Ver a los niños haciendo cosas de adultos siempre ha tenido un hueco en nuestra televisión. En general, parece que hay cierta curiosidad por ver cómo se las apañan los más pequeños, ya sea dando el cante, mostrando dotes intelectuales o sus habilidades en algún campo. A este tercer grupo pertenecen los concursantes de 'MasterChef Junior', el talent show de La 1 que ha vuelto a casa por Navidad con una minitemporada de cuatro galas donde son los niños los que compiten por convertirse en el número uno de la cocina.
El debate inicial es evidente: ¿es necesario utilizar esta estrategia para seguir explotando los recursos de un talent show? A priori puede parecer que recurrir a los niños siempre tiene ese componente de aprovechamiento de los más pequeños, que acuden a la televisión con las ilusiones y el entusiasmo a flor de piel, y que se pueden ver perjudicados al pasar por una competición televisiva donde la fama o la propia rivalidad para ser el mejor les puede jugar una mala pasada. Al margen de este debate, 'MasterChef Junior' ha sabido darle la vuelta necesaria a su formato original para conseguir cambiar, a grandes rasgos, el torneo culinario por un juego de niños.
Las principales modificaciones pasan por añadir ese toque de complicidad que solo pueden dar los niños. Adaptar el formato a su forma de ser es el gran logro sacado de 'MasterChef Junior', un programa donde se cocina pero además se aprende sin perder de vista los buenos ratos que se pueden dar en la cocina. Los cambios en el decorado, las bromas que se establecen entre niños y jurado o las vueltas dadas en algunas pruebas se acoplan a la perfección a un programa que deja la ferviente competición a un lado para rescatar la parte más divertida del concurso, donde una prueba puede acabar con todos los participantes llenos de nata o con las risas de los presentes a la hora de hacer la valoración.
De nuevo gran acierto en el casting, con unos participantes que saben conquistar a la audiencia con su naturalidad y espontaneidad. El jurado también ha sabido encajar con los nuevos alumnos a examinar, derrochando la empatía necesaria para que la maquinaria siga funcionando. Pero, pese a sus intentos por suavizar la parte más dura de la competición, 'MasterChef Junior' también se ha decantado por la eliminación de sus participantes. En esta ocasión y al contar con escasos cuatro programas, la eliminación se hace por grupos de cuatro, aunque el espectador no puede evitar sentir desaliento por los pequeños cuando son eliminados.
Parece que es el precio a pagar por disfrutar del estreno de 'MasterChef Junior', un talent show que se establece como una buena opción televisiva para toda la familia, donde se unen ritmo, simpatía y sorpresas y donde existen pocos puntos negativos que recriminar más allá de los expuestos anteriormente. Como último apunte y también en el terreno de lo mejorable, llama la atención que 'MasterChef Junior' termine más allá de la medianoche, un horario menos adecuado para que los niños se vayan a la cama. Puestos a cuidar lo que se come también sería recomendable cuidar al máximo los horarios, un hábito tan importante como la alimentación.
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