Una intrascendente pero simpática despedida a un Universo Cinematográfico fallido
Es difícil no venir a veces con la opinión ya cimentada e incluso cerrada con películas que no hemos visto, pero hemos estado sobreexpuestos a promoción, tráilers o detalles de una producción que apunta a preocupante. Cuando se nos presenta algo como una salida por la puerta de atrás, es difícil revertir una falta de entusiasmo.
Cierto que es un buen mecanismo de defensa ante una mediocridad que suele darse en un porcentaje bastante alto. Pero algunas terminan teniendo esa nube negra como ellas, pero terminan siendo divertimentos más que aceptables, con entretenimiento desacomplejado y algo de excentricidad para no caer en la fórmula desgastada. Es un poco el caso de ‘Aquaman y el reino perdido’.
Surcando los océanos por última vez
Secuela del que sigue siendo el mayor éxito del malogrado Universo DC, del que tuvo que ejercer como cierre a pesar de no tener la mayor intención de ser una conclusión épica. En su lugar, Jason Momoa y Patrick Wilson lideran una simpática y hasta chalada aventura de ciencia ficción dirigida por James Wan y, desde hoy, disponible en streaming a través de HBO Max.
Ya establecido como monarca de Atlantis, a Aquaman le toca vivir con sus nuevas responsabilidades, desde las obligaciones con el pueblo marino y el senado a la paternidad. Pero más preocupante será una creciente amenaza que está calentando los océanos y parece conectada con su antigua némesis, Black Manta. Para neutralizarla y evitar el retorno de una antigua maldición, tendrá que recurrir a un aliado poco deseado.
El retorno del personaje de Wilson permite a esta secuela refrescarse, metiéndose más de lleno en la aventura fantástica que ya estaba en el ADN de la anterior película. El componente de buddy movie ofrece un elemento divertido muy estimable en lo que, por otro lado, busca ser poco más que una intrascendente y simpática distracción.
‘Aquaman y el reino perdido’: chalada aventura de James Wan
Claro, siendo la última película de Universo DC, moverse en esta dirección resulta casi una salida por la puerta de atrás. Pero no cambia que Wan hace una cosa muy en la línea de la colorida chaladura que hizo tan exitosa la primera película, aunque lo consiga aquí en menor grado. Sólo eso ya le da una base más consistente que las atropelladas ambiciones de ‘Flash’ o ‘Wonder Woman 1984’.
Wan tiene bastante claro qué clase de película quiere realizar, evocando a clásicos de género de serie B de las décadas de los sesenta y a las improbables alianzas del cine de acción de los ochenta. Su paseo por un submundo oceánico de mafiosos o desatar una ola de crustraceos zombies ya resulta más entretenido que cualquier despedida épica que se habría quedado a medias. Al menos con esto ha logrado un éxito moderado antes que el fracaso anunciado que se preveía.
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