Con algunas series no hay duda. Nunca tienes esa incertidumbre de que el capítulo que vas a ver quizá te decepcione, quizá no sea tan emocionante como esperabas. Con algunas series, ver los créditos de inicio es sinónimo de invertir los siguientes 45 minutos de tu vida en una experiencia fantástica.
Es lo que pasa con 'Vikings'. Con tres temporadas, se ha convertido en una de las ficciones de referencia del panorama actual de la televisión. Es innegable su calidad en todos los sentidos: puesta en escena, trama trepidante, personajes a los que amar... De nuevo, History Channel le ha plantado cara a las grandes dando un golpe en la mesa y diciendo "estos son mis vikingos, ¿quién da más?".
El peso de la historia
Uno de los puntos fuertes de 'Vikings' es cómo sabe avanzar, atesorando todas las aventuras vividas, con sus alegrías y dolores. El viejo sueño de Ragnar, de ser un granjero, de cultivar y no depender de los saqueos exclusivamente, ocupó gran parte de la temporada. El rey de Wessex quiere la ayuda de los vikingos para conseguir una Inglaterra unida, a cambio les promete tierras en propiedad.
Desde el primer momento, sabíamos que eso no podía acabar bien, pero no teníamos ni idea (vale, yo no la tenía) de las maniobras que el rey Ecbert dispondría para salirse con la suya. ¿Cuáles serán las repercusiones para una trama que quedó inconclusa? Estamos seguros de que Ragnar, al que su nueva condición de rey ha convertido en un hombre mucho más duro y cruel, no dejará pasar la afrenta...
'To the gates!'
...a no ser que todos los desvelos se centren en París. Cuando nos encontrábamos francamente deprimidos por todo lo sucedido con Athelstan, uno de nuestros personajes preferidos; Hirst, el creador de la serie, nos estaba preparando para uno de los finales de temporada más trepidantes que podíamos imaginar.
Parece que con el capítulo ocho, History Channel haya querido reivindicarse como una marca que es capaz de hacer la mejor ficción. Con un sabor inconfundible al 'Juego de Tronos' más vibrante, a ese que construye obras maestras en torno a batallas como la de Aguasnegras o el Muro, 'To the gates' se centró, exclusivamente, en el primer asalto de los vikingos a París, la ciudad amurallada, inexpugnable, hechicera.
El verismo de lo que sucedía nos ponía los pelos de punta: desde ese Floki enloquecido, a un Ragnar cuya mente iba más allá; pasando por el coraje de Rollo, de Bjorn, de cada uno de los hombres que luchan por los dioses. Pero también contando la historia desde el lado francés, viendo a ese rey grotesco tras la máscara; a esa princesa que, como una encarnación divina, se ponía en cabeza de su ejército, insuflándoles coraje... 'To the gates' es uno de esos capitulazos que crean afición.
Ragnar, el rey
El último tramo de la temporada ha sido increíble. La estratagema de Ragnar me engañó totalmente. Verlo desfallecer, agonizar y ¡ser bautizado! No me cuadraba nada, lo reconozco, pero toda esa tensión que se mascaba en el ambiente parecía que tenía que desembocar en algo bueno, como así resultó.
La ceremonia de entierro, ese ataúd con forma de barco, la llegada a la catedral, la tapa que se abre y yo grito como un francés más. Pobre de mí, que aún no adivino lo que Ragnar ha planeado. Ragnar ya ha vencido, ha conseguido que los parisinos paguen con joyas y oro, pero quiere más, quiere demostrarles que no es un animal, como ellos le consideran, que es inteligente y puede engañarlos. Ése es su verdadero reto.
Y si no tenemos suficiente con este hachazo que el vidente ya había pronosticado, un hacedor de spoilers para quien sepa interpretar, llegamos al final con un Rollo ¡que puede casarse con la princesa y convertirse en noble! La vieja ambición de Rollo, el deseo de traicionar a su hermano se convierte aquí en un punto de exaltación para nosotros. Ver a este hombre en tal situación de poder, pronunciando unas rudimentarias palabras en otro idioma, es que hasta nos despierta una sonrisa.
Athelstan y Floki
Quizá ahora no seamos capaces de entenderlo, pero en los tiempos que 'Vikings' rememora, la religión era el eje central de las vidas de los pueblos. Si en la temporada pasada resultó un tanto forzada la evolución de Floki como antagonista, creo que en esta temporada, este problema se ha enfrentado mucho mejor.
Floki, por encima de todas las cosas, ama a los dioses vikingos. Vive torturado porque cree que su pueblo se ha salido del camino correcto, porque considera que Athelstan es una semilla del mal que quiere alejarlos del Vallhala. Por eso, decide sacrificarlo. Por eso, y por los celos que tiene de su relación con Ragnar. ¿Le convierte eso en un malvado?
La importancia de esta trama es fundamental para el desarrollo de la historia, no obstante, las palabras de Ragnar a Floki sobre lo que hizo marcan el final finalísimo de temporada. La presencia de Athelstan fue para Ragnar un rayo de luz, una ventana a un tipo de conocimiento que nunca había imaginado. De igual forma, Athelstan creció en su contacto con los vikingos, dejó de lado convencionalismos, se abrió al amor y redescubrió su religión, algo que le llevó incluso a aceptar su muerte.
Hay tanto bueno de lo que hablar: esa Lagertha que se entrega a Kalf, recordándole que un día le matará por haber usurpado sus tierras; esa Judith condenada de por vida por haberse enamorado, esa extranísima visita con la que sueñan las tres mujeres y que marca un punto de inflexión para Aslaug... Nos queda mucho por ver en 'Vikings' y, muy bueno, de eso parece que no hay duda.
En ¡Vaya Tele! | 'Vikings', ¿cultivas o saqueas?
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