He de confesar que ‘The Vampire Diaries’ no me llamaba absolutamente nada. Quizás fueran las imágenes promocionales, los trailers o que no soy excesivamente fan de ‘Crepúsculo’, pero el caso es que me esperaba una serie floja, sin miga y con el único objetivo de aprovecharse del tirón que tienen hoy en día las historias de vampiros. Reconozco que me equivoqué, porque es aún peor.
La historia, que han sacado de los libros de mismo nombre, puede resultarnos familiar: una adolescente, pasando malos momentos por la reciente pérdida de sus padres, conoce a un misterioso chico. Lo que ella no sabe es que el joven en cuestión es un vampiro que ya no se alimenta de humanos y que tiene un malvado hermano, responsable de las recientes muertes que acechan al pequeño pueblo en el que habitan.
El piloto se hace largo y adolece de una notable falta de ritmo, quizás en parte porque intenta presentarnos a todos los personajes. Unos personajes demasiado planos e interpretados por actores que son atractivos… pero poco más. Si a eso le sumamos una voz en off que se hace bastante innecesaria y unos diálogos que no dan para mucho (aunque hay alguna que otra referencia divertida), ‘The Vampire Diaries’ se convierte en una serie totalmente prescindible para aquellos que se esperaran algo más que una simple historia de vampiros adolescentes.
Los escasos efectos especiales... bueno, en eso sí que guarda similitudes con ‘Crepúsculo’, y es que están forzados y mal hechos. Mención especial merece la niebla blanca que aparece de vez en cuando en los cementerios y que parece estar sacada directamente de la máquina de hacer humo que usan las orquestas en las fiestas de mi pueblo. No, no exagero.
Otro apartado que llama la atención es la música. En cierto modo, y como hacen muy bien en ‘One Tree Hill’, han escogido buenas y conocidas canciones, pero la mayoría parecen metidas a calzador y distraen demasiado la atención de la historia, algo que la música nunca debería hacer. Se escucha bastante fuera de lugar.
Lo curioso es que, pese a todos estos defectos, la audiencia ha respondido, y de qué manera. Casi 5 millones de espectadores han seguido el estreno, otorgando a ‘The Vampire Diaries’ el mérito de ser la premiere más vista de la historia de la CW. De mantenerse en torno a estas cifras en cuanto pase el efecto novedad (algo que puede lograr si a la gente no le ha asustado tanto el piloto como a mí), sería un gran éxito para la joven cadena.
En definitiva, un capítulo para olvidar y que da ganas de que aparezca Buffy por allí, estaca en mano, y arregle todo el desaguisado. Lo único que puedo decir a su favor es que tan sólo hemos visto el piloto y siempre puede ser que en futuros episodios la serie mejore y vaya cogiendo ritmo, aunque, a decir verdad, yo no tendría demasiadas esperanzas.
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