Joachim Trier presenta una maravilla millennial en La 2 que transcurre en una línea paralela al resto del cine mainstream
Dicen que cuando te enamoras de golpe todo se para en tu vida durante un segundo. Le pasaba al protagonista de 'Big fish' en una escena inolvidable y le pasa a Julie en, quizá, el momento más recordado y mágico de 'La peor persona del mundo', durante unas horas en los que el mundo se paraliza por completo convirtiendo a cada persona que te rodea en un maniquí inconsciente de estar presenciando una historia de amor única que, como todas, está destinada a romperte el corazón en un momento u otro. Porque Julie no puede ser feliz. Al fin y al cabo, ¿quién puede?
Malas personas y amores truncados
A lo largo de catorce capítulos distintos, Joachim Trier hace el retrato perfecto de la insatisfacción millennial, de una generación en la que vivimos más en la anécdota que en lo real, incapaces de interiorizar que el mundo de hadas que se nos pintó en la infancia es inexistente. 'La peor persona del mundo' nos muestra qué pasa después de comer perdices, de encontrar una pareja y asentarse. Y no sale necesariamente bien.
Todo empieza cuando cualquier comedia romántica habría acabado, y se vuelve más y más fascinante hasta un final que, francamente, echa un poco por tierra el resto al apostar por el ritmo y la atmósfera trágica y telenovelesca, impropia de lo que Trier enmarca durante el resto del metraje. La gran mayoría de la película vive en los no-momentos, esos sobre los que cualquier otra cinta haría elipsis, saltándose conscientemente la gran mayoría de los puntos de giro clave de una vida, pero al final se convierte en una narración convencional... y es una pena perder el componente de originalidad delirante que nos ofrece en su inicio.
'La peor persona del mundo' es un torrente de ideas creativas y visuales que, a pesar de no estar narrativamente hiladas entre sí y tocar distintos géneros, de la comedia al estilo Woody Allen al drama más rupturista, no se sienten innecesarias. Todas aportan profundidad a su personaje principal y ayudan a entender su compleja personalidad aunque -hasta el tercer acto- ninguna ahonde en sus decisiones más rotundas. Trier solo bordea los momentos que cambian una vida y se centra en el día a día de una chica tan insatisfecha con la vida como, en un momento dado, cualquiera de nosotros.
Desde Noruega sin amor
La película, que compitió en los Óscar en la categoría de mejor guion y mejor película de habla no inglesa (tuvo la mala suerte de estar el mismo año que 'Drive my car') es una cinta no solo muy reivindicable, sino también una de las mejores pruebas del pesar treintañero, ese momento en el que el amor eterno puede ser efímero, el sexo desesperado un hobby, el futuro un borrón y empezamos a sentir la mortalidad como una realidad.
Estos pequeños trocitos de vida, que casi parecen cogidos de manera aleatoria -pero que conforman un collage sin deformidades- intentan que montemos el puzzle sobre Julie sin darnos todas las piezas, pero es pura justicia: al fin y al cabo, ni siquiera ella las tiene. Y sin embargo, llegamos al final habiendo conocido su historia, que es como la de tantos otros. Puede que como la tuya propia, en aquel momento en el que fuiste, efectivamente, la peor persona del mundo.
Hoy, en La 2, a partir de las 21.55, y como contraprogramación en los Óscar, podrás ver esta pequeña gran maravilla que te va a dejar boquiabierto, viviendo en un punto exacto donde agradará tanto a los aficionados al cine más comercial como a los que admiran el cine independiente: tiene un poco para todos, tomando riesgos calculados y haciendo protagonista a la distante empatía del espectador. Anti-romance, sexo oral, drogas, un mundo en pausa y las decisiones posiblemente peor tomadas: un cóctel casi perfecto para mostrarnos quién es 'La peor persona del mundo'. No os la perdáis. De verdad.
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