Los concursantes pasaran el día expuestos al público; unas sillas serán el único mobiliario del que dispondrán. Por las noches tendrán que dormir en unas tiendas de campaña instaladas dentro de la jaula. Pero no sólo compartirán espacio vital con los monos, también tendrán que competir con ellos por la comida que arrojen los visitantes del zoo. El último concursante en abandonar la jaula se llevará el premio final de 1182 euros y la satisfacción de haber ganado el reality show.
Los creadores del humillante concurso lo justifican afirmando que lo que intentan es transmitir a los espectadores qué se siente estando encerrado en una jaula. Lo mejor que se puede decir de un programa así es que ojalá a nadie se le pase por la cabeza adaptarlo en España.
Vía | La Razón En ¡Vaya Tele! | A China no le gustan los realities