Año tras año escuchamos las mismas premisas respecto a la Gala de los Premios Goya. Que si la Gala será más divertida, más ágil, más televisiva...,. Y al día siguiente los mismo reproches: aburrida, sosa, pesada, larga...,. Parece que el hermanamiento entre cine y televisión no termina de fraguarse y que la retransmisión es más una obligación heredada que una necesidad de la industria cinematográfica.
Aunque pese a muchos, que la presentación corra a cargo de José Corbacho es una concesión a la televisión, quizá demasiado extrema para los que ven a él a un personaje sobreactuado, de la industria del cine, que no termina de dejarse llevar por la televisión en lo que a galas se refiere.
Entre los propósitos de este año, reluce la idea de "intentar dar ritmo televisivo al espectáculo". Y yo me pregunto: ¿cómo que intentar? Ésa debería ser condición imprescindible. Para que a nadie se le olvide, los espectadores que verán la Gala son los mismos que luego van al cine a comprar las entradas. La Gala se hace para ellos, por mucho que quieran llamarla "la fiesta del cine".
Como gancho anuncian la sorpresa de la presencia de un actor español de fama internacional (no hay demasiados que puedan presumir de esto en el currículum). Y la Gala se emitirá con retardo, una decisión que pretende agilizar el espectáculo pero que va contra el directo, una de las características básicas de la televisión.
Personalmente, espero que la Gala funcione y entretenga porque pienso verla entera pero me gustaría percibir de entrada que los responsables del espectáculo están seguros de que van a hacer algo que funcione en televisión. No es tarea fácil, desde luego, pero es una mínima exigencia si tenemos en cuenta que pedir que una Gala televisada sea televisiva es prácticamente una redundancia.
Vía | RTVE
Ver 7 comentarios