Hace ya un tiempo que me he aficionado a ver los episodios de 'La que se avecina' al día siguiente, marcando yo los tiempos en lugar de tener que soportar los cortes publicitarios de Telecinco, pero la serie llegaba ayer a su episodio número 100 y decidí que era buen momento para retomar su visionado en directo por si nos sorprendían con algo que para el día siguiente ya me hubiesen reventado a través de alguna red social.
Menos mal que lo hice, porque 'La que se avecina' apostó anoche, tras un arranque más o menos dentro de la fórmula habitual de la serie, por dar un salto al vacío que ha dejado con la boca abierta a todo el mundo, incluso a aquellos que simplemente iban leyendo lo que otros comentaban sobre el episodio. Así de impactante fue la decisión tomada por los guionistas, ¿pero estamos ante una genialidad que sería alabada sin parar de haber sucedido en alguna ficción extranjera, ante una tomadura de pelo sin paragón o las dos cosas al mismo tiempo?
Un episodio que parecía más o menos normal...
Siendo justos, 'Un presidente rayado, una catarata de infortunios y un descubrimiento sobrecogedor' ha sido un episodio más o menos normal de la serie durante unos 50 minutos, ya que los pequeños detalles desconcertantes bien podrían haberse explicado con alguna de las locuras propias de la serie. Mi hipótesis favorita mientras lo estaba viendo es que todo podría estar relacionado con la increíble cantidad de información que tiene Doña Fina sobre el resto de vecinos, algo que espero que tarde o temprano se aclare de una forma u otra.
Por lo demás, tramas que no desentonarían en cualquier otro episodio de la serie, pero al menos sabiendo mantener esa capacidad de entretener que la serie ha recuperado durante esta temporada tras un buen tiempo a la deriva. Lo más llamativo es que de nuevo se había ideado algo para que todos los vecinos se implicasen en la misma historia, algo que -casi- siempre le ha sentado muy bien a 'La que se avecina' y ayer no fue una excepción. Sin embargo, nada podía prepararnos para lo que estaba por llegar.
Hasta que llegó ¿la genialidad o la tomadura de pelo?
¿Quién podría esperar que los guionistas de la serie fuesen a optar por desvelar a los protagonistas de la serie que no son más que personajes de ficción y proceder a sacarlos al "mundo real" para que vean las reacciones que provocan entre la gente y el hecho, como un personaje dice, de que allí son tan prescindibles como el resto? Especialmente porque estamos hablando de una serie como 'La que se avecina', muy cómoda dentro de su fórmula y no muy dada a unos experimentos también poco habituales dentro de la ficción española.
Como era de esperar, la locura se ha desatado en twitter y la gente no terminaba de decidirse entre si lo que estaba apareciendo en sus televisores era un brillante homenaje a 'El show de Truman', por acudir al referente que todo el mundo ha mencionado, o la mayor estafa imaginable. Por mi parte, tiendo más hacia la primera opción, ya que ha sido algo diferente en una serie que necesita con urgencia de cosas así, no han faltado tampoco los guiños y homenajes -buen detalle lo de Izaskun-, y hasta ha habido tiempo una pequeña reflexión sobre lo que representa cada personaje y los tópicos habituales de la serie, Todo ello con un enfoque ingenioso que hacía que uno nunca estuviera seguro de qué iba a suceder a continuación.
Ya sabía yo que iba a haber polémica... Jajajjajajajjajaaj
— Alberto Caballero (@alber_caballero) November 24, 2014
No faltarán los que quieran quitar todo el mérito a una arriesgadísima trama -¿qué necesidad hay de poder enfadar a parte de tus seguidores con algo así cuando las audiencias son tan buenas?- por el simple hecho de que todo acabó siendo un sueño o alucinación de Enrique. Lo que le diferencia de ese horror que fue el final de 'Los Serrano' es que aquí ha servido para llevar un paso más allá la locura y los excesos habituales de la serie. Y además, no sé vosotros, pero yo ya no sabía cómo reaccionar -lo único que tenía claro era que algo tenía que pasar para explicarlo de una forma u otra- ante la cascada de acontecimientos para dar la felicidad absoluta a todos los protagonistas y me encanta cuando una serie consigue desconcertarme.
Si acaso, mi mayor problema es que lo que podría haber sido una manera increíblemente audaz de hacer un reseteo completo de la serie -o incluso un inesperado fin de serie que sería comentado durante muchos años- ha acabado finalmente en nada y las cosas volverán a su normalidad la próxima semana -y encima teniendo que retomar los cada vez más cansinos problemas de Amador y Maite para recuperar la custodia de sus hijos-. Agridulce genialidad.
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