La televisión pública alemana ARD ha anunciado que no emitirá la próxima edición del Tour de Francia. Su razón es tan clara como peligrosa para todo el deporte en general: se han multiplicado los casos de dopaje en el ciclismo (y este año han salpicado a ciclistas alemanes, como Stefan Shcumacher y el tercer clasificado de la ronda, Bernhard Kohl), por lo que la cadena estatal considera que el deporte está devaluado y no es bueno seguir emitiéndolo.
El presidente de ARD justifica la decisión en el carácter público de su cadena y considera que el ciclismo de alta competición no es un contenido apto para sufragarlo con dinero público. Además, no parece que sea decisión para sólo un año, sino que tiene pinta de durar. ¿Supondrá esta decisión un precedente en la propia cadena alemana? Teniendo en cuenta que el dopaje se ha convertido en una mafia organizada que no es ni mucho menos exclusiva del ciclismo, como han demostrado casos como el de Balco, ¿podríamos llegar a ver esta situación en disciplinas como el atletismo?
Seguramente no, pero en teoría así debería ser, salvo que se esté utilizando el ciclismo como cabeza de turco. Por ejemplo, con el paso del tiempo se ha demostrado que, en los Juegos Olímpicos de Sidney, al menos seis medallas de oro se consiguieron gracias al uso de sustancias prohibidas. ¿Podría decidir la televisión pública alemana no retransmitir la competición olímpica?
Parece lejano, pero determinados deportes ya han seguido ese camino anteriormente. El boxeo, con numerosos seguidores en toda Europa hace años, ya no se asoma a las pantallas públicas de casi ningún país de la zona y está recluido en cadenas de pago y franjas horarias. Los púgiles europeos acabaron en un gueto televisivo por culpa de los problemas de salud que ocasionaba este deporte. Con la lucha contra el dopaje convertida en tema de salud pública (aunque en España aún nos quede mucho camino por recorrer), no será raro ver enfrentados los muchos intereses económicos del deporte profesional con la siempre borrosa ética de los medios de comunicación.
De momento, la nueva víctima de sus propias trampas será el ciclismo: ha perdido credibilidad, seguidores y ahora le toca lo más importante, quedarse sin visibilidad. Esto último es la puntilla para casi cualquier disciplina profesional.
Vía | Telemanía