Ayer lunes, se despidió la segunda temporada de la serie 'Isabel', ya sabéis, la producción de Diagonal TV para nuestra tele pública: TVE. En 'Isabel' nos encontramos un personaje histórico fuerte, que esta temporada ha conseguido derrocar a sus enemigos, venciendo en las batallas más encarnizadas. Por el contrario, en su lucha por la audiencia, la ficción de la reina católica no ha salido tan airosa. Su plácido reinado se vio fuertemente torpedeado por las mejores armas de las cadenas privadas. Primero, fueron los embistes de 'La voz', frente a los que se encontró herida pero nunca grave.
Pero, finalmente, la llegada de un coloso como 'El tiempo entre costuras' ha conseguido que se empañe su último tramo de la temporada, dejándole en unas cifras más que honrosas pero lejos del triunfo en el prime time. Esto, sin embargo, tiene una interpretación muy positiva para nosotros los espectadores, pues responde al increíble nivel al que ha brillado la programación en este arranque de nuevo curso, con ficción española de calidad que compite en lo más alto. Sin duda, un hecho muy positivo.
De donde hay, sí se puede sacar
Lo primero que me gustaría destacar de esta segunda temporada de 'Isabel' es la cantidad de temas y hechos históricos que se han tocado. Sin duda, quien ideó esta serie sabía muy bien el tremendo potencial que tenía entre manos y el enorme partido ficcionado que se le podían sacar a unos momentos históricos de tanta trascendencia para nuestro presente. Una época convulsa y llena de sobresaltos y cambios, que ha logrado que el nivel de la temporada haya sido emocionante y con mucho ritmo, sin secuencias muertas, pues todo debía servir a poder explicar bien la historia y a que el espectador comprendiera qué estaba en juego a cada momento.
Pues precisamente este el reverso malvado de esta virtud. La magnitud de hechos y la trascendencia de los mismos, las sutilezas políticas y las ramificaciones de cada asunto han podido provocar, en algunos momentos, que el espectador se pudiera sentir perdido en una maraña de acontecimientos que necesitan ser muy bien desgranados, explicados y masticados pero que, a la vez, deben conservar esa magia de la narración, ese misterio y ese disfrute de ir comprendiendo lo que sucede poco a poco. Aquí es fundamental el trabajo de guion, como hemos comentado tantas veces. Pues, además, 'Isabel' es una serie que debe sustentarse en muchas ocasiones en secuencias dialogadas, dejando la fuerza de la acción para momentos puntuales.
La temporada ha sido muy intensa y, además, personalmente, agradezco todo lo que he aprendido: el conflicto con la Beltraneja y la nobleza castellana; la guerra contra los musulmanes, con ese emotivo final que todos hemos estudiado; la llegada de la Inquisición y sus terroríficas maneras; los problemas con el pueblo judío; la boda de la infanta en Portugal; los intereses de Aragón y, por supuesto, el viaje a América, son algunas de las grandes bazas que se han desgranado poco a poco para conseguir un café cargado, fuerte y contundente.
Isabel, la implacable
Otro de los retos a los que se enfrentaba la temporada era el tratamiento que tendría la figura de su protagonista, la reina Isabel. Su figura ha pasado a la historia como la de una dirigente implacable, dura y firme frente a sus detractores, con poca o ninguna piedad y con objetivos de conquista bien grabados a fuego en su piel. A lo largo de la temporada hemos sido testigos del complejo proceso por el que el personaje interpretado por Michelle Jenner se ha ido convirtiendo en esa mujer letal, dejando de lado a la encantadora niñita que vimos en la primera temporada.
