Considero que a día de hoy lo mejor del programa de Buenafuente son el Follonero y Berto. Y si solemos seguir el programa a diario, hemos podido comprobar que las apariciones de ambos han ido subiendo, especialmente Berto, que ya hace más cosas que la sección con la que empezó en el programa, esa genial Bertovisión. El pasado jueves comentamos en este blog, que esa misma noche, Berto tendría la posibilidad de darnos a conocer su valía, presentando entero el programa (Buenafuente se tomó el día libre). La expectativa que se creó fue alta, sobre todo por vuestros comentarios en la entrada en la que comentaba si había que pensar en ofrecerle a Berto un programa propio. Mi entrada era una hipótesis que arrancaba de lo que había sucedido en algún que otro late night americano. No informaba que esto fuera ocurrir, aunque no niego que me encantaría.
Hecha la aclaración, vayamos con el tomate. ¿Qué me pareció el jueves Berto presentando el programa de Buenafuente? Mi sensación es exactamente igual a la que tengo cuando voy a un campo de fútbol y quiero prestar la atención a un jugador joven que me han comentado que va para estrella. Me explico. Al jugador, digamos Berto, se le ven detalles y clase con la pelota, es conocedor que tiene un don, pero dado que aún no tiene el peso suficiente en el equipo, se debe retener a las directrices marcadas por el entrenador (Buenafuente o dirección del programa), que le encorseta en la dinámica del equipo. Si decide salirse de las reglas, el espectador agradecerá la genialidad, pero al que manda, quizás, esa salida de tono dentro del organigrama del equipo no es bien vista. El entrenador pondrá su mejor sonrisa, pero por dentro estará que trina, sin saber que por mucho que lo quiera, la estrella es el jugador y no el equipo.
¿Qué quiero decir con este ejemplo? Que durante el programa, y en cierta forma lo aclaró Berto en la presentación, éste iba a estar sujeto a las reglas del programa, que sólo era una sustitución, y como tal era temporal. Es decir, Berto apuntó maneras, cuando se salió del guión y fue el mismo, como ocurrió con alguna parte de la entrevista a Marlango, y sus salidas de tono (se le vio agobiado en ese formato, pero salió del apuro). Y esas muestras de espontaneidad, liberado del corsé del programa, fueron las que lograron mostrarnos la mejor Berto, al gamberro (parte con Iñigo Espinosa). Es decir, uno se ha quedado con ganas de más, y de ver al Berto verdadero. Eso ciertamente ocurrirá, sólo cuando tenga programa propio. Mientras, tendremos que contentarnos y divertirnos con el juego que dará esta situación en el programa del lunes. Habrá que ver por dónde sale Andreu.
A continuación os dejo los que para mí fueron los dos mejores momentos del programa. La soberbia parte del porro y el genocidio contada tras el monólogo (ojo que lo grande es la forma como lo contó), y la conversación con su amigo Iñigo Espinosa y los momentos relacionados con las gamberradas de las niñas de dos años (también incluyo la parte del Follonero y Berto, aunque ésta arrancó bien, se desinfló al final, cuando más se esperaba la broma del despacho de Buenafuente).
Pero como siempre digo, es una opinión, las conclusiones sacarlas vosotros.
Los porros y el genocidio
Berto e Iñigo Espinosa
El Follonero con Berto
Y para el final dejo un enlace al blog de Cascoporro (curioso lo del nombre), que nos trae la prehistoria de Berto en la televisión, con su primera aparición en Buenafuente y la canción que presentó en el programa, hasta disfrazado de gazpacho en el salón manga. Formas diferentes de ver a Berto.
En Vaya Tele | ¿Bertovisión como spinoff de Buenafuente?