Un año más, las miradas televisivas se dirigieron hacia el festival de Eurovisión, que ha cumplido fielmente su cita anual para que, como cada año, dejara en el ambiente de los espectadores españoles un agrío sabor de boca al conocer cuál ha sido el resultado de nuestro país en la clasificación final. De nuevo, tenemos que lamentar un mal puesto, una tendencia que parecía que habíamos superado el año pasado con la actuación de Pastora Soler. En este caso, El Sueño de Morfeo ha ocupado el penúltimo puesto de la tabla con 8 puntos, en una competición en la que se ha impuesto Dinamarca como ganadora.
El país nórdico cumplió con las previsiones que se hicieron de antemano, que le situaban como claro favorito desde hace semanas y que nos deja de nuevo con la idea de que en esto de Eurovisión ya está todo vendido de antemano. Al igual que ocurriera en ediciones anteriores, el espectador se enfrenta al festival con la idea de quién va a ser la ganadora, dejando cualquier emoción a un lado y anulando cualquier capacidad de sorpresa, sobre todo si tenemos en cuenta que todas las actuaciones están disponibles para quien lo desee a golpe de click días antes del espectáculo.
De nuevo, no levantó pasiones la actuación del grupo español, que no ha sabido sacarle partido a una canción que ya partía con desventaja. El apoyo que La 1 le ha dado a la representación española este año es una muestra de la mala posición ya prevista y de las pocas pasiones que El Sueño de Morfeo ha sabido despertar. La cadena le dedicaba un especial eurovisivo una hora antes de empezar el festival, en el que cortaron una conexión en directo con los representantes españoles y dieron paso a un vídeo recordatorio de la historia de España en Eurovisión que no incluía a Pastora Soler, por lo que olía a montaje del año pasado. Con estas pésimas esperanzas, nos adentramos en un festival que no pasará a la historia por el nivel que se ha mostrado, en el que muy pocas actuaciones consiguieron destacar por los méritos que se le presuponen.
La actuación española forma parte de ese grupo de actuaciones que no consiguió animar el espectáculo. En este caso, sobre todo fue debido a una Raquel del Rosario que se presentó bastante nerviosa en el escenario, algo que se notó a la hora de defender su actuación. Quizá la elección interna de La 1 por El Sueño de Morfeo no ha sido la más acertada, que se arriesgó al querer elegir a un grupo consagrado para intentar repetir el acierto de Pastora Soler el año pasado. Muy lejos quedó la actuación española de un año a otro, dejándonos con esa sensación de que España no se implica lo suficiente para conseguir una victoria en el festival europeo de la canción.
Ni siquiera los anfitriones se las ingeniaron para ofrecer una apertura digna de lo que se ha hecho años atrás, recurriendo a una presentación de países que recordó bastante al paseillo que dan los competidores en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, con abanderados incluidos. Poco acertada la puesta en escena de Suecia con una presentadora con falta de gracia para llevar a cabo la tarea de conductora. Aún así, Suecia siguió con la ya costumbre eurovisiva de ofrecer un espectacular escenario en el que se dieron cita los 26 participantes que llegaron a la final, después de las dos semifinales que se desarrollaron a lo largo de la semana (aunque Televisión Española, en su línea, solo se digno a emitir una).
Entre las canciones finalistas, un poco de todo, aunque muy pocas dirigidas a ser recordadas en el futuro. De nuevo la mayoría de las apuestas se han centrado en llamar la atención con la puesta en escena, dejando el voto de la audiencia en favor de la memoria visual que de la auditiva. Quizá por eso, Eurovisión ha sido de nuevo lo más comentado en las redes sociales, gracias a multitud de comentarios que demostraron que el festival aún tiene una audiencia potencial, aunque sea de espectadores dispuestos a mofarse de él. Se cierra de nuevo Eurovisión, un festival que se citará el año que viene en Dinamarca y en el que, una vez más, España tendrá que renovarse si quiere apostar por una representación que no nos deje en ridículo.
En ¡Vaya tele! | Eurovisión se estacan en su espectáculo televisivo
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