Uno de los grandes fenómenos del cine de los ochenta con secuencias de pura gloria deportiva
Ya están aquí uno de los mejores momentos para ver televisión en directo, y que sólo se da una vez cada cuatro años. Sí, han empezado los Juegos Olímpicos de París, ocasión para tragarse hasta una competición de doma o para ver mucha programación relacionada, incluyendo cine. Y qué mejor complemento para estos juegos que ‘Carros de fuego’.
Corriendo al Olimpo
El clásico biopic con los Juegos Olímpicos de escenario central es recuperado con toda la intención para mantener la llama del espíritu deportivo. Hugh Hudson dirige este fenómeno del cine de los ochenta que también triunfó en lo Oscars en su momento, y que hoy se verá en televisión a través de La 2 de Televisión Española a partir de las 22 horas de la noche (también se puede ver a cualquier hora en streaming a través de Disney+).
Antes del inicio de los Juegos Olímpicos de París del año 1924, dos atletas británicos se preparan para la competición y para la representación de su país. Ambos de procedencias y contextos distintos. Un judío descendiente de lituanos y un hijo de misionarios escoceses nacido en China buscarán el respeto y la dignidad a través del triunfo.
Es uno de esos ejemplos de puro nacionalismo cinematográfico que consigue estar bien orientado a la sensibilidad del público. La inspiradora historia real consigue tener aquí su propio empuje abrumador en lo emocional a través de pequeños chispazos de gracia cinematográfica, compensando unos defectos que el tiempo ha hecho más evidentes.
Su ritmo de lenta cadencia y su pequeño tufo a creerse demasiado trascendente (además en un sentido que se siente especialmente rancio y británico) son algunos lastres para una película que, por otro lado, termina siendo imprescindible en montajes sobre la historia del cine o sobre el deporte. Y no es difícil entender por qué si coges determinados momentos, tanto dentro como fuera de contexto.
Las secuencias de carrera están rodadas con brío y con la adecuada pomposidad épica, y luego la música de Vangelis las termina de convertir en secuencias para el recuerdo y hasta motivadoras. Que hayan sido parodiadas hasta el extremo con los años no cambia que sigan resultando impresionantes, y el mejor sostén para una película que llegó a arrasar en taquilla y en los Oscars, ganando cuatro estatuillas de las siete a las que optaba en esa ceremonia. Sí, también mejor película.
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