Ante semejante descalabro público, sus asesores de imagen conocían muy bien los pasos para conseguir el perdón de la sociedad. Para empezar, convencer de que todo lo que dijo fue bajo los efectos del alcohol (“el alcohol hace que la gente actúe, se sienta y se comporte de una forma en la que uno no es”, declaró Gibson). Después, conmover con un pasado de adicción a la bebida, convirtiendo la estrella de cine en una persona vulnerable (“Ante el problema del alcoholismo uno está indefenso”) y víctima de una droga (“A veces necesitas un jarro de agua fría en tu cara para despertarte cuando estás afrontando un mal del alma, una obsesión de la mente, una alergia física”). Una vez ya has conseguido que te tengan lástima, el siguiente paso es aceptar el castigo (“el arresto fue una bendición y necesitaba una humillación pública a escala global para dejar el alcohol”).
El problema que tiene Mel Gibson es que socialmente se cree que el alcohol es como el suero de la verdad. Bajo sus influencias se suelen decir muchas de las cosas que nunca te atreves a decir. Algunos líderes judíos dijeron que el actor requería de una acción más contundente para reparar su reputación. Lo único que le faltó al ganador del Oscar fue la lágrima, muy necesaria para que finalmente te perdonen. Con el llanto, la gente se acaba de ablandar del todo. Pero no lo hizo. Así que puede que finalmente logre la comprensión por parte de su público, pero necesitará mucho más que una entrevista con tono confesional para lograr el perdón del pueblo judío.
Aquí tenéis la primera parte de la entrevista emitida el jueves en Estados Unidos. Good morning, America decidió dividir la exclusiva para rentabilizarla. La segunda parte llegará mañana. ¿Habrá lágrimas?
Vía | yahoo.es | tvsquad.com