Es difícil despegarse una especie de ansiedad y tristeza prematura pensando en el momento donde Clint Eastwood ya no esté con nosotros. A pesar de que sigue activo y rodando películas en tiempo récord, siempre queda la sensación de que cualquier momento va a ser el último, y nos lleva a querer apreciarlos un poco más. Incluso aunque opte por cierta ligereza en películas como ‘Cry Macho’.
Los hombres también lloran
Su última película como director le tiene de nuevo como actor protagonista, tratando de proyectar cierta trascendencia crespuscular a una road movie con elementos de falso western. Una historia sobre masculinidades y el legado que se va a poder ver hoy en televisión a través de La Sexta a partir de las 22:30. También se va a poder ver en streaming a través de Amazon Prime Video y de Max a cualquier hora.
La antigua estrella de rodeo Mike Milo, ya retirado, se dedica a la crianza de caballos en la Texas de 1978. Pero la vida cada vez aprieta más, y no le quedará otra que aceptar un encargo de un viejo conocido, que quiere traer a su hijo de vuelta de México y alejarlo de su problemática madre. El viaje de idea y vuelta se volverá una aventura más íntima de lo esperado.
Siendo la base una novela de 1975, uno se puede imaginar cómo podría haber sido una película en aquella época que hubiera diferido bastante de lo que ofrece Eastwood. Más thriller complejo o crudo, al estilo ‘El ex-preso de Corea’. O incluso un vehículo estelar, tal y como se intentó en estos últimos 30 años que estuvo en desarrollo, en cierto punto con Arnold Schwarzenegger.
Todos estilos muy distintos de lo que un Eastwood de más de 90 años decide que debe ser la historia. Su fordianismo, más íntimo y melancólico que nunca, busca compensar con finura artesana elementos que chirrían como que el cineasta es como 30 años demasiado mayor para el papel. Hay cierta rigidez en su manera de proceder que, sorprendentemente, no termina sentando mal a la película.
Son los pequeños momentos al lado de una hoguera reflexionando sobre lo que es ser un hombre, o esos planos con Clint todavía manteniéndose erguido sobre un caballo, los que dan una textura especial a un drama correcto. Ahí reluce su pasado en el cine, su legado. Un arma con la que ningún director o ningún actor puede contar, e Eastwood las aprovecha con astucia y con su buen instinto cinematográfico. Es, también, un arma a la que le quedan pocas balas en la recámara, así que no está de más apreciarlas mientras estén disponibles.
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