El lenguaje del cyberpunk se está viendo cada vez más extendido en nuestra cultura con la mayor aceptación e inversión en el género de ciencia ficción, pero sin embargo muchas de las claves se siguen escapando tanto para espectadores como los que lo abordan. Resulta desconcertante ver algunas obras que se venden a sí mismas como cyberpunk (ya insistir en venderse es poco cyberpunk) pero su visión se reduce a edificios futuristas y luces de neón.
Porque las claves de una distopía de esta clase no son estéticas, o simplemente tener la apariencia de 'Blade Runner'. Es una evolución del carácter transgresor e inquieto de la ciencia ficción, que trata de crear fantasías que puedan explicar nuestra realidad. En este caso, el desarrollo descontrolado de la tecnología y el opresivo control de las corporaciones que ejercen a través de la misma, alineando al individuo hacia extremos demenciales. Algo que podemos encontrar en películas como 'Brazil'.
El laberinto burocrático
La película, disponible en streaming a través de HBO Max y Movistar+, nos introduce en un futuro lejano y deprimente. Las autoridades y las extensiones del Estado se han lanzado por completo al régimen de la tecnología, guiando sus decisiones por las mismas sin el menor escrutinio. De ahí que el mínimo error de un ordenador pueda provocar que un padre de familia sea asesinado porque su apellido ha sido colocado en lugar de uno de los terroristas más perseguidos por el sistema, al que da vida Robert De Niro.
En esas circunstancias vive Sam Lowry (Jonathan Pryce), un aburrido y gris burócrata tan eficiente como hastiado por su vida, tanto por su mecánico y opresivo trabajo como por los machacones comentarios de su madre. A pesar de su desilusionante y caótico entorno (o quizá debido a ello) sueña con fantasías donde escapa de todo y toma forma heroica, y también espera un día poder irse con la chica de sus sueños (Kim Greist).
No obstante, hay poco heroico y épico en lo que vamos a ver. Terry Gilliam emplea diseños arquitectónicos opresivos y el aire de desesperación post-industrial propio de la temática cyberpunk (además de su mensaje antisistema), pero los revoluciona en un torbellino lleno de comedia negra y sátira que consigue hacer todo más mordaz.
'Brazil': torbellino de sátira y distopía
Con claras inspiraciones en el '1984' de George Orwell, Gilliam mete el dedo en la llaga de las tendencias de consumo, de la obsesión por la tecnología y cómo la burocracia termina metiéndote en una espiral de locura de la que uno no puede salir bien parado. Los avances han convertido los trámites y los laberintos de departamentos en algo incluso más demencial en lugar de hacerlo más accesible.
Todo esto a través de una historia que no teme abrazar la imagen disparatada ni tampoco requiere de una estética limpísima para crear la opresión. Tecnología todavía bastante analógica, tubos por doquier y mucha suciedad que configurar la personalidad propia de 'Brazil' a la hora de interpretar el cyberpunk. Una de las películas más singulares del género y una de las más alucinantes de la carrera de Gilliam.
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