La tercera temporada de ‘Gossip Girl’ se ha despedido, probablemente, como la peor de todas. Quiza no en cuanto a fiestas, glamour o pijerío típicos de este drama adolescente, pero sí ha sido bastante malo en el hilo argumental que ha mantenido durante toda la temporada. El abandono del instituto, aunque necesario, ha supuesto un claro hándicap para la serie, que ha visto cómo la mala leche y los aires de faraona de la gran Blair Waldorf se han disuelto como un azucarillo.
La web y la figura de Gossip Girl ha quedado en segundo plano, dejando de ser una fuente de cotilleo para convertirse en una voz en off que poco o nada aporta en el desarrollo de la serie, un recurso que odio cuando no está claramente justificado. La aparición de celebrities con un papel sólido en la trama y las nuevas relaciones de amor-odio casi imposibles no hacen más que demostrar que ‘Gossip Girl’ ha saltado el tiburón en esta temporada. Y es que parece que no van a terminar hasta que acaben realizando todas las combinaciones sentimentales posibles.
Blair y Chuck, los tortolitos
Llevábamos desde la primera temporada esperando, y por fin este año hemos podido disfrutar del amor entre Chuck y Blair en todo su esplendor. Y aunque era algo que muchos queríamos que pasara, el cambio de actitud de ambos ha sido, probablemente, lo que más ha pesado a la hora de valorar esta temporada como la más floja. Se ha echado en falta la chulería y seducción de Chuck Bass, así como la mala baba y frases lapidarias de la señorita Waldorf, venida a menos por culpa del amor.
La entrada en la universidad de Blair fue dura, y el hecho de no tener ningún súbdito al que mangonear hizo mucha mella en ella. Por su parte, Chuck se centró en su hotel, en mantenerlo a flote y en demostrar que podía ser mejor que su padre, un lastre del que por fin se ha liberado este año. La aparición en escena de su madre biológica y de su tío Jack trajo bastantes problemas al pequeño de los Bass, quien casi de una tacada se vio sin negocio y traicionado por su madre recién encontrada.
En una maniobra confusa y que tampoco me pareció gran cosa, Blair acabó en la habitación de Jack ofreciendo favores sexuales a cambio de que éste devolviera el hotel, todo ello bajo consentimiento de Chuck y sin que Blair supiera que ambos estaban metidos en el ajo. ¿La consecuencia? Blair sintiéndose utilizada y abandonando a su novio, quien tras varias negativas no tardaría en volver a las andadas del sexo sin sentido con varias mujeres la misma noche.
Los que esperábamos un final feliz en el ultimo capítulo, nos llevamos un profundo “¡Zas, en toda la boca!” Poco o nada duró la reconciliación, ya que la siempre odiosa Jenny Humphrey hubo de meterse una vez más donde no la llamaban, acabando casi de forma definitiva con Blair y Chuck cuando éste estaba a punto de pedir matrimonio. Por no hablar del final más que forzado de Chuck, tirado en un callejón herido de bala tras ser atracado en uno de los cliffhangers menos creíbles de cuantos he visto. Ojalá esto sirva para que tanto uno como otro vuelvan la temporada que viene a ser lo que fueron las dos primeras temporadas.
Dan Humphrey, rompecorazones
Hilary Duff llegó a la serie interpretando a Olivia Burke, una famosa actriz que intenta sacarse la carrera intentando que la fama la perjudique lo más mínimo. No tardó en fijarse en Dan, quien por no conocerla supo ver más allá de una cara famosa, y ambos comenzaron una relación con muchos altibajos. El trío con Vanessa, que tanto dio que hablar a los americanos, pesó demasiado, y Dan se dio cuenta de que sentía algo más por su amiga de toda la vida. Unos sentimientos que, personalmente, nunca me he terminado de creer.
Tras un toma y daca con Vanessa, finalmente comenzaron a salir juntos, pero la amistad previa les pasó factura, y tuvieron que sortear muchos obstáculos. La marcha de Vanessa a Haití y ciertos rumores en Gossip Girl sobre un posible affaire con Serena se tornaron definitivos, por lo que no parece que esta relación vaya a tener demasiado futuro. Lo que sí parece claro es que en la próxima temporada volveremos a tener química entre Dan y Serena, una pareja que sí me resulta bastante creíble, aunque todavía no sé si es gracias a los personajes o a sus actores.
