Ya tenemos a Inés Ballester de vuelta en La 1 y más contenta que unas castañuelas, reina y señora de las mañanas de los sábados, sin competencia directa en lo que respecta al formato y proclamando a los cuatro vientos que es única y pionera. Una pena que, además de todo esto, no se haya atrevido a hacer algo realmente nuevo y se haya conformado con hacer un programa anecdótico.
El día por delante es un programa dinámico y, como ellos dicen, "pegado a la actualidad". Tan pronto acompañan a una novia en el día de su boda como cuelan un reportaje grabado con cámara oculta sobre el caso Coslada. Inés Ballester puede con todo y enlaza con maestría a unas niñas bailando el Chiki-Chiki con el comentario de los titulares de la prensa. En general, el programa destila cierto tufo a publireportaje en lo que respecta a las secciones de ocio, que encajan sin transición con una entrevista inédita a la Massiel de los años Sesenta.
En un plató que simula un jardín, los reporteros campan a sus anchas presentando secciones con aire relajado a pesar de que se toquen contenidos espinosos como el del citado caso Coslada. La duda que me queda es saber a qué público se dirigen. Inés Ballester afirma que es un programa que hay que ver con "lápiz y papel" así que ya podemos irnos olvidando de que Internet sea una herramienta en el desarrollo de El día por delante. Eso sí, como empieza a ser tradición piden la participación del público pero, a parte de mí, ¿cuánta gente hay en casa un sábado por la mañana?
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