A falta de que lo apruebe el Consejo de Administración de RTVE y si el tiempo no lo impide, ‘En portada’ y ‘Crónicas’ saldrán de La 2 en septiembre para ir a acomodarse en el Canal 24 horas. Esta decisión admite dos puntos de discusión importantes: por un lado, ¿qué demonios quieren hacer con La 2, que no se aclaran?; y por otro, si es o no un destierro ir a parar a un canal minoritario del grupo, por mucho que La 2 sea todo lo contrario a un canal potente y que funciona a toda máquina.
La reestructuración de La 2 parece responder a una tematización de contenidos general que viene marcada por el objetivo de reducir costes. Con la cantidad de canales que tiene el grupo, se confirma de una forma cada vez más clara que La 2 terminará siendo Cultural·es y que muchos de sus contenidos irán a parar a otras cadenas (los eventos deportivos a Teledeporte y los programas infantiles a Clan TVE). Claro, el agravio comparativo es inevitable porque Clan TVE y Teledeporte son dos de los buques insignia del grupo, pero el Canal 24 horas pasa prácticamente inadvertido. Casi es inevitable pensar que la información y la divulgación, dos objetivos prioritarios de una cadena pública, juegan en una segunda división. Rentabilidad y calidad parecen no ir de la mano.
Aquí es donde entra en juego la queja, para mí fundada, del Consejo de Informativos de TVE, que critican la decisión de trasladar ‘En portada’ y ‘Crónicas’ porque consideran que penaliza dos de los espacios más premiados de la cadena y que los condena a la desaparición por invisibilidad. De hecho, el Canal 24 horas sigue siendo a día de hoy un refrito de programación con escaso contenido propio, basado en redifusiones y en bucles. Por otro lado, y aquí viene el quid de la cuestión, se lamentan de que se haga desaparecer espacios de producción propia como estos y se mantengan programas de producción externa como ‘La noche temática’ o ‘Documentos TV’, cuando el impulso a la producción propia ha sido uno de los emblemas de la Presidencia de Oliart.
A estas alturas del partido y después de todos los cambios que ha habido ya, entiendo el revuelo que se ha formado por la noticia y comprendo que se entienda como una penalización a dos programas que, además de ser baratos, promedian más espectadores en La 2 que los que pueden tener en el Canal 24 horas, por mucho que confiemos en el efecto arrastre y en que ahora, con la TDT, todos juegan en igualdad de condiciones. En todo esto no puedo evitar ver una falta total de planificación por parte de Televisión Española, que se saca cambios de la manga cada dos por tres. No sé si será así, pero la sensación de una ausencia de estrategia integral no nos la quita nadie. Si a esto le sumamos la batalla interna de los trabajadores por defender sus puestos de trabajo ante la externalización, la polémica está asegurada.
En principio pensé que Alberto Oliart venía con un programa algo más coherente pero parece que obedece fielmente la voz de su amo y que en su gestión la prioridad es la rentabilidad por encima de todas las cosas. Es comprensible que una cadena pública, que tiene que rendir cuentas de forma regular, vele por el balance. Pero cuando ese balance se carga el equilibrio de contenidos y la armonía dentro del grupo, algo pasa, creo yo. No estaría de más que, en lugar de actuar a salto de mata, buscasen soluciones consensuadas y realizasen un plan de largo alcance que permitiese a todo el mundo poder fiscalizar sus actuaciones. Sinceramente, creo que en todo esto falta mucha transparencia y eso en una cadena pública no me gusta nada.
Vía | El País
En ¡Vaya Tele! | Por qué Cultural·es era un canal insostenible