Y, como siempre, tenemos a Georgina por ahí metida, un personaje que va y viene a lo largo de los capítulos, pero que cada vez que aparece el grupo se echa a temblar. En esta ocasión, nos deja con un bombo enorme de unos siete meses (así a ojo) cuyo responsable directo, según ella, es Dan; veremos si finalmente se confirma la noticia y cómo afronta el pequeño Humphrey su inminente paternidad.
Jenny, la mala
Menos mal que Jenny se ha marchado y que Taylor Momsen ya no volverá en la próxima temporada, porque si no iba a salirme una úlcera de lo mal que me caía esta chica. Su único objetivo esta temporada ha sido poner trabas a todo lo que se le pusiera por delante, ya sea la relación de Serena con Nate en su afán por hacerse con el rubio o el matrimonio de su padre con Lily por querer volver a Brooklyn. Rabietas de niña malcriada que los guionistas metieron en todos los fregados para crear problemas, pero que sólo despertaron sentimientos de odio e impotencia en los espectadores.
Comenzó ya mal la pequeña de los Humphrey introduciéndose en el mundo del tráfico de drogas, al que cogió gusto por el riesgo que conllevaba y por el hecho de querer molestar a todos sus seres cercanos. Por otro lado, el reinado del Upper East Side que la propia Blair le concedió pronto se le subió a la cabeza, pisoteando a su propio hermanastro con el fin de quedar bien delante de sus amigas.
La trama final de la serie malmetiendo con mentiras, ocultando llamadas y revelando secretos a quien no debe han terminado por hundir a un personaje que nunca jamás me ha caído bien en toda la historia de la serie (aunque bien es cierto que hay momentos en que la he odiado menos). La señorita Momsen, o el tejón como la llaman algunos, que se dedique más a cantar con su grupo, que eso sí que se le da bien. Personalmente, no voy a echar de menos a Jenny.
Serena, Nate, su padre y un cáncer
Nate y Serena, la pareja de guapos oficiales, decidieron intentarlo esta temporada, pero no les ha salido demasiado bien el juego. La búsqueda de su padre por parte de Serena unido a los malentendidos por culpa de Jenny fueron desgastando una relación destinada desde el principio a acabar mal. Nate, por tanto, sigue soltero y ahora parece querer seguir los pasos de Chuck en la seducción. Lo que faltaba ya…
Otro hilo argumental que ha cobrado protagonismo en este final de temporada ha sido el cáncer de Lily, que estaba siendo tratado, curiosamente, por el padre de sus dos hijos. Pero las pretensiones de éste iban más allá del simple altruismo, e incluían el recuperar a su esposa y a sus hijos, aunque ello implicara administrar falso tratamiento a su esposa. Suerte que el grupo de operaciones especiales (con Chuck y Blair a la cabeza, como en sus tiempos mozos) fue capaz de desmontar este montaje, haciendo huír a un personaje que poco más podía aportar a esta serie.
En definitiva, una temporada bastante floja, donde las tramas fuera de contexto y los líos imposibles se han colocado por encima de la profundización de sus personajes, otrora responsables máximos del éxito de la serie y ahora venidos a menos. Los datos de ‘Gossip Girl’ esta temporada no han sido nada del otro mundo, y si sigue en antena es básicamente por el éxito entre las mujeres jóvenes y, sobre todo, por falta de una alternativa mejor en una cadena que no levanta cabeza.
A pesar de todo, sigue siendo mi guilty pleasure por excelencia, y la alta densidad de fiestas, glamour y caras bonitas por metro cuadrado hacen de ‘Gossip Girl’ una serie perfecta para el entretenimiento superficial. La cuarta temporada se estrenará en septiembre y yo, un año más, seguiré al pie del cañón viéndola, esperando a ver si por fin se deciden a liar a Blair con Dan; al fin y al cabo, es de las pocas combinaciones que faltan.
En ¡Vaya Tele! | Cinco razones para ver ‘Gossip Girl’
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