Con más de cinco millones de espectadores se despidió ayer noche la primera edición de este talent culinario que ha conseguido revolucionar la tele de nuestro país. La carrera de 'Masterchef' ha sido imparable y ha finalizado en su momento de mayor apogeo, sin llegar a tocar techo y teniendo cada día más seguidores enganchados a sus platos y a sus concursantes. Todos sabíamos que contar con este programa podría suponer un auténtico pelotazo, al aglutinar a muchos espectadores aficionados a la cocina, pero las expectativas se han superado totalmente.
Comenzó con paso titubeante, sufrió ese difícil proceso de ser cambiado de día, vivió a rebufo de los partidos de fútbol y poco a poco empezó a demostrar que tenía muchas condiciones para triunfar en el prime time y, sobre todo, para ser temido por sus rivales. Luchó contra la final de 'Gran Hermano' casi sin despeinarse, sin bajarse nunca de su carro y siguiendo la misma línea que le ha llevado a este triunfo. La pregunta podría ser, ¿cómo es que nadie pensó en traerlo antes a nuestra parrilla?
Un triunfo para TVE
'Masterchef' podría ser considerado como el primer programa de éxito que consigue TVE desde su último cambio de administración. TVE vive una época muy difícil con los problemas económicos, con espacios que han sido cancelados o se han mudado de cadena. Ha tratado de cubrir huecos con nuevos programas, en una línea familiar y blanca y ya se ha llevado varios batacazos, por eso resulta tan importante el éxito de este espacio, con el que, por fin, ha atrapado a la audiencia de nuevo.
El mérito, a mi forma de verlo, es mayor, pues el programa debutó con bajas cifras a las que ha ido dando la vuelta día a día, batiendo nuevos récords. Cuando el éxito llega después de la incertidumbre, después de superar defectos, la alegría es mayor. Además, se ha hecho desde la calma, sin querer hacer modificaciones aparatosas que hubieran roto la esencia del concurso y hubieran espantado a la audiencia.
Una dinámica muy entretenida
Uno de los puntos fuertes de este programa de cocina en el que compiten cocineros amateurs para conseguir una carrera profesional, está en el desarrollo del programa en sí mismo, algo que se ve enormemente favorecido por la falta de publicidad. El programa solía repartirse en tres fases que han funcionado muy bien: en la primera, con la caja misteriosa como protagonista en muchas ocasiones, se llevaba a cabo una receta que suponía un reto para los concursantes. Ejecutado de manera rápida y efectiva, se convertía en un buen calentamiento, un disparadero de salida.
La segunda prueba solía ser de mayor envergadura, con salidas al exterior y cocina en lugares de postín: hoteles, restaurantes, bellos parajes... El programa podía airearse, dar publicidad a otros espacios de la cadena, mostrar a sus concursantes compitiendo en equipos,y conseguir momentos muy espectaculares, llenos de nervios y tensión y con reflejos de auténtica profesionalidad. La prueba de eliminación tenía el riesgo en su mismo nombre y pretendía que los concursantes lo dieran todo, so pena de ser eliminados en ese mismo momento.
Muy importante cuando el aspecto visual es tan primordial, el hecho de que los procedimientos culinarios tengan el peso que merecen y sean fotografiados de la mejor forma posible. El montaje desarrollado por el programa ha sido más que correcto, ha sabido generar emoción y hacer que el espectador viviese la cuenta atrás de los platos con máxima tensión. La combinación de estos momentos con las impresiones de los propios concursantes o de los jueces, redondeaba la apuesta.
Los protagonistas de este programa
La cocina es la protagonista absoluta, pero necesita unos actantes a su alrededor que den alegría, que generen dolor, que hagan empatizar a los espectadores. Los primeros y fundamentales, los concursantes. El ramillete seleccionado tras el cásting inicial tenía la virtud de ser muy heterogéneo, variado y diferente, con gente de estratos sociales diferentes. Algunos eran más jóvenes; algunos, más preparados; algunos sólo había cocinado en su casa o nunca habían guisado un pollo al horno.
La disparidad de personalidades y sujetos nunca estuvo reñida con la camaradería que se gestó entre ellos. Ante todo, los concursantes eran buenos tipos que se ayudaban y apoyaban, a los que entendíamos cuando sufrían... Eran naturales sin ser cargantes o pretender buscar el numerito. Muy destacable, la presencia de un "malo" que, siempre en esta línea elegante y tranquila, era el blanco de las críticas de jurado y concursantes, y de público también, ganándose la antipatía de muchos y consiguiendo ser un buen y necesario antagonista.
Por otro lado, había miedo respecto al papel del jurado. Se temía que pudiese quedar frío y cuadriculado, sobre todo, tras los primeros programas. Al principio, les costó encontrar su papel, el punto medio entre la exigencia y la simpatía. Pecaban de serios y secos porque, tal vez no sabían muy bien cómo construir su figura. Ésta fue saliendo de forma muy natural y entre el jurado hemos visto buen rollo con el concurso, conexión, algo fundamental para que un concurso de televisión funcione. Cada miembro del jurado ha sabido evolucionar, desde su propia personalidad y convertirse en imprescindible para el programa.
Además, la presentadora, para mí, ha estado muy bien. Eva González es una chica correcta y pulcra, que pone interés. Al principio me costaba verla, me parecía que imitaba burdamente el estilo de Raquel Sánchez Silva y, en esta comparación, no salía muy beneficiada. Pero, finalmente, creo que ha salido con buen paso de este reto y que ha sido, entre otras cosas, por la verdadera implicación que vivía hacia el concurso. Siempre la podíamos ver atendiendo las explicaciones o siguiendo con emoción las palabras de un concursante. Cuando un profesional se mete en el ajo, y da juego en los buenos y malos momentos, el programa tiene muchas papeletas para seguir bien.
Un programa casi perfecto
'Masterchef' tiene muchos condicionantes que le han convertido en un espacio de éxito. Tiene esa faceta de blancura que TVE pedía a gritos, para contentar a un tipo de público familiar al que tanto reclama. Pero además, tiene la garra y la emoción que un concurso en prime time necesita, para atraer a los espectadores y amarrarlos a su red, semana tras semana.
En un país en el que la gastronomía tiene tanta tradición, es más que entendible que un programa como éste triunfe. La gastronomía española es muy reconocida internacionalmente, y el gusto de las personas de a pie por lucirse entre los fogones es un secreto a voces. 'Masterchef' ha sabido dar un espaldarazo a todos los que cada día hacen crecer nuestra cultura gastrónomica desde el respeto a la tradición y la pasión por la innovación.
Además, hemos aprendido. Sí, un programa en el que se aprenden cosas, aún existen. Cómo se llama tal plato, cómo se limpia el pescado, cómo se prepara una masa, qué es la citronela... Las masterclass de las que han sido alumnos los concursantes eran una auténtica delicia y están a nuestro alcance en la página web de RTVE.
Gala final muy emotiva
La gala final que vivimos ayer como colofón resultó un tanto lenta al principio: muchos vídeos resumen, muchos exconcursantes haciendo acto de presencia, mucha emotividad familiar... Se pretendía dar un broche de oro a un programa que ha tenido momentos magníficos y el repaso por algunos de ellos tenía un claro protagonismo. Había que aprovechar al máximo los segundos de una grandiosa primera edición que ya se escapa, el programa, cuando regrese nunca será igual, como no lo fueron las siguientes ediciones de 'Operación Triunfo' o 'Gran Hermano'.
Y después, todo comenzó a tomar velocidad y vivimos una final a la altura de lo que los espectadores esperábamos pues es, ni más ni menos, que lo que siempre nos han ofrecido: un duelo gastronómico entre los dos mejores concursantes (que levantaban muchas simpatías, además, aunque parecía claro quién era el favorito) con un menú improvisado de tres platos que hizo las delicias del jurado y que contó con la presencia de Ferran Adriá, algo que inmediatamente otorgó muchísimo prestigio al programa y que puede ser considerado a nivel internacional.
La primera edición de 'Materchef' se ha ido y lo ha hecho dejándonos un regusto muy dulce en el paladar. Ya hay pocas ediciones de este tipo, que se ganen el respeto y admiración general de los espectadores, que cuenten con concursantes entregados e inocentes, que aún no están resabiados, que actúan con naturalidad, que han demostrado ser grandes profesionales y que volveremos a ver seguramente en algún otro programa de televisión, esta vez hablando de su carrera. A ver cómo resulta la segunda edición.
En ¡Vaya Tele! | Se confirma la segunda edición de 'Masterchef'
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