Propuso ya hace un tiempo Gonzalo Martín un debate sobre el sentido de la televisión pública en estos tiempos de Internet que vivimos. Mi postura es clara, a día de hoy, un no rotundo a la televisión pública. Tal y como está pensado el modelo de televisión pública en España, en clara competencia con el resto de televisiones en abierto en cuanto a programación no le veo sentido. La televisión pública debe primar la calidad por la cantidad, y más cuando vive en su mayor parte de las subvenciones. Si hace su trabajo a conciencia, mucho de los programas que prepare tendría su posible venta en el exterior, pero así no.
La virtud de los modelos de la BBC radica en que proponen un tipo de televisión que mima al espectador, y en cierta forma se debe al canon que pagan para financiar a este canal, y si no gusta tendrán quejas. Se emiten programas de interés público que no tendría cabida en otras televisiones, que no se deben más que a sus cuentas, pero que hacen lo que quieren porque son privadas en abierto. Ellas no se deben a la calidad del producto sino al nivel de audiencia. Con el paso de los años, uno ha comprobado que los mejores programas (y aquí no entra la variable audiencia), se han podido ver en los canales de pago, con los programas que uno esperaría ver en la televisión pública (documentales, cine clásico, programas culturales, de economía, reportajes, viajes, buenas series...), y en el caso de que hubiese algo que no gustase, al pagar el cliente estaba en su derecho a quejarse, hasta el punto de que si no le satisfacía renunciaba a seguir con el canal. De ahí el interés de mimar a sus clientes / audiencia.
En la televisión pública española, que curiosamente todos los españoles financiamos de manera encubierta, sin conciencia de hacerlo, y ante un modelo de televisión de pago no reconocido, de la que no podemos emitir ningún tipo de queja, ni amenazar con irnos sin pagar la cuota. Esa sensación de privacidad encubierta con el modelo de financiación aprobado, me hace ver que no tiene ningún tipo de sentido que siga existiendo TVE tal y como está pensada hoy en día.
Si se da más de lo mismo, y al mismo nivel que otros canales en cuanto a tipo de programación, el valor de servicio público de la televisión pública termina siendo un eufemismo. Y lo peor, es que en líneas generales, servicio público para muchos espectadores, es ver el fútbol en abierto, más allás de ser la voz del gobierno de turno. La idea, en realidad, no es esa. La virtud del archivo histórico de TVE es la posibilidad de acceder a él en Internet, y quizás ahí sí tenga sentido la validez de un modelo de televisión pública que respeta la razón por la que fue creada. Es decir, si existe la televisión pública de verdad, agradecería que alguien me lo dijese. De ahí mi negativa.
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