Nuestra protagonista no lo ha tenido nada fácil en algunos momentos para "caernos bien", pues su actitud, por ejemplo, con el pueblo judío, la muestra como alguien poco dispuesta a ceder en sus intereses. Me ha resultado muy curioso cómo se han justificado ciertas decisiones en este sentido. Nunca se contaba que Isabel actuara en contra de los judíos por una cuestión de antisemitismo, sino que se pretendía mostrar, al decidir que fueran señalados o que estuvieran recluídos, un deseo por protegerlos de los ataques que recibían por parte de los cristianos. Ha sido un camino difícil que pasó del apoyo incondicional para someter a los nobles castellanos a su expulsión de Castilla.
Para compensar la terrible figura de Torquemada, con esa Inquisición que no entiende de misericordia y que actúa bajo el dictado del Vaticano y los reyes, se ha jugado mucho con la figura de Fray Hernando de Talavera, el confesor de la reina. Una figura mucho más positiva, que aboga por valores cristianos más solidarios y que hacía dudar a Isabel respecto a qué decisión tomar. Y para ayudar a digerir mejor la figura de una reina que corría peligro de atragantarse en nuestros afectos, también se ha tenido en consideración un recurso muy inteligente, como es el de aupar la vida familiar y sentimental de la reina, poniéndola en muchas ocasiones al nivel de la política. Esta dualidad nos ha ayudado a ver a Isabel como una esposa que sufre las infidelidades de su marido o que hace todo lo posible por salvar la vida de sus hijos.
Granada, tierra soñada
No podemos obviar, en cualquier análisis final de temporada de 'Isabel', la maravillosa trama que ha tenido a los emires musulmanes como protagonistas. De tal forma que, en muchos momentos, vivíamos dos tramas palaciegas totalmente distintas que, por supuesto, finalmente convergieron. La magia que desprende nuestra historia en ese momento crucial resulta una maravilla histórica que por sí misma contiene toda la pasión necesarias para que no tenga que ficcionarse ni una réplica. La melancólica caída de Granada ha sido tratada anteriormente por la ficción, y, personalmente, nunca me cansaré de recomendar 'Réquiem por Granada'.
El reino nazarí ha tenido una importancia protagonista y crucial. En esa Alhambra en la que es tan fácil dejarse llevar por el entusiasmo nostálgico, hemos vivido de todo. La historia de Isabel-Zoraida, la cristiana capturada por Muley-Hacén, parece cumplir a la perfección con una de las premisas más románticas de la historia de lo fabulado: la esclava que se convierte en reina, la redención por amor. Y esa corte dividida entre tantos intereses, la división frente a un poder más fuerte que consigue doblegar a la pasión fraccionada. Hemos visto a ese rey poeta llamado Boabdil, tan enamorado de la belleza de su Alhambra y que ha de ver cómo se la arrebatarán para siempre.
Las tramas granadinas han estado aderezadas por una fantástica puesta en escena, que invitaba a soñar en cada secuencia. Las tribulaciones del reino, las luchas por el poder, la pasión... han sido ingredientes para que estos momentos se hayan convertido en mis favoritos de la temporada. Por supuesto, algo de culpa han tenido actores de la talla de Roberto Enríquez y Alicia Borrachero, que han conseguido hacernos vibrar con la fuerza con la que se han hecho cargo de sus personajes. Y qué grande es una serie cuando consigue que los antagonistas se conviertan en nuestros favoritos, y que se encoja nuestro estómago cuando les vemos partir de Granada, cómo sentimos esa pena y nos identificamos con su dolor.
Pues bien, 'Isabel' ha terminado dejando el pabellón bien alto y augurándonos un porvenir de altura: el viaje a Colón no ha hecho más que empezar y todos sabemos que no es más que el inicio de nuevas aventuras. Esperamos con ganas la tercera temporada con una duda, eso sí, pues el futuro de la serie, a pesar de que el rodaje de los nuevos capítulos va viento en popa, nos habla simplemente de un porvenir cercano pero no a largo plazo. ¿Tendremos cuarta entrega de 'Isabel'? Pronto podremos saberlo.
En ¡Vaya Tele! | 'Isabel' reina en audiencias mientras consolida su historia
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 8 Comentarios