Convertir el dolor en espectáculo es algo que estamos viendo demasiado estos días. Ideas como las que veis en el vídeo demuestran que se ha pasado un límite, aunque los programas o las cadenas no quieran reconocerlo. No sólo son las televisiones: hoy mismo El País publicaba una crónica muy similar sobre ese primer vuelo después del accidente, donde se señalaba que a alguien con una cámara se le había pedido que no siguiese grabando. ¿Sería la reportera de Está Pasando?
No tiene sentido: reportajes así no informan de nada, sólo añaden dolor y lo venden miserablemente, disfrazado de periodismo de calle, de reporterismo de raza. Sacar las imágenes de una tripulación que llora después de que el día anterior se matasen, entre otros, sus compañeros; aprovechar la tristeza para venderla en primer plano esun límite claro que cualquier periodista debería saber que no se puede traspasar.
Informar no es entretener y menos cuando se hablan de sucesos. Un accidente y sus consecuencias no pueden tratarse como si fueran un reality show. El consejo de Ángel Martín al final del vídeo se puede decir de muchas maneras, pero es la sensación que se le queda a uno después de ver reportajes así. Lamentable.
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