Estaba claro que Disney iba a exprimir a fondo 'Star Wars' cuando adquirió Lucasfilm y así fue. El primer paso fue iniciar una nueva trilogía con 'El despertar de la fuerza', una película que bebía mucho del origen de la propia franquicia para sentar las bases de la última trilogía de la saga de los Skywalker, y después toco probar suerte con los spin-offs, aunque en el caso de 'Rogue One: Una historia de Star Wars' seguramente sería más acertado hablar de una precuela directa del Episodio VII.
Más allá de la obvia motivación económica, la principal razón de ser de 'Rogue One: Una historia de Star Wars' era contarnos cómo conseguía la Princesa Leia los planos de la Estrella de la Muerte. ¿Realmente había alguna necesidad de dedicar toda una película a ello? Tengo mis dudas, pero al menos eso servía para acotar muy bien la historia de una cinta que podéis (volver a) ver esta noche a partir de las 22:10 en La 1.
Con una pega clara
El principal problema de 'Rogue One: Una historia de Star Wars' son sus personajes, ya que en muchos casos se puede percibir el intento de los actores en trascender el flojo desarrollo que se hace de los mismos en el guion. Eso lleva a que la parte central de la película resulte un tanto intrascendente porque al espectador no le importan realmente estos héroes de la resistencia, y es una pena porque espacio para que crezcan sí que hay, pero no está bien aprovechado.
Eso no quita para que en esas fases pueda funcionar como un pasatiempo de lujo y que en todo momento parezca que hay una idea muy clara de lo que se quiere contar. A veces funcionan las partes sueltas pero no el todo y aquí sucede eso pero a la inversa en varios tramos de su metraje, que de forma aislada resultan algo decepcionantes, pero aportan lo suficiente para encaminar todo en la dirección deseada.
De hecho, después de su breve pero efectivo prólogo, lo que hay son chispazos ocasionales como esa imponente primera aparición de Darth Vader poniendo en su sitio al personaje interpretado por Ben Mendelsohn. Realmente, 'Rogue One: Una historia de Star Wars' no quería de la presencia del que quizá sea el mejor villano cinematográfico de todos los tiempos, pero lo usa con moderación y un acierto sobresaliente. Apenas esa escena y otra casi al final en la que vuelve a dejar claro lo temible que es. ¿Fan Serivce? Quizá, pero de eficacia indiscutible.
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Además, es en ese tramo final en el que una misión suicida se convierte en un impresionante espectáculo en el que Gareth Edwards casi consigue que te importen unos personajes que hasta entonces te habían dado bastante igual. Es una parte muy poderosa en lo visual en la que todos los aspectos de la película están al servicio de un clímax de primer nivel en el que no existe la necesidad de un happy ending más convencional. La única lástima es ese último pequeño exceso digital al que ya había recurrido la película con anterioridad, pero bueno, es para remarcar más su claro vínculo con el Episodio VII...
'Rogue One: Una historia de Star Wars' fue un rotundo éxito comercial, siendo una de las pocas películas que ha logrado superar la barrera de los 1.000 millones de dólares de recaudación mundial. En concreto, amasó 1.056 millones de dólares en su paso por los cines, ocupando aún a día de hoy el puesto 38 en la lista de las películas más taquilleras de todos los tiempos.
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