La ciudad alemana de Düsseldorf acogió anoche una gala de inmensas magnitudes con motivo de la edición número cincuenta y seis del Festival de Eurovisión. El evento, culminó con la victoria de los representantes de Azerbaiyán, Ell y Nikki que defendieron el tema ‘Running Scared’, mientras que la intérprete española, Lucía Pérez quedó en la posición 23 (de 25) con su ‘Que me quiten lo bailao’.
A grandes rasgos, la gala fue bastante sosa y no dejó mucho para el recuerdo. Alemania ha estado correcta como anfitriona del certamen, siendo especialmente destacable el escenario tan espectacular que montaron. A muchos les puede parecer que Eurovisión es un producto anticuado e incluso ordinario, pero lo que es cierto es que pocas veces podemos ver en televisión un despliegue técnico de estas dimensiones, un escenario tan impresionante o una realización tan medida.
Poco más interesante aportó Alemania, los clásicos videos que preceden las actuaciones no tenían nada que ofrecer y el grafismo era muy soso, nada que ver como aquel que hicieron en 2003 de plastilina tan original. Pero eso sí, como decía antes, el escenario era de quitar el hipo, bonito, funcional y vistoso. Y además, lo mejor fue que ofrecieron un video en time-lapse (secuencia de video acelerada) muy bueno de cómo se transformó el estadio Düsseldorf Arena en el escenario del Festival.
Lo que no han faltado son los tópicos de siempre: alguna actuación extraña, baladones cansinos, muchachas con temas más o menos moviditos, y sobre todo, unas votaciones largas y tediosas en las que cada país vota a su vecino. Como siempre se puede echar en cara al Festival que exista un politiqueo que, por otro lado, es algo inevitable. Por que ¿merecíamos acaso los 12 puntos que nos dio Portugal? Fuera de eso, cabe comentar que José María Íñigo estuvo muy bien en su papel, soltando incluso algún chascarrillo gracioso.
Pero a diferencia de otros años, en esta edición no ha habido ninguna puesta en escena rompedora que causase sensación y todas las actuaciones han quedado en un nivel entre lo soso y lo correcto, sin llegar a llamar la atención en demasía. De hecho, la actuación de la española Lucía Pérez no ha estado tan mal como podría si la medimos con el resto.
Tal vez el número más espectacular ha sido el que llevaba Suecia, en el que el cantante Eric Saade y sus bailarines se movían entre marcos y cubos de cristal y mostraban una coreografía algo más trabajada que la de sus rivales, pero tampoco era para tirar cohetes. También llamaron la atención los chicos de Irlanda con su vestuario imposible, o la cantante de Lituania que interpretó su tema en lenguaje de signos mientras cantaba. En cambio, la canción ganadora se ejecutó sobre el escenario de una forma bastante hortera, con lluvia de luces doradas incluída.
Como curiosidad, este año volvía a competir por Alemania la cantante Lena, la misma que ganó el año anterior el concurso. Por ello, no cantó sola su canción del año pasado al inicio de la gala, como es tradición, sino que lo hizo a medias con los presentadores de la gala. En definitiva, la de 2011 no ha sido la edición más vistosa de Eurovisión, ni la más llamativa, ni será la más recordada. Pero el año que viene se volverá a repetir el evento y la tendrá que organizar el país ganador, Azerbaiyán, ¿alguien sabe su capital?
En ¡Vaya Tele! | Ocho actuaciones que dejaron huella en el Festival de Eurovisión