Cada vez que se acaba, o se cancela, alguna serie con un fuerte componente de serialización, surgen siempre las mismas cuestiones: ¿Están de verdad estos seriales condenados a tener pequeñas audiencias? ¿Sólo las historias de casos autoconclusivos pueden mantener decenas de millones de espectadores todas las semanas? Las grandes networks estadounidenses así parecen creerlo, pues llevan ya un par de temporadas apostando por las series de casos autoconclusivos (de policías y abogados, sobre todo) y dejando de lado los seriales tipo ‘Perdidos‘, que no han conseguido atraer a la audiencia.
Este año, ha habido algunos casos que parecen dar la razón a las networks aunque, curiosamente, los más sangrantes se han dado en el cable. Si descontamos el fracaso de ‘FlashForward’ en el primer semestre de 2010, dos de las cancelaciones que más han dolido entre la comunidad seriéfila han sido las de ‘Terriers‘ y ‘Rubicon‘. La primera, emitida por FX, seguía a un par de detectives privados de muy poca monta en el sur de California, que se topan de repente con un caso que los supera, pero que no pueden abandonar por principios y convicciones personales. Aunque inicialmente teníamos un caso por episodio, la trama de fondo fue ganando fuerza con el paso de los capítulos, al mismo tiempo que su audiencia, no demasiado grande en su debut, iba cayendo poco a poco. Es muy probable que la serialización no fuera la única razón detrás de su prematuro final, de todos modos.
‘Rubicon’ sí era muy serial desde el principio, cuando nos presentaba esa conspiración en la sombra que su protagonista tenía que descubrir. Siguió siéndolo hasta el final, aunque tuvo un par de episodios que parecían presentar historias autoconclusivas que, después, resultaron tener gran importancia para el mosaico completo de la trama. Tampoco su fuerte serialización fue la única razón detrás de su cancelación, pero su potenciación tal vez sí impidió que nuevos espectadores se animaran a entrar en esta serie y en ‘Terriers’ a mitad de la temporada, pensando que no se enterarían de nada y que no valía la pena, perdiéndose así dos títulos que figuran entre los mejores de estos meses.
El único serial de verdad que se estrenó en las networks en otoño es ‘The Event‘, y su futuro tampoco es que sea especial halagüeño. La NBC va a intentar relanzarla cuando regrese en midseason de su hiato invernal, pero el dejà vú hacia las tácticas fallidas de ABC con ‘FlashForward’ es demasiado evidente. ‘The Event’ ni siquiera es una serie especialmente destacable, y quizás mantener tantas bolas en el aire a la vez, con las tres o cuatro tramas que tienen abiertas al mismo tiempo, les perjudica en lugar de ayudarles, y espanta también a los potenciales nuevos espectadores.
Y luego tenemos el caso de ‘Fringe‘, que empezó siendo autoconclusiva, con retazos aquí y allá de una mitología de fondo, y desde la mitad de la segunda temporada ha ido dabdo más importancia a esa trama serializada, incluso aunque, formalmente, siga lidiando con “monstruos de la semana”. Su audiencia se resintió no sólo con el cambio a los jueves, sino con la potenciación de la serialización, hasta el punto de convertirla en una serie de nicho que, quizás por eso mismo, tenga una oportunidad real de sobrevivir en viernes. Casi la mitad de su audiencia total la graba para verla otra día, y con los seriales se extiende entre cierto público la idea de “mejor espero a que se acabe y la veo de seguido”, en lugar de verla semana a semana.
También hay que tener en cuenta que todo esto suele ir por modas. Cuando ‘CSI‘ explotó como un éxito masivo en 2000, todas las cadenas se lanzaron a por procedimentales que mostraran el trabajo de un grupo policial especializado en un aspecto concreto de las investigaciones. Luego llegó ‘Perdidos’, y todo el mundo quiso tener su serial de misterio con muchos personajes involucrados, y ahora se ha vuelto a recurrir a las series autoconclusivas, en las networks al menos. De todos modos, casi todas las series son híbridos, con partes autoconclusivas y partes seriales, y de que sean sólo una cosa u otra no depende en exclusiva su éxito o su fracaso.
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