Álex de la Iglesia era un director muy prometedor cuando 'El día de la bestia' llegó a los cines. En 1990 captó la atención de la industria con el estupendo cortometraje 'Mirindas asesinas' y apenas tres años después debutaba en el largometraje con la muy disfrutable 'Acción mutante'. Faltaba la confirmación definitiva de su talento, la cual llegó con una peculiar comedia satánica.
Hoy tenéis la oportunidad de recuperarla y celebrar el 25 aniversario de su estreno -llegó a los cines españoles el 20 de octubre de 1995-, ya que La 2 tiene previsto emitir el segundo largometraje de Álex de la Iglesia a partir de las 22:15 dentro del espacio 'Historia de nuestro cine'. Me costaría creer que quede mucha gente que no la haya visto, pero es que además sigue siendo una gozada volver a ella, pues funciona igual de bien o incluso mejor que la primera vez.
Una gozada
'El día de la bestia' cuenta la historia de un sacerdote vasco que descubre que la llegada del fin del mundo es inminente, por lo que decide hacer todo lo que está en su mano para averiguar dónde va a nacer el Anticristo. Eso le llevará a una singular aventura por Madrid en la que está acompañado de un amante de la música heavy y del presentador de un popular programa de televisión sobre el mundo de lo oculto.
Uno de los principales ejes de la función es Álex Angulo como Ángel Berriatúa, el sacerdote que impulsa en todo momento el relato con su determinación por evitar el fin del mundo. Puede parecer sencillo lo que hace, pero su personaje requiere un equilibrio vital para que la película no desbarre y el intérprete vasco lo borda.
Eso no quita para que las aportaciones del resto del reparto resulten esenciales. Lo fácil e inevitable es destacar a un arrollador Santiago Segura, que ya tuvo un pequeño papel en 'Acción mutante' y cuya fama fue creciendo hasta dispararse gracias a 'Torrente, el brazo tonto de la ley', pero ojo también a Armando de Razza, Terele Pávez o Nathalie Seseña.
Es verdad que sus personajes están muy bien construido en el guion firmado por el propio De la Iglesia junto a su colaborador habitual Jorge Guerricaechevarría. En su momento una comedia así fue una rareza absoluta dentro del cine español y lo mejor es que en ningún momento se quedan en el encanto de la anécdota y echan toda la carne en el asador desde el inicio de la película.
Además, la energía habitual del cine de su director está aquí perfectamente canalizada, sabiendo integrar en todo momento lo cómico en el relato sin por ello quitarle importancia al asunto. Otros se lo hubiesen tomado todo a guasa, provocando que el aumento de intensidad final quedase impostado. Aquí no sucede eso, ya que es el clímax ideal para todo lo que hemos visto con anterioridad.
La película gozó de una gran acogida por parte del público, ya que más de 1,4 millones de españoles fueron a verla, lo cual se tradujo en una recaudación de 4,3 millones de euros al cambio. Además, se llevó para casa seis Premios Goya, incluyendo uno a la mejor dirección para De la Iglesia. Eso sí, el premio a mejor película fue a manos de 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto'.
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