‘Los Misterios de Laura‘ se ha despedido de La 1 como un éxito. Al principio no fue capaz de llamar la atención de toda esa audiencia que se ganó hace dos veranos, pero poco a poco ha ido subiendo en popularidad para despedirse como la reina de los lunes. Evidentemente, no todo el mundo que se enganchó a Laura Lebrel hace un par de años ha vuelto a ella con los brazos abiertos; ni el panorama audiovisual es el mismo (que dos años son muchos en términos televisivos) ni el trato de la pública hacia la serie ha sido el más favorable, pero aun así se ha ganado los adeptos suficientes para volver en los próximos meses (o años) al prime time de La 1.
¿La fórmula de su éxito? Su sencillez. ‘Los Misterios de Laura‘ es una serie simple como el mecanismo de un botijo, procedimental, con una protagonista que llama la atención por sus excentricidades y unos secundarios que, aunque están a remolque del personaje de María Pujalte, cumplen su función con creces. Se trata además de una serie familiar, destinada a cualquier franja de edad, y aunque a veces esto le pesa en su previsibilidad, su humor a veces infantil y en algunas interpretaciones sobreactuadas, ‘Los Misterios de Laura’ es entretenimiento puro y duro, y en cada capítulo logra enganchar al espectador. Que ya es más de lo que puede decir la mayoría.
Laura Lebrel, detective por encima de todo
Los casos de Laura ya venían de la primera temporada con una tara: eran demasiado previsibles. Y no hay que culparles por ello, al fin y al cabo es una serie para todos los públicos y las cosas había que darlas bien masticaditas, pero con el paso de los capítulos hemos visto cómo esta característica iba desapareciendo. Se hacía cada vez más difícil encontrar al asesino, y mucho más difícil resolver toda la escena del crimen y las motivaciones de los implicados.
Se agradece la introducción de nuevos enigmas que no siempre implicaban un asesinato, al menos no de entrada. Los capítulos del pianista que pierde la memoria o la chica que de repente pierde a su prometido fueron especialmente interesantes, sin que hubiera un homicidio de por medio. De igual forma, ha sido genial ver el nivel de actores secundarios que pasaban en cada capítulo para interpretar a los protagonistas de cada crimen. Victor Clavijo, Lluís Marco, Pedro Casablanc o Fernando Cayo son sólo algunos ejemplos del desfile de actores desaparecidos que han encontrado su hueco aquí.
También hay que destacar los auténticos complots que se han sacado de la manga para introducir algunos misterios, como “El Misterio del Club Diógenes”, con ese grupo de amantes de los misterios que quedaron en una casa para resolver un caso imposible, o el capítulo doble “El Misterios de los Diez Desconocidos”, que da cierre a esta segunda temporada y que supone todo un homenaje a “Los Diez Negritos” de Agatha Christie. Evidentemente, son situaciones salidas de madre que no sé si alguna vez llegaron a producirse (probablemente no), pero forman parte de ese aura pomposa y refinada que envuelve a la serie.
La trama serializada queda en segundo plano
Un gran acierto de este año: Quitarle protagonismo a los gemelos. Otro gran acierto: Meter a Beatriz Carvajal como Maribel, la madre de Laura, el némesis perfecto para la detective con sus frases al estilo: “Hija, deberías ir al médico a ver de qué son esos parones que te dan“, haciendo referencia al momento en que a Laura se le enciende la bombilla en la cabeza. Maribel ha tenido también bastante protagonismo, quizá demasiado, en los casos de cada semana, y en general ha cubierto bastante bien el puesto de Eva Santolaria, a la que personalmente he echado mucho de menos.
Curiosamente, la vida personal de Laura es lo que menos me ha interesado de toda la temporada. Su relación con ese oficial de policía apenas ha tenido chicha, y ni los celos de su marido o el escepticismo de Maribel han sido suficientes para mantener el interés. Si de verdad quieren darle espectáculo a la serie emparejando a Laura, que lo hagan con Martín, que aunque la tensión sexual no resuelta entre estos dos es muy leve, de ahí se puede sacar bastante.
Y llamadme tonto, iluso, enamoradizo y todo lo que querais, pero me ha encantado lo poquito que han contado sobre Cuevas y Lydia. Se veía venir que antes o temprano iban a acabar juntos, pero ha sido muy bonito ver la evolución del personaje interpretado por Laura Pamplona, de no querer dirigirle ni siquiera la palabra a su compañero a plantarle un beso en los morros delante de toda la comisaría. Aquí hay un filón para la tercera temporada.
El doble capítulo final y la tercera temporada
Bebiendo como bebe de las novelas de Agatha Christie, era inevitable que al final tuviéramos un capítulo como éste, en el que la propia investigadora se convierte en víctima (ya tuvimos otra referencia hace unas semanas a otro libro, “El nombre de la rosa”, en el capítulo centrado en la abadía de Guillermo de Baskerville). Probablemente este final de temporada os haya recordado a multitud de películas, libros y hasta series de televisión, pero no por ello dejan de ser dos auténticos capitulazos que se salen de la tónica general de la serie, y eso se agradece.
En ¡Vaya Tele! | ‘Los misterios de Laura’ mantiene su esencia dos años después