El pasado 5 de marzo terminó su andadura en TVE, después de casi tres años en antena, el programa 'Mi reino por un caballo'. Para los que no lo sepáis, se trataba de un magazine semanal dedicado al mundo del teatro, en todas sus facetas. Media hora de emisión para traernos este arte que se encuentra tan cerca del ser humano pero al que, cada vez, algunos sienten más lejos.
En la era de la reconversión en algo al alcance de nuestras posibilidades, menguadas en gracia a nada, La 2, ese canal que prevalece a pesar de tantas cosas, ha tenido que recortar varios de sus espacios culturales, y el pasado febrero anunciaba que tanto 'Mi reino por un caballo', como 'Programa de mano' y 'Miradas 2' terminaban pero poco, porque renacerían más y mejor en un nuevo contenedor cultural llamado '¡Atención obras!', una macedonia de cosas artísticas que aligera mucho peso, porque mira que la cultura puede ser indigesta.
Me da mucha pena que pasen estas cosas. A veces no nos damos cuenta, pero en esa televisión que denostamos 80 veces al día, aún hay gente que trata de hacer un trabajo limpio, íntegro y bello. 'Mi reino por un caballo' es un ejemplo de esto. Bajo la batuta de Arantxa Vela, el programa nos ha traído la actualidad nacional del mundo del teatro, a medio camino entre un prácico informativo y un necesario altavoz de una expresión artística que se encuentra apartada de muchos de sus espacios naturales.
La presentación de las pequeñas piezas de reportajes se hacían a través de sugestivas y estimulantes imágenes, con un trabajo de edición de los que las actuales pautas de producción ya no permiten, al primar la rapidez y el fácil consumo, que no provoque espacios en blanco en la mente de un espectador al que hay que conducir permanentemente en el lenguaje televisivo.
Y había un algo muy simpático en sus narraciones, o al menos, eso me transmitía a mí, un tono narrativo que, por supuesto, salvaguardaba la seriedad de una voz que presenta pero que se permitía guiños humorísticos, matices divertidos que creo que un espectador natural agradece.
Malos tiempos para la lírica
Siempre me ha parecido que 'Mi reino por un caballo' cubría una necesidad social. El mundo del teatro ha desaparecido gradualmente de las pequeñas pantallas y es muchas veces estigmatizado como algo raro e incluso elitista. Pero yo creo que es un arte que ha crecido con el ser humano y nunca le ha abandonado, ha acompañado al hombre y sus necesidades y siempre ha tenido grandes cosas que contar.
Éste ha sido un programa con muchas ganas de ofrecer contenidos frescos y atrayentes, contaba también con algunas secciones muy entretenidas, recursos televisivos que otros usan y que tienen un peculiar desarrollo en el mundo del teatro. Desde esta cosa de contar una historia fragmentada a recibir preguntas aleatorias, siempre con los protagonistas de los reportajes, que aportaban una visión muy interesante sobre conceptos que todos damos por asumidos.
Era difícil cubrir todo el espectro que significa "el mundo del teatro", algo tan extenso e inabarcable que me sonrojo un poco al escribirlo. No sólo traía la actualidad de las tablas, sino que, al hablar de cada pieza que se estrenaba, que volvía a montarse, sacudía la historia de aquellos que formaron parte de la creación de la pieza, por lo que pasaba a ser fundamental la trayectoria del director, o la significación de la obra en su época... muchos ingredientes para conseguir unos reportajes que siempre resultaban ilustrativos.
Pues nada, otro programa cultural que cierra sus puertas, desde el equipo que ha formado parte de este proyecto han comentado que seguirán trabajando con las mismas ganas en ese 'Atención Obras' del que os he hablado al principio, que está presentado por Cayetana Guillén Cuervo, los viernes a las 23:30. Mucha suerte para todos los que se embarcan en el sueño de hacer una televisión en la que creen.
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