Las intenciones de la cadena, cómo no, se basan en contribuir a la integración de los inmigrantes, cosa que por lo visto y sólo desde su particular punto de vista, no entra en contradicción con el hecho de que se explotará la dureza de las condiciones de vida de los participantes y que, además, el televoto regirá los destinos de los concursantes, como buen reality que se precie.
A pesar de todo, hay que ser conscientes de que un programa de estas características no podía tardar en llegar y de que era cuestión de tiempo que alguna cadena decidiese sacar partido de un sector tan jugoso de la audiencia. Quizá lo más cuestionable sea el hecho de que la cadena que finalmente ha saltado sobre la porción del pastel sea la televisión pública y que encima disfrace sus intenciones con la pátina de la buena voluntad.
Se echa en falta algo de coherencia en RTVE porque si bien por un lado se impulsan medidas para que la cadena empiece a ser una televisión pública de verdad, con menos publicidad y aumentando la calidad de los contenidos, por otro observamos con estupefacción que se promueven programas que buscan el negocio, dejando de lado cualquier consideración ética.
Vía | El Mundo