansias de poner patas arriba el orden mundial busca hacerse con una peligrosa arma biológica, pero una agente del MI6 consigue arrebatárselo, aunque poniéndose en riesgo a ella misma. Para protegerla y derrotar a este peligroso enemigo, mejorado ciber-genéticamente, tendrán que asociarse su hermano, el ex-agente de élite Deckard Shaw, y su gigantesca némesis, el oficial estadounidense Luke Hobbs.
El spin-off nace con ambición de seguir explotando el potencial comercial de la Fast Saga, pero con dos de las mayores estrellas del cine de acción contemporáneo, aprovechando ese pequeño chispazo de divertida química que asomó en su cara a cara en la anterior película. Los parecidos con los espectáculos automovilísticos de La Familia Toretto son irregulares, aunque mantienen su impagable sentido de la majadería y de derribar a la fuerza las leyes de la física conocidas por el hombre (ahí está la escena de La Roca intentando tirar abajo un helicóptero con su brazo).
Leitch consigue armarlo con cierta consistencia, aprovechando su amor por el cine de acción más ochentero que incluía muchas de estas buddy movies con dos protagonistas que no se aguantan. Johnson y Statham funcionan bastante bien en sus momentos de tocarse las narices mutuamente y, a pesar de los intentos del primero de llevarlo a su terreno de un espectáculo más familiar, el segundo termina ganando muchas veces la partida sin aparente esfuerzo incluso en las escenas de acción física.
Por supuesto que no cambia la vida de nadie, y desde luego se pueden señalar los intentos de Johnson por intentar microgestionar Fast & Furious y alejarlo de Vin Diesel. Que se haya quedado en una película puntual muestra que no le ha salido bien la jugada, aunque sí que da una diversión bastante veraniega y hasta estimable.
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