No me extraña que hayan cancelado Superdupla

No me extraña que hayan cancelado Superdupla
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El experimento que ha hecho La 1 con Superdupla sólo ha durado dos semanas. Un concurso familiar de padres e hijos en el que se planteaba a los padres preguntas de la generación de los hijos, y viceversa. Incluía además una sección en la que el público participaba también votando con unos pulsadores. Un intento de hacer un programa intergeneracional en un época como la actual, en la que cada vez se ve menos la televisión en familia.

Aparte de este objetivo algo trasnochado, Superdupla tenía un ritmo muy irregular y era bastante aburrido. Con una realización demasiado sencilla, las diferentes etapas, en todas se acumulaba puntuación, impedían generar algo de emoción porque respondiendo bien pocas preguntas era fácil destacarse. En el programa del viernes pasado, una de las parejas llegó a la semifinal con tantos puntos acumulados que hacían imposible que la otra pareja les ganase.

El presentador no estaba demasiado natural, se le notaba tenso. Las parejas tenían que hacer aspavientos en las celebraciones, como transmitiendo un buen rollo infinito entre padres e hijos. Las preguntas, apoyadas muchas veces en vídeos o canciones, obligaban al bailoteo. El público, dividido en gradas de padres e hijos, jaleaba en momentos determinados. Pese a todo esto, el concurso transmitía una imagen pobre.

Hace años hubo un experimento similar en Televisión Española de la mano de Joaquín Arozamena. Entonces funcionó, pero eran otros tiempos. Con unas pretensiones más divulgativas, aquel programa tuvo dos puntos a su favor: Arozamena era un presentador estrella de la cadena en aquel momento, especialista en análisis de los conflictos generacionales, y la fragmentación de la audiencia no había empezado. Superdupla sólo buscaba entretener, y no lo ha conseguido.

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