Estos días ha tenido especial relevancia la entrevista que Ana Pastor hizo a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en ‘Los desayunos de TVE’. Definida por algunos como tensa o comparada en otros portales con un combate de boxeo, lo cierto es que el protagonismo estuvo repartido. En cualquier clase o libro en los que se den lecciones sobre cómo entrevistar este hecho está considerado un error, que se magnifica si tenemos en cuenta que en nuestro país estamos acostumbrados a que el periodista sólo intervenga para hacer la pregunta y para cortar al entrevistado si la falta de tiempo lo requiere.
Así, cuando hoy en día vemos una entrevista en un programa informativo, nos queda la sensación de que el entrevistado (sobre todo si pertenece al mundo de la poítica) aprovecha para lucirse como mejor le parezca, soltando las frases que lleva memorizadas en cada respuesta aunque ni siquiera tenga relación con lo que se le pregunte. Por eso el protagonismo que adquirió Ana Pastor en la entrevista realizada dentro de ‘Los desayunos de TVE’ no es más que un intento por hacer que las cosas marchen como deberían ser.
Como lo mejor es que cada uno valore por sí mismo, añado la polémica entrevista en su totalidad donde se comprueba que Ana Pastor es una todoterreno y que no se anda con rodeos a la hora de entrevistar. Con el emblema del podemos hablar de lo que usted quiera pero antes contésteme a mis preguntas, da gusto sentarse a ver una de sus entrevistas. ¿No deberían ser todas así?
Después de este programa, no han tardado en aparecer las voces que han criticado que la dureza de la periodista se haya dado con una política del PP, aprovechando para atacar no sólo su profesionalidad sino los supuestos favoritismos ejercidos en la cadena pública. Es entonces cuando uno observa una entrevista del bando contrario, en este caso el PSOE, y se da cuenta de que si la objetividad fuera posible Ana Pastor estaría muy cerca de alcanzarla. En la entrevista que hace un mes le realizó al ministro Alfredo Pérez Rubalcaba vemos otra demostración de cómo sí hay que entrevistar.
Y estos ejemplos muestran lo que tenemos en ‘Los desayunos de TVE’. Contamos con una periodista que para entrevistar usa un tono conciliador pero no por ello abandona el objetivo de sus preguntas: buscar que el entrevistado se moje aunque sea en temas en los que él no quiere. Así, cuando la presentadora pide que no la líen piensa en el espectador, ya que hemos soportado en insufribles ocasiones escuchar lo que otros querían decir aún cuando no nos interesaba lo más mínimo. Es cierto que, en la actualidad, el periodismo agoniza pero personas como Ana hacen que nos demos cuenta de que aún no ha muerto del todo.