No creo que sepas lo que soy, tío. Soy un puto estorbo, sólo un niño estúpido. No tengo sentido. Un criminal. No sirvo para nada, tío. No soy nada. Así que por favor… por favor… métetelo en tu… ya sabes, en tu cabecita. Que has matado a mi amigo, y… soy Cook. ¡Soy Coooook!
Éstas fueron las últimas palabras de Cook en ‘Skins‘, y también las últimas de la cuarta temporada de la serie. El próximo año, un nuevo grupo de adolescentes nos traerá más historias alocadas, pero en el recuerdo nos quedarán personajes con tanta carga emocional como James Cook; un personaje que, junto a a Effy, supone uno de los pilares fundamentales de la segunda generación de la serie, mucho más dura y atrevida que la primera gracias, en parte, a las idas y venidas de este adolescente descarriado.
Si hay que definir a Cook con un sólo adjetivo, yo elegiría impulsivo. Para Cook no existe ni el pasado ni el futuro, sólo el presente, e intenta disfrutarlo como mejor puede; yendo a fiestas, tomando alcohol y drogas, teniendo sexo con todo lo que se menea y, sólo en contadas ocasiones, dejándose llevar por sus sentimientos hacia una delicada flor llamada Effy; su amor y, a la vez, su cruz, un amor imposible del que hasta el apuntador sabe que no llegará a buen puerto.
Su relación con Effy comenzó por una simple apuesta con Freddie, en una lucha por ver quién de los dos lograba tirársela primero. Ganó Cook, evidentemente, pero lo que no sabía en ese momento es que sus intentos por evitar que la chica acabara con su mejor amigo desembocarían en una relación de amor-odio que acabaría con ella en un psiquiátrico y con él en la cárcel comido por los celos. El amor, una vez más, se erigía protagonista de la historia.
Cook es un tipo duro. Su relación con el resto de mujeres no va más allá del sexo (ni siquiera hay un cortejo de por medio), y su carácter fuerte junto a la acción del alcohol y las drogas (su dieta principal) le llevan con frecuencia a meterse en más de un problema, aunque el que tenga enfrente sea el mafioso más peligroso de tu ciudad y amenace con reventarte la cara.
Ante este panorama, alguien podría preguntar: ¿Qué tiene Cook de atractivo? Para ellos, seguramente sus ganas de vivir la vida y de comerse el mundo; para ellas, probablemente, la atracción por los tipos duros y el reto que supone cambiar a alguien de su estilo. Un James Cook que puede pegarte una paliza sólo por rozarte con él en un momento inadecuado para, un segundo después, llorar a moco tendido por la pérdida de su amada o deleitarte con una coreografía del “Can’t get you out of my head“ de Kylie Minogue.
No nos olvidamos de sus amigos, J.J. y Freddie, los tres mosqueteros como ellos mismos se hacen llamar. No obstante, el amor por Effy consigue separarles, quedando J.J. en una situación comprometida teniendo que elegir entre ambos bandos. Sin embargo, Cook demuestra en el final de la serie que nunca dejó de sentir afecto por Freddie, y la noticia de la muerte de este último desató a la mayor bestia que Cook esconde en su interior, como se demuestra en el monólogo inicial de esta entrada.
Por último, su familia; como en la mayoría de casos que nos muestra ‘Skins’, son los responsables mayores de su desgracia. Su padre no le quiere, vive en un barco en un pueblo aislado, y sólo utiliza a Cook cuando puede sacar provecho de él; y si falla, no duda en intentar hacerle daño. Por otra parte, su madre es una artista alcohólica que cambia de novio cada 15 días y que no dudó en echarle de casa después de que Cook vendiera sus joyas a cambio de dinero. Finalmente, el pequeño Paddy, el hermano menor, a quien intenta inculcar todos sus valores, aunque de una forma poco adecuada a su edad.
Vamos a echar mucho de menos a esta generación de ‘Skins’, y Cook tiene buena parte de culpa. No obstante aún tenemos posibilidad de volver a ver a éste y a los demás personajes, cuando finalmente se confirme el reparto de la ansiada película de ‘Skins’ que contará con personajes de la primera y segunda generación. Si Cook está entre ellos, por fin sabríamos qué ocurrió tras el puñetazo que, suponemos, James propina al terapeuta de Effy en la escena final. Aunque, ¿alguien duda de que Cook salió victorioso? Yo, por lo menos, no.